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Un mundo entre muros

Aunque el muro que pretende construir Donald Trump en la frontera sur de su país ha sido el más mediático, las estructuras que separan territorios han aumentado desde hace 30 años, cuando cayó el muro de Berlín.

Daniela Quintero Díaz
13 de enero de 2019 - 02:00 a. m.
An exhibit by local artist Robenz and Central American migrants is on display on the beach next to a section of the US-Mexico border fence as seen from Tijuana, in Baja California state, Mexico, on January 8, 2019.  President Donald Trump tells Americans in a primetime speech Tuesday that the US-Mexico border is in "crisis" and Congress must approve construction of a wall to end a government shutdown now in its 18th day. / AFP / Guillermo Arias
An exhibit by local artist Robenz and Central American migrants is on display on the beach next to a section of the US-Mexico border fence as seen from Tijuana, in Baja California state, Mexico, on January 8, 2019. President Donald Trump tells Americans in a primetime speech Tuesday that the US-Mexico border is in "crisis" and Congress must approve construction of a wall to end a government shutdown now in its 18th day. / AFP / Guillermo Arias
Foto: AFP - GUILLERMO ARIAS
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La ribera del Río Bravo, paso obligado de miles de migrantes que pretenden llegar a Estados Unidos, recibió esta semana un visitante inusual: Donald Trump. Vestido con una chaqueta deportiva y una gorra blanca que decía “Make America Great Again”, llegó hasta allá para defender lo que se ha convertido para él en una obsesión: el muro fronterizo. El mandatario, que hace alarde de sus habilidades de constructor, argumentó que es necesario destinar US$5.700 millones para levantar la barrera que detendrá a los “bad hombres”.

“Es una cuestión de sentido común. Ellos (los guardias fronterizos) necesitan una barrera. Necesitan un muro, si no lo tienen, lo que va a haber es mucho trabajo y problemas extenuantes. Y, por cierto, muerte, mucha muerte”, dijo Trump tras reunirse con agentes de frontera.

El tema ha levantado también una barrera virtual entre el mandatario y el Partido Demócrata, que controla hoy la Cámara de Representantes y tiene bloqueado su gran proyecto, por lo que la administración atraviesa el cierre parcial más largo de la historia del país: el 22 de diciembre el Congreso se negó a firmar el presupuesto por considerar que el dinero destinado para levantar la barrera fronteriza era exagerado y la obra innecesaria, y eso derivó en una parálisis que hoy afecta a cerca de 800.000 funcionarios.

Ver más: Las víctimas reales e inocentes del cierre del gobierno

El proyecto de Trump, bandera de su campaña electoral en 2016, busca separar la franja de tierra de más de 3.000 kilómetros entre México y EE. UU. “Al transformar el muro en un símbolo poderoso de su mensaje antimigratorio, el presidente ha hecho que la propuesta sea políticamente nociva para la oposición demócrata, que se ha rehusado a destinar recursos para la construcción. Ello complica cualquier posibilidad de consenso”, señala The New York Times.

Novecientos kilómetros de vallado, tramos de concreto, rejas eléctricas, cámaras infrarrojas y alambre (custodiados por miles de miembros de la patrulla fronteriza), que empezaron a construirse en 2006, ya limitan el paso entre los dos países. Sin embargo, para el mandatario no son suficientes y espera tener cercados 1.600 km con barreras de más de cinco metros de altura para detener la “amenaza inmigrante del sur”. Un propósito que le costaría más de US$30.000 millones en los próximos 10 años.

Las propuestas para su construcción también se han tornado “innovadoras”. La posibilidad de un muro virtual, basado en radares, sensores y cámaras, con un sistema de detección láser, se presentó en la Feria Electrónica de Consumo (CES), el gran encuentro anual del mundo tecnológico, en Las Vegas. Sin embargo, al mandatario parece no convencerlo. “Todas las otras cosas, los sensores y los drones, son una maravilla, funcionan si tienes un muro. Si no tienes el muro, no importa. Un dron no va a parar a un millar de personas de atravesar la frontera”, sentenció Trump.

Si bien este muro es uno de los más conocidos a nivel mundial por ser una zona importante de paso, intensa actividad comercial y también una de las más desiguales del mundo, no es el único.

Los otros muros

La noche del 9 de noviembre de 1989, cuando cayó el muro de Berlín que había dividido la ciudad durante más de 20 años (y al mundo capitalista del socialista, simbólica y físicamente), se pensó que los alambres, las verjas y el concreto que separaban territorios se habían acabado con la Guerra Fría.

La liberalización, la globalización, la apertura democrática y la libre movilidad de los ciudadanos en el nuevo mundo del siglo XXI trajo consigo la idea del fin de las fronteras. Pero, por el contrario, acarreó la proliferación de la construcción de imponentes muros que, justificados en conflictos militares, procesos migratorios y el “avance de terrorismo”, se han levantado para separarnos.

Un equipo de la Universidad de Quebec en Montreal (Canadá) ha contabilizado más de 70 fronteras con algún tipo de construcción o cierre para controlar y bloquear el flujo de personas actualmente, mientras que en 1969 existían sólo 11. El hormigón y el alambre siguen siendo parte del paisaje.

