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Cualquier occidental que haya residido en el Lejano Oriente tiene en su repertorio de anécdotas el caso de alguna persona que tras aplicar los principios de la geomancia china, o Feng-shui, mejoró su fortuna. En mi estadía de un año en Hong Kong, conocí el gerente de la sucursal de un banco español que después de varios meses sin recibir clientes, tuvo una epifanía cuando un maestro chino de geomancia le aconsejó cambiar la orientación de su escritorio para que la pared más sólida de su oficina quedara a sus espaldas. (Recomendamos: más columnas de Gonzalo Robledo sobre Japón).
Hasta entonces, atendía teniendo detrás una enorme ventana con vista a la histórica bahía que, con su incesante tráfico de barcos de carga y pasajeros, era el marco ideal para el enviado de un banco que aspiraba a ser el primer intermediario del comercio bilateral España-China. Pero como su misión era encontrar clientes corporativos, incentivar negocios y mantenerlos, la corriente de agua en constante movimiento que tenía detrás, neutralizaba su papel de centinela comercial y hacía que la “energía” (eufemismo en chino de dinero), pasara de largo.
A las pocas semanas de acatar las recomendaciones del maestro de Feng-shui, y sentarse con su espalda protegida por una formidable pared, los clientes empezaron a llegar y el banquero engrosó las filas de arquitectos, ingenieros, decoradores, filósofos y prestidigitadores de todo el mundo que veneran y divulgan las reglas de la geomancia. Aunque usa parafernalia como brújulas, espejos y amuletos, en lo fundamental nos pide componer nuestro hábitat con el mismo sentido común y esmero del ave que busca ramas una a una, y encuentra el mejor lugar para construir su nido.
En Japón, donde existe una variante local, los creyentes de la geomancia tradicional china quedaron asombrados en 2003 con la inauguración del laberíntico centro de negocios Roppongi Hills de Tokio, decorado con una araña negra gigante a la entrada y con una estructura irregular que desdeña el principio básico de los espacios cuadrados, donde la energía gira en círculos proporcionados y constantes.
Al año de su inauguración, un niño murió atrapado en sus masivas puertas giratorias. En años sucesivos, varios empresarios que tenían negocios allí fueron detenidos por infracciones financieras o quebraron. Lehman Brothers, el banco de inversiones norteamericano que desató la crisis mundial de 2008, tenía su sede nipona en el piso 32.
Para fundar asentamientos humanos el Feng-shui recomienda elegir territorios protegidos por montañas y regados por un buen río, como garantía de abundantes cosechas. Estos dos principios los tuvieron en cuenta los muiscas en la sabana de Bogotá, y muchos otros pueblos que vivieron cuando el respeto a la naturaleza y el sentido común eran la misma cosa.