¿Vigilan los gobiernos lo que haces en la red?

Internet no se ve igual en todos los países. Las aplicaciones, las páginas y la regulación de los datos varía dependiendo de la región y la tendencia política de quien esté en el poder. Lo digital y de acceso libre resultó un arma de doble filo en países como China, Rusia y Cuba. Testimonios.

Nicolás Marín Navas
25 de marzo de 2019 - 02:00 a. m.
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Un mundo después de la era digital es difícil de imaginar. Hoy en día gran parte de la vida pasa por internet y la web (dos conceptos diferentes). Ambos cambiaron la manera en que las personas se comunican, trabajan, ven televisión o viajan. En los últimos años, además, los 2.000 millones de páginas que existen han dejado en evidencia el enorme potencial de la herramienta, la cual es cada vez más humana e inteligente, capaz de inmiscuirse en cualquier ámbito de la sociedad, incluyendo la política.

El pasado 12 de marzo se cumplieron treinta años desde que el físico inglés Tim Berners-Lee creó la web, en el seno del laboratorio del CERN, en Suiza. A diferencia de internet, que ya existía para ese entonces, fue creada como una “red de notas con enlaces entre ellas” para mejorar los flujos de comunicación entre los científicos de todo el mundo. Mientras el primero funcionaba como si fueran las carreteras que conectan las ciudades, la segunda representaba los vehículos que circulan a diario para llegar de un lugar a otro.

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Lo que hoy conocemos como lo digital, de acceso libre, se convirtió en un arma de doble filo. Las bondades del progreso se han visto en entredicho en los últimos años con fenómenos como la proliferación de campañas de desinformación, noticias falsas, discursos de odio, ataques cibernéticos a los gobiernos o el controvertido uso de los datos de los usuarios por parte de las grandes compañías. La presunta injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016, escándalo conocido como la “trama rusa”, fue el último escándalo que dio un golpe en la mesa.

De hecho, Berners-Lee se dedica a promover lo que ha denominado “el contrato para la web”, en el que propone que los gobiernos garanticen que todos puedan conectarse a internet, que siempre lo mantendrán abierto y que respetarán el derecho de todos a utilizarlo “de forma segura y sin miedo”.

Sin embargo, lo cierto es que por el momento esto no parece ser posible. De hecho, en algunas zonas las políticas de privacidad o incluso las restricciones a internet son radicalmente diferentes que en Colombia o en la gran mayoría de la región. Cuba, Rusia y China son buenos ejemplos para mostrar cómo varía el control gubernamental a internet dependiendo de dónde estemos. El Espectador habló con personas de cada uno de estos lugares, quienes explicaron cómo se ve el mundo digital desde sus países.

El riguroso control chino

El gigante país asiático es probablemente el caso más ajeno a nosotros. Si bien las personas también se mantienen conectadas permanentemente, solo se pueden consultar páginas y aplicaciones locales. Google, Facebook, Twitter y sitios web como el de la BBC están bloqueados por el gobierno del presidente Xi Jinping. Desde 1996, además, se aplicó lo que la organización Global Voices llama el “gran cortafuegos”, un filtro que impidió el ingreso de contenido “sensible” con corte político.

El pasado abril, el mandatario chino aseguró en una conferencia sobre ciberseguridad: “Sin seguridad en la red no hay seguridad nacional, no hay estabilidad económica y social, y es difícil garantizar los intereses de las masas en general. (...) No podemos permitir que internet se convierta en una plataforma para diseminar información dañina y provocar problemas con los rumores”.

En conversaciones con este diario, una ciudadana china, quien ocultó su identidad por motivos de seguridad, aseguró que recuerda el día en el que el gobierno bloqueó Facebook. Durante el verano de 2009 intentó ingresar a la red social. “Pensé que algo andaba mal con el internet de mi casa. Estábamos muy confundidos. Luego, todos estaban con el mismo problema. Pensamos que sería algo temporal. Si bien las restricciones funcionan con un propósito, no estoy de acuerdo con el bloqueo. A veces es frustrante, pero no se puede hacer nada, hay que aceptar las cosas como son”.

Aunque las aplicaciones y redes sociales occidentales no están disponibles, al menos en el territorio legal, los 800 millones de usuarios chinos cuentan con cientos de alternativas para realizar las mismas actividades. Es el caso de Baidu, un motor de búsqueda que reemplazó a Google en 2010, o Youku, que cumple la función de Youtube.

También están Wechat y Weibo, las cuales suplen las funciones de varias redes sociales, e incluye otras. Una estudiante mexicana que vivió en China aseguró a este diario: “Además de hacer todas las funciones de mensajería Wechat tiene una página donde tienes tu perfil, donde subes fotos. Desde ahí se puede pagar cualquier servicio o consumo en restaurante, tienda o lo que sea”.

Consultar páginas externas también es posible. Eso sí, hay que recurrir a una red privada virtual (VPN), una herramienta que en pocas palabras permite desviar el código IP, haciendo parecer que el usuario se encuentra en otro lugar del mundo. “Todos aquí usan VPN y, por lo tanto, la prohibición no ha afectado realmente nuestras vidas. Todavía podemos acceder a cualquier sitio web que queramos, solo se necesita dinero para pagar una suscripción, tiempo y paciencia para cargar cosas a veces”, asegura la ciudadana china.

