Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Después de escapar al horror de la masacre en un festival de música country, Ralph Rodríguez regresó a su cuarto de hotel y se dio cuenta que el responsable del tiroteo más mortífero de la historia moderna de Estados Unidos estaba bajo sus pies.
Rodríguez estaba en el concierto al aire libre de Jason Aldean, que cerraba un festival de música al aire libre, cuando comenzaron las ráfagas de metralla.
Este consultor de tecnología de la información recuerda claramente el momento en que la gente se dio cuenta de que los disparos venían desde un edificio: el piso 32 del hotel Mandalay Bay, donde estaba pasando el fin de semana.
Y su habitación estaba arriba de la del tirador, Stephen Paddock, quien mató a al menos 58 personas con armas automáticas antes de quitarse la vida.
"Él estaba en el trigésimo segundo piso, habitación 134, y yo en el trigésimo tercero, habitación 134", dijo Rodríguez a la AFP en el lobby del hotel.
La policía clausuró la habitación de Paddock, fácilmente identificable porque quebró la ventana para poder disparar a la multitud con su arsenal de armas.
Además de las múltiples víctimas, más de 500 personas resultaron heridas.
"Si puedes sostenerte, sostente"
Rodríguez, original de Pomona Valley, cerca de Los Ángeles, estaba con un grupo de ocho a 12 amigos -todos ilesos- disfrutando la presentación de Jason Aldean cuando el horror comenzó."Había cantado dos o tres canciones cuando escuchamos lo que pensamos eran fuegos artificiales", dijo. No fue el único, pocos pensaron que podía tratarse de disparos.
"Pero luego comenzaron y simplemente no paró. Vimos las luces en el escenario y la banda paró. Justo entonces, toda la gente que estaba en el festival comenzó a correr como manada hacia nosotros".
"Fue una experiencia horrible pero todos nos estábamos ayudando entre todos. La gente no solo agarraba a sus seres queridos, sino a cualquier extraño: vi personas tomando a niños que no eran de ellos, otros empujando sillas de rueda. Hacían lo que podían".
El gran problema, recordó, era que no sabían de donde venían los disparos. "Corríamos pero no sabíamos exactamente adonde correr. Era increíblemente caótico".
Oficiales de policía finalmente les instruyeron a dirigirse hacia la salida lo más rápido posible.
"Terminamos en una esquina y tuvimos que saltar una cerca de 10 pies [3 metros], usamos esas barreras metálicas como escalera y comenzamos a lanzar gente de un lado y atraparla del otro", recordó.
En la operación de escape, también vio cuerpos caídos. "No sabíamos si se habían caído o habían sido impactados por un disparo. Algunos que ayudamos estaban sangrando".
"No sabíamos por qué, no teníamos tiempo de preguntar. Les decía: 'si puedes sostenerte, sostente' y seguíamos andando".
Eventualmente, cuando Rodríguez pudo llegar a su cuarto de este hotel, un masivo complejo de casino y resort, fue cuando se dio cuenta que el responsable de esta tragedia se estaba quedando justo en el piso de abajo.
"Hoy cuando sopla el viento, sus persianas tocan mi ventana. Es muy loco", lanzó.