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De ser uno de los países considerados modelos en el manejo de la pandemia, Chile pasó rápidamente a perderle el pulso a la COVID-19. Con casi 140.000 contagios y más de 2.200 fallecidos por coronavirus el horizonte chileno es por ahora sombrío.
Si a fines de abril con 16.000 contagios y 230 fallecidos, el gobierno de Sebastián Piñera celebraba una "meseta" de contagios y planteaba la reapertura gradual de las actividades, cinco semanas después el panorama es diametralmente distinto.
"Tenemos un número creciente de nuevos casos todos los días", reconoció este lunes el ministro de Salud, Jaime Mañalich, al reportar 4.696 nuevos casos en las últimas 24 horas y 74 fallecidos, totalizando 138.846 infectados y 2.264 decesos desde el primer caso el 3 de marzo.
¿Por qué crecieron tanto los contagios?
"Creo que hubo dos cegueras muy importantes para el gobierno que han afectado la marcha de los contagios por el coronavirus. Una primera ceguera del Gobierno es no haber previsto, y visto, la desigualdad brutal de nuestro país", explica a la AFP, María Soledad Barría, exministra de Salud durante el primer gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010) y directora de salud de la Universidad de Chile.
La segunda "ceguera", según Barría, es que no se "vio la relevancia de trabajar con atención primaria" de salud, para centralizar la estrategia de trazabilidad de los contagios.
Chile fue uno de los primeros países en decretar una alerta sanitaria preventiva el 7 de febrero. Semanas después cerró fronteras -salvo a nacionales y extranjeros residentes-, suspendió las clases; decretó toque de queda e implementó una política masiva de testeo. Pero a diferencia de sus vecinos, optó por cuarentenas dinámicas en vez de generales.
Si bien el cierre parcial rindió frutos en barrios acomodados, a medida que los casos se expandieron a lugares más pobres y poblados, la medida se hizo menos eficiente.
"En las zonas populares con hacinamiento, con malas condiciones socioeconómicas, sin posibilidades de empleo formal que les mantuviera un ingreso a las personas y sin posibilidad de teletrabajo porque se hacen servicios mínimos, hizo que posteriormente se incendiaran los contagios", explicó Barría.
La falta de conocimiento sobre lo que se vive en los barrios más pobres de Santiago quedó en evidencia en palabras del propio ministro de Salud, quien el 28 de mayo reconoció no tener conciencia de la magnitud del hacinamiento que se vive en algunas zonas.
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Cuarentena poco efectiva
Con ayudas estatales que tardaron y son consideradas insuficientes, muchos habitantes de barrios pobres siguieron saliendo a trabajar hasta que, a mediados de mayo, cuando aceleraron los contagios, la cuarentena se tornó obligatoria en Santiago, confinando a siete de los 18 millones de habitantes de Chile.
Sin embargo, con gran cantidad de permisos de salida y gran parte del comercio activo, la medida redujo a un 30% la movilidad. Expertos plantean que para que sea efectiva, debe reducir a un 50%.
Ante la emergencia, el Gobierno lanzó planes de emergencia por más de 17.000 millones de dólares, equivalentes a un 7% del PIB.
El Colegio Médico junto a un grupo de economistas consideran que se debe incrementar el apoyo económico a los más pobres, para que se respete la cuarentena, y plantean agregar al menos la mitad de los cerca de 24.000 millones de dólares en ahorros que mantiene Chile en el exterior para enfrentar la emergencia.
Descalabro en las cifras
Lo que se dibuja hasta ahora como una estrategia fallida tiene un correlato en las cifras. El domingo, después de semanas de denuncias periodísticas, el Gobierno corrigió el número de fallecidos, agregaron 653 decesos.
Durante la semana había dejado además de informar los "recuperados".
El cambio de metodología aumentó las críticas desde la comunidad científica. "No sabemos cuántos de los pacientes están hospitalizados, cuántos están de alta, cuántos tienen fiebre y cuántos no", explica a la AFP Francisca Crispi, del departamento de política del Colegio Médico.
"La comunidad científica está bien decepcionada del manejo de los datos. Se ha pedido un manejo de datos anonimizada (...) para hacer nosotros mismos el análisis de datos", agrega.
El ministro de Ciencias, Andrés Couve, explicó este lunes, que el cambio en los fallecidos busca entregar información "más precisa".
"Estamos enfrentando una crisis sin precedentes y que nos ha exigido construir una infraestructura de datos que no teníamos, y que probablemente no tenía ningún país del mundo para enfrentar esta epidemia", aseguró.
Si bien en los últimos días bajó la aceleración de casos nuevos, el promedio de casi 5.000 contagiados diarios reportados las últimas dos semanas hace prever un escenario crítico para los servicios de salud en los próximos días, ya que la comunidad científica plantea que aún no se alcanzó el punto más alto de contagios.