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Hace cuatro meses, Salisbury era conocida por su impresionante catedral gótica, que alberga la primera versión de la Carta Magna, escrita en 1215 y que sentó las bases de la democracia. Hoy, esta pequeña ciudad en el suroeste de Inglaterra es sinónimo de, quizás, la crisis diplomática más grave entre Rusia y Reino Unido, desde la Guerra Fría.
Los residentes de Salisbury están sufriendo las consecuencias de un segundo envenenamiento (con un supuesto gas de origen ruso), en apenas cuatro meses, en un clima de miedo, frustración e incertidumbre. Un duro golpe para la reputación de destino turístico obligado, que hoy muestra imágenes de sus habitantes presas del pánico y rodeados de agentes de policía, investigadores y soldados.
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La extraña historia de envenenamiento comenzó el pasado 4 de marzo, cuando el exespía ruso Sergei Skripal y su hija, Yulia, fueron hallados inconscientes en un banco cerca de un centro comercial, en Salisbury. Después de una investigación intensa, por parte de las autoridades británicas, concluyeron que la sustancia que llevó a los Skripal al borde de la muerte era obra de Rusia: Novichok, el agente nervioso con el que los Skripal fueron envenenados, fue desarrollado en laboratorios de la Unión Soviética, en los años 70 y 80, según la inteligencia británica.
Con los Skripal fuera de peligro, la ciudad recuperó parte de la calma. Hasta el pasado 30 de junio, cuando encontraron a Dawn Sturgess y Charlie Rowley en estado crítico, envenenados por la misma sustancia. Entonces la crisis explotó. Hallaron a la pareja en el pueblo vecino de Amesbury, aunque la pareja pasó la noche anterior en Salisbury, y se cree que entró en contacto con la sustancia por primera vez en esa ciudad.
Sturgess, de 44 años, falleció una semana más tarde, mientras que Rowley, de 45 años, acaba de recuperar la consciencia en un hospital de Salisbury. Aunque las autoridades sanitarias han remarcado que “el peligro para el público general es bajo”, el miedo se extiende por la ciudad.
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Neil Basu, responsable de la policía antiterrorista británica, aumentó los temores cuando afirmó que “simplemente, no puedo ofrecer ninguna garantía”.
El asunto ha desvelado una cara anteriormente poco conocida de Salisbury. La fallecida Sturgess estaba viviendo en John Baker House, un hostal de Salisbury para personas sin hogar. El lugar fue evacuado y sus numerosos residentes están más nerviosos que antes.
El líder del ayuntamiento de Salisbury, Matthew Dean, le dijo al periódico británico The Guardian que “los hechos recientes representan una marcha atrás”. El número de turistas están en el punto más bajo en mucho tiempo.
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No solo eso, Danny Styles, un vendedor de frutas y vegetales en la ciudad aseguró al diario inglés que cree que ha perdido 10.000 libras esterlinas (casi 40 millones de pesos colombianos) tras el primer incidente en marzo. Styles tuvo que reubicarse a una parte menos rentable de la ciudad; antes tenía su puesto al lado del banco donde encontraron a los Skripal. La asesora médica del Gobierno británico, Sally Davies, alertó a los vecinos de que no recojan objetos desconocidos que contengan líquidos o geles. La policía trabaja con la hipótesis de que Rowley y Sturges se intoxicaron al manipular un objeto contaminado con Novichok.