También afirma que en el país se es consciente de la regulación gubernamental: “No me atrevo a publicar cosas en Facebook contra el gobierno chino, porque temo que usen eso para rechazarme una visa para vivir y trabajar aquí. No sé cómo se podría usar ese tipo de información en mi contra; prefiero estar a salvo”.

La estudiante mexicana asegura que, si bien se da muy poco espacio para hacer oposición al gobierno, hay iniciativas en las que se utilizan símbolos que a primera vista resultarían ridículos. “Por ejemplo, cuando quieren hablar del presidente, Xi Jinping usan a Winnie Pooh, entonces cada vez que te encuentras algo de ese personaje tienes que tener en mente que están haciendo crítica política. También Pepa Pig, la caricatura para niños, ahora es un símbolo de oposición política en China”, aseguró.

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La misma fuente consultada por El Espectador también señaló: “Creo que hay que tener una escala de grises para entender por qué internet funciona así en China y qué tanta falta les hace. En China la gente tiene lo necesario para comunicarse, para acceder a los medios de prensa que están permitidos en el país, aunque ese es otro problema”.

Internet “offline” en Cuba

Durante muchos años, Cuba ha estado en una condición de aislamiento político y económico por parte de Estados Unidos y vive una situación muy particular en su relación con internet, que es operado exclusivamente por la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa). En 2013 comenzaron a abrir “salas de navegación”, espacios dispuestos en la mayoría de ciudades cubanas para que los usuarios tuvieran acceso a internet con capacidades limitadas.

En 2015 se abrieron las primeras zonas con Wi-Fi en algunas plazas de las ciudades principales. Según Luis Orlando León, ciudadano cubano, “luego comenzó un lento avance de las primeras conexiones desde los hogares con la tecnología ADSL, que se ha visto detenido por la introducción, en diciembre de 2018, de la conexión por datos móviles de la tercera generación (3G)”.

León, además, asegura que no se ve un deseo de avance por parte de Etecsa: “Etecsa no muestra signos de buscar vías alternativas y, en la opinión pública nacional, sigue siendo vista como un emporio económicamente poderoso cuyo objetivo es recaudar dinero. La gente se cuestiona su ineficacia, tomando en cuenta que sus ingresos son millonarios si controla no solo la comercialización de internet, sino toda la red de telefonía móvil, fija y otros servicios”.

La alternativa para poder consumir contenido es una memoria extraíble de un terabyte que circula entre las calles de las ciudades cubanas y que se llama el “paquete semanal”. Dentro, hay contenidos audiovisuales descargados de internet (educativos, comerciales, entretenimiento y más).

“Es tolerado por el Estado cubano porque evita contenidos políticos. Cuesta 1 CUC (US$1). Le llaman el internet offline, por la abundancia que oferta. Se sabe que se descarga de internet, pero su origen sigue siendo enigmático. Algunos de los principales creadores de este paquete se mantienen en un profundo anonimato. Otra vía importante son las redes sociales, sobre todo Facebook”.

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Rusia no se desconecta… por ahora

En Rusia la situación no es tan radical como en Cuba o en China. Funciona de la misma forma a como se usa en la región. Los movimientos son regulados por Roskomnadzor, la autoridad encargada por el gobierno de Vladimir Putin. Si bien no son tan rigurosos como los otros países, promueven compañías locales que tienen funciones similares a los gigantes tecnológicos como Google o Facebook.

Eso sí, actualmente hay iniciativas y proyectos para aislar algunos segmentos de internet de la misma forma en que sucede en China. Uno de ellos propone que el gobierno tenga la capacidad de desconectar internet en caso de una amenaza externa. “Apenas el pasado 10 de marzo hubo una gran manifestación contra esta iniciativa; pero, bueno, nadie sabe todavía cómo funcionará todo y en realidad si funcionará. La iniciativa ni siquiera es una ley todavía”, señaló a este diario una ciudadana rusa.

Las autoridades, sin embargo, aseguraron que no tienen intención de restringir las libertades de los internautas rusos: “Todos están a favor de la libertad en internet, los autores de la ley, la administración presidencial, el gobierno, nadie es partidario de restringirla y limitar las posibilidades de trabajo en la red global”, dijo a la prensa el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov.

Según la misma fuente rusa, por lo general el gobierno no busca censurar explícitamente los contenidos. “Intenta bloquear algunas cosas realmente ilegales, como la pornografía o instrucciones sobre cómo hacer bombas. También bloquea recursos con música o películas gratuitas que se deben proteger por derechos de autor. Pero siempre puedes usar proxy o VPN y llegar a los mismos recursos”.

Eso sí, por ley los ciudadanos deben permitir que sus datos sean guardados en centros de datos ubicados en el país. “Cuando surgió esta idea, temíamos no poder utilizar servicios internacionales como Booking.com o servicios de aerolíneas extranjeras; pero de alguna manera el problema se resolvió. No sé realmente cómo funciona todo, pero el único gran servicio que se bloqueó fue LinkedIn”, señaló la ciudadana rusa.

Por Nicolás Marín Navas

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