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A través de Twitter, el presidente Donald Trump anunció que, contrario a lo que habían reportado varios medios de comunicación, el próximo 26 de octubre, permitirá la desclasificación de cientos de documentos relacionados con la investigación del asesinato del presidente John F. Kennedy, ocurrido en 1963. El tema, aunque podría parecer irrelevante, es un nuevo ejemplo del modo en el que el presidente sigue cultivando la favorabilidad de su base política.
Hace cuatro años, la encuestadora Gallup le preguntó a los estadounidenses si creía que había una conspiración detrás del asesinato del presidente Kennedy. La respuesta fue afirmativa para el 61% de los encuestados y, a la víspera de que salgan a la luz los archivos relacionados con el caso, la opinión de los estadounidenses no parece haber cambiado mucho de opinión.
Según un sondeo realizado por el portal FiveThirtyEight, al día de hoy, un poco más del 60% de los 5.130 adultos encuestados sigue sin darle crédito a la versión oficial, según la cual el presidente fue asesinado por los disparos de un solo tirador.
Otra de las grandes teorías conspirativas que han ocupado la imaginación de los estadounidenses en los últimos años tenía matices un poco más polémicos: El “Birtherism” fue el nombre que agrupó a todas las conjeturas que insistían en que el ex presidente Barack Obama, quien nació en Hawái en 1961, en realidad había venido al mundo en Kenia y, por lo tanto, no era ciudadano de la unión americana y no tenía derecho a ocupar el salón oval de la Casa Blanca.
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Desde antes de convertirse en candidato a la presidencia, Trump explotó esa teoría para atraer atención. Solo hasta septiembre de 2016 Trump reconoció públicamente lo contrario: “Trump finalmente lo admite: que el presidente Obama Barack nació en Estados Unidos”, tituló la CNN después de meses de darle tiempo en pantalla a lo que parecía una excentricidad del multimillonario.
Joseph Uscinski, especialista en teorías conspirativas consultado por The Atlantic, cree que “Trump no tenía experiencia política y por eso tenía que justificar su candidatura usando teorías que retaban al establecimiento”. El profesor también añade que, al apelar a personas capaces de dar crédito a ese tipo de narrativas le permitió a Trump recibir el apoyo de un grupo que generalmente no participa en las votaciones.
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Aunque ahora Trump hace parte del establecimiento que antes atacaba con sus teorías conspirativas, el anuncio de que desclasificaría los documentos logra apelar a la base que lo eligió.
Por otro lado, con el argumento de que hará públicos los archivos también consigue realizar un ataque velado a los medios de comunicación.
“El presidente cree que estos documentos deben estar disponibles en pro de la transparencia total, a menos que las agencias den una convincente y clara razón jurídica o de seguridad nacional para hacerlo de otro modo”, dio a conocer la Casa Blanca a través de un comunicado.
Hace unos días, la noticia de que el presidente no desclasificaría los documentos o que solo haría para una pequeña porción de ellos empezó a circular en varios portales prestigiosos. Portales como político citaban entre sus fuentes varios oficiales de la Casa Blanca y, sin embargo, al contradecirlos Trump logra reforzar entre sus seguidores la idea de que los medios de comunicación hacen parte del establecimiento al que no le interesa “hacer a América grande de nuevo”.
El presidente es conocido por tachar de “noticas falsas” toda la información que le resulta inconveniente y se ha esforzado por crear la narrativa según la cual los medios como el New York Times y CNN están empecinados en atacar su administración sin argumentos, un gesto con el que, de nuevo, demuestra su gran habilidad para las teorías de conspiración.