Ver más: ¿Un muro virtual para la frontera entre EE. UU. y México?

La isla de Chipre, en el mar Mediterráneo, se encuentra dividida desde 1974. Actualmente, su capital, Nicosia, es la única del mundo que está separada en dos en toda su extensión. En el costado norte se encuentran los turcochipriotas, que forman parte de la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre, reconocida únicamente por Turquía a nivel internacional, y en el sur está la República de Chipre, que cuenta con reconocimiento internacional, en donde habitan los grecochipriotas. Una zona desmilitarizada de más de 160 km, que alterna muros de cemento, alambrado y otros obstáculos, las divide, y todos los intentos para cerrar las tensiones han terminado en fracaso.

En territorio africano se encuentran los enclaves españoles de Ceuta y Melilla, que están protegidos desde los años 90 por dos muros que los separan del territorio de Marruecos. Debido a su localización al otro lado del Mediterráneo, son habituales los grupos de migrantes que intentan traspasar en masa la única frontera terrestre con Europa para llegar al Viejo Continente. Las vallas, de unos 10 km de largo cada una y seis metros de altura, cuentan con una alambrada y cuchillas a primera altura, después están formada por mallas antitrepa a media altura, y se encuentran coronada por flejes de acero inclinados. Antes de llegar a una segunda valla hay que pasar un entramado de cables de acero anclados con estacas de diferentes alturas. A esto se suman las medidas tecnológicas como alarmas y focos cegadores. Pese a las dificultades, más de 3.000 personas llegaron a España a través de sus enclaves solo en el primer semestre del 2018.

Ver más: El muro de la discordia de Trump

Israel tiene muros y vallas a lo largo de prácticamente cada una de sus fronteras, excepto por la salida al mar. Una de las más conocidas es la “barrera de separación” que la divide de Cisjordania y a la que los palestinos llaman “el muro del apartheid”, cuyo proyecto final, declarado ilegal por la Corte Internacional de Justicia, medirá 712 km. Empezó a construirse en el 2002 y lo han ido extendiendo con el paso de los años. Placas de cemento de hasta ocho metros, zanjas y alambrados son justificados para “proteger a los civiles israelíes de la violencia palestina”. Sin embargo, para Palestina es una forma de confiscar y apropiarse de sus tierras. Israel también tiene muros que lo separan del Líbano, Jordania, Siria, Egipto y la Franja de Gaza.

En medio del Sahara Occidental se encuentra el segundo muro más largo del mundo, después de la Muralla China. Con más de 2.700 km de longitud, el “muro de la vergüenza” revela la separación de un terreno en disputa desde 1976, cuando Marruecos ocupó el territorio tras la salida de España y expulsó a la comunidad saharaui, dirigida por el Frente Polisario. Construido en 1987, el muro se levanta en arena, piedras y alambres de espino. Además se encuentra minado en sus alrededores y cuenta con el patrullaje de soldados marroquíes las 24 horas del día.

En los años 70, en Asia, los gobiernos de Tailandia y Malasia acordaron construir muros de cemento coronados de alambre a lo largo de parte de su frontera. Desde 2007, Tailandia construye un muro de 75 km para impedir el supuesto paso de grupos terroristas en sus provincias de mayoría musulmana. Pese al muro que los divide, habitantes de la provincia tailandesa de Satun y de los estados malayos de Kedah y Perlis comparten lengua, religión y cultura.

Ver más: ¿Un muro antiterrorista en Kenia?

India posee dos muros fronterizos importantes. Su disputa con Pakistán (otra potencia nuclear) por el territorio de Cachemira convierte a la zona en una de las más inestables del mundo. India construyó muros, alambradas de cuatro metros de altura y fortificaciones separadas por campos de minas a lo largo de 742 km de la línea de control fronterizo y otros 230 km sobre la frontera reconocida internacionalmente. Su objetivo también era detener la influencia de los militantes separatistas paquistaníes. Sobre la frontera con Bangladés también tiene un muro en construcción desde 2010 para detener la inmigración en una de las mayores fronteras del mundo. Una vez terminado, el muro sería más largo que los de México, Palestina y Berlín juntos.

En Irlanda, más de 90 tramos de acero y concreto separan a católicos y protestantes. Aunque en 1998 se firmó el Acuerdo del Viernes Santo, que puso fin al enfrentamiento armado entre nacionalistas católicos (que abogan por una Irlanda unida) y protestantes unionistas (que pretenden seguir formando parte del Reino Unido), el sectarismo y las divisiones físicas (estructuras, cámaras de seguridad y alambres de púas) y culturales entre quienes permanecen en el territorio persiste.

Yemen, que está ubicado al sur de la península Arábiga y es un punto estratégico entre el mar Rojo y el océano Índico, no solo atraviesa una de las catástrofes humanitarias más graves del siglo XXI, sino que limita con los países más ricos de la región, como Arabia Saudita, que desde 2013 inició la construcción de un muro de tres metros de alto y 42 km de longitud para sellar su frontera contra inmigrantes irregulares y militantes de Al Qaeda.

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