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Una joven británica que se unió al grupo yihadista Estado Islámico (EI) en Siria en 2015 quiere volver a su país a pesar de que no se arrepiente de nada, una prueba del desafío que supone para los países occidentales el retorno de sus ciudadanos yihadistas y de sus familias.
El periódico The Times localizó acen el campo de refugiados de Al-Hol, en el noreste de Siria.
Sin embargo, dice no arrepentirse de nada. Se fugó a Siria en febrero de 2015 junto a otras dos adolescentes, Amira Abase, de 15 años, y Kadiza Sultana, de 16, que podría haber muerto en un ataque en 2016 en Raqa, entonces la capital del autoproclamado califato del EI.
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Las tres iban a la misma escuela del barrio londinenses de Bethnal Green.
"Mi primera cabeza cortada"
"No lamento haber venido", asegura, aunque reconoce que fue "débil" por abandonar el EI en plena debacle. En Raqa dice haber tenido una vida "normal", "la que yo quería", casada con un combatiente holandés del EI."Cuando vi mi primera cabeza cortada en una papelera, no me afectó para nada", recuerda.
"Si ustedes fueron allá contra las instrucciones de Relaciones Exteriores y se implicaron en actividades terroristas, deben estar listos, en caso de regreso, a ser interrogados en el marco de una investigación y eventualmente procesados por infracciones terroristas", advirtió el secretario de Estado de Seguridad interior, Ben Wallace, a la BBC.
"Cualquiera que sea la circunstancia (en que partieron), debemos proteger al público", afirmó un portavoz de la primera ministra, Theresa May.
Eran jóvenes y "vulnerables" cuando se fueron, declaró Hussen Abase, padre de Amira, a Sky News, y consideró que "una mente confusa puede volver a la razón con un trabajo de equipo del gobierno y de los padres".
"El califato se acabó"
"Temía que mi hijo a punto de nacer muriera como otros niños si me quedaba. Entonces me fugué del califato. Ahora lo único que quiero es regresar a Gran Bretaña", dijo Shamima Begum."El califato se acabó. Había tanta opresión y corrupción que pienso que no merecen la victoria", añadió.
El retroceso territorial del grupo radical sunita en Siria y la perspectiva de una retirada militar estadounidense del país hacen temer la dispersión de los combatientes extranjeros del EI, cuyo retorno es un desafío para sus países de origen.
En junio de 2018, las autoridades británicas evaluaban en 900 el número de personas que se fueron para luchar en Irak y Siria. Unas 200 habrían muerto y otras 400 habrían vuelto a Reino Unido. Una 40 fueron perseguidas por la justicia.
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Actualmente, unos 200 yihadistas británicos están en esa región de Siria, dijo en enero el responsable del antiterrorismo británico, Neil Basu.
Según Tasnime Akunjee, el abogado de la familia de Shamima Begum, citado por The Times, ella y las dos otras mujeres deberían estar considerados como "víctimas".