Quién es quién en la guerra siria

Son varios los actores armados que participan en la confrontación armada y que hace que este conflicto sea tan difícil de resolver.

Mateo Varela
15 de octubre de 2017 - 03:20 p. m.
Miles de personas siguen huyendo de una guerra que está a punto de entrar en su séptimo año. / AFP
Miles de personas siguen huyendo de una guerra que está a punto de entrar en su séptimo año. / AFP
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Varios medios internacionales hicieron eco de las palabras del Primer Ministro iraquí, Haider al Abadi, cuando aseguró a finales de junio, el final del Estado Islámico (EI) en Irak, tras la toma de la Mezquita de Al Nuri en Mosul.

Sus palabras fueron reproducidas de manera irresponsable, dando a entender que la relevancia política de EI había disminuido o incluso cesado por completo. Peor aún, que el complejo conflicto sirio empezaría a menguar después de la desaparición del Califato. Sin embargo, la guerra en Siria aún no termina, lo que demuestra que Al Abadi y la prensa se equivocaron.

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Para empezar, EI todavía tiene presencia territorial tanto en Siria como en Irak y los niveles de violencia en el territorio han aumentado exponencialmente a raíz del cambio en la percepción de poder que tienen los actores armados entre sí.

En segundo lugar, múltiples actores (domésticos e internacionales), que juegan un papel relevante en el conflicto sirio, reivindican causas muy disímiles:

La Coalición Rebelde de Siria

El Ejército Sirio de Liberación es una coalición conformada por grupos de diferente índole religiosa y política, que han reivindicado desde el inicio de la guerra un cambio de régimen y la apertura a nuevas formas de gobierno en el país.

Estos rebeldes han sido apoyados y financiados por Estados Unidos, Turquía y el bloque de los países árabes del Golfo Pérsico (bloque liderado por Arabia Saudita).

Aún conservan bastiones importantes en territorio Sirio, aunque su derrota parece inminente tras la ola de ofensivas militares del renovado Gobierno Sirio, el cual cuenta con el apoyo militar de Rusia.

El Gobierno sirio 

Comandado por Bashar al-Asad, el Gobierno Sirio es apoyado militarmente por el gobierno ruso y por el bloque chiita de Medio Oriente (liderado por Irán). Estos últimos han tenido una presencia mucho más directa en el conflicto e incluso forzaron el cambio de discurso de Estados Unidos alrededor de la lucha contra el Estado Islámico.

Siria pidió de manera expresa la injerencia de Rusia en la guerra civil, lo que a los ojos de Moscú significó una injerencia armada legítima. Además, Moscú sí tiene un interés práctico en el territorio: la defensa de la Base Naval Tartus, ubicada en el Mar Mediterráneo, la cual es el único acceso naval de Rusia en este eje estratégico.

El rol de Irán se enmarca dentro de una tensión diplomática con Arabia Saudita por la hegemonía regional, una dinámica que es llamada la Guerra Civil de Oriente Medio. Lo anterior se traduce en confrontaciones no directas en diferentes países con conflictos armados internos o alta inestabilidad política, como Yemen, Siria y, de manera meramente diplomática, en Catar.

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Teherán y Damasco comparten gobiernos de corte chií, en disonancia con el bloque de países sunitas del Golfo Pérsico.

Los Kurdos

Otro actor relevante son los kurdos del norte de Siria. Los kurdos son la minoría étnica más grande del mundo sin Estado propio. Los cálculos más conservadores plantean un aproximado de 30 millones de personas diseminadas entre Turquía, Siria, Irak, Irán y Armenia.

Históricamente perseguidos en los países anteriormente mencionados, los kurdos son uno de los pilares de la coalición estadounidense en su lucha contra el Estado Islámico. Aún no han reivindicado un sentimiento separatista en Siria y las declaraciones del gobierno sirio apuntan a una mayor autonomía kurda una vez finalice la guerra.

Sin embargo, el reciente referéndum de independencia realizado por los kurdos iraquíes encendió las alarmas en los gobiernos de Turquía, Siria e Irán, quienes temen un resurgimiento del sentimiento nacionalista kurdo en sus países.

Paradójicamente, el problema kurdo es un punto de encuentro entre Ankara y Terán, gobiernos que han financiado actores armados opuestos en la Guerra Civil Siria.

El Estado Islámico

Finalmente, el actor más polémico de toda la confrontación es catalogado como el eje de la intervención occidental y sirve como discurso idóneo para que los diferentes implicados, directos e indirectos, mantengan una presencia constante en el territorio.

La lucha contra el Estado Islámico distanció originalmente a Estados Unidos de la causa rebelde antes de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. No obstante, el bombardeo norteamericano a la Base Aérea Shayrat y el derribo del caza sirio al norte de la ciudad de Al Raqa despertaron nuevas tensiones diplomáticas entre Washington y Moscú.

Por su parte, Turquía también ha usado el discurso antiterrorismo y las supuestas acciones armadas contra EI para bombardear bastiones kurdos en el norte de Siria y el norte de Irak.

Lo anterior también ha sucedido en el gobierno de Basahr al-Asad, el cual justificó bombardeos indiscriminados contra ciudades rebeldes en el marco de supuestas operaciones militares contra el Estado Islámico.

De hecho, la lucha contra el Estado Islámico enmascaró altos niveles de sevicia en muchas acciones armadas que no tenían nada que ver con este actor amado. Por ejemplo, la toma de la ciudad de Alepo, una de las batallas más sangrientas de esta guerra, se libró principalmente entre fuerzas oficialistas y la coalición rebelde siria.

Importante mencionar también las constantes denuncias por el uso de armas químicas, violencia desproporcionada contra la población civil, bombardeos en zonas de alta concentración de no combatientes y otro número significativo de crímenes de guerra.

El panorama actual

La guerra civil en Siria, entonces,no está próxima a terminar. El desorden causado por la múltiple intervención de actores internacionales y regionales no se resuelve con la eliminación de un actor armado específico.

Para que exista una verdadera resolución se necesitan construir nuevos discursos que permitan el acercamiento entre los diferentes grupos armados, nuevas alternativas que faciliten una salida negociada de este conflicto, diálogos que reconozcan la multiplicidad de intereses y que puedan ser satisfactorios en muchos niveles.

Es primordial entender que, aunque resulta urgente, el final del Estado Islámico no será la culminación de esta tragedia humanitaria.

Pero, lo más importante, es una reducción inmediata de las acciones armadas desproporcionadas contra la población civil. Acciones que no son responsabilidad exclusiva de los actores armados directos, sino también de quienes los financian y apoyan militarmente.

* politólogo

 

Por Mateo Varela

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