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La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, quedó a un paso de estar fuera de la Presidencia. Ni las negociaciones del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, ni sus denuncias sobre el complot para sacarla del poder dieron resultados: la oposición la puso al borde del abismo político. Esto fue lo que pasó:
¿Por qué juzgan a Dilma Rousseff?
Es una de las paradojas de la política brasileña. La mandataria no tiene investigaciones abiertas por corrupción ni su nombre se ha visto implicado en el caso Lava Jato (la investigación por corrupción en Petrobras que ha salpicado a grandes empresarios, políticos y expresidentes). Dilma Rousseff es llevada a juicio por supuestamente maquillar las cuentas oficiales de 2014. Las verdaderas razones, de acuerdo con sus aliados políticos, como Frei Betto, exministro de Lula da Silva y uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores, fueron otras. "Dilma se equivocó cuando al ser reelegida en 2014 no tomó las medidas necesarias para enfrentar la difícil situación económica que atraviesa el país y Brasil se convirtió en una nave sin rumbo". ¿Es Dilma un chivo expiatorio? Al parecer sí. "El PT se equivocó al hacer alianzas promiscuas y así ha perdido sus tres más emblemáticos símbolos: ser el partido da le ética, ser el partido de organización política de la clase trabajadora y ser el partido del futuro socialista de Brasil", agregó Betto en entrevista con El Espectador.
¿Qué sigue ahora?
La Cámara de Diputados logró un gran triunfo político: después de mantener al país en vilo durante horas, la oposición reunió los votos necesarios para continuar el proceso de impeachment contra Rousseff. De hecho consiguió más votos de los esperados. Un duro golpe para el partido oficialista el PT, que ahora deberá tratar de frenar que el proceso continúe en el Senado, en donde las cosas no pintan bien para Rousseff. En diez días máximo se deberá poner una fecha de votación, que de acuerdo con fuentes brasileñas será a comienzos de mayo, allí bastará una mayoría simple. Según las informaciones de prensa, la mayoría de senadores están a favor del impeachment. Entonces la presidenta será apartada del cargo 180 días provisionalmente mientras se le juzga en ambas cámaras.
¿Quién la reemplazaría?
De acuerdo con la Constitución el primero en línea de sucesión es el vicepresidente Michel Temer, líder del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), quien desde hace una semana daba por descontada la derrota de Lula y ya formó gobierno. Con un problema, él también fue acusado del mismo delito que Rousseff y tendrían que abrirle un juicio político. El segundo, Eduardo Cunha, presidente del Congreso, miembro del PMDB, investigado por corrupción en el caso Petrobras, con cuentas ilegales y millonarias en Suiza y enemigo declarado de Rousseff. ¿Las figuras para unir a Brasil? No, las encuestas les otorgan la misma popularidad que tiene hoy día la presidenta: entre el 7% y el 10%.
¿Los brasileños la quieren fuera?
Son pocos los que tienen confianza en que la mandataria sacará al país de la crisis. Sin embargo, una multitudinaria manifestación ayer en contra del impeachment hacen pensar que el apoyo popular no es tan reducido. Las últimas protestas mostraron un Brasil unido en peticiones como "que se vayan todos" en referencia a los temas de corrupción. Los brasileños ya no confían en la clase política sobre todo con la grave crisis económica que ya toca a las clases medias y pobres, el desempleo y el caso Petrobras.
¿Es un golpe blanco?
Aunque el país ya había destituido a un presidente en 1992, Fernando Collor de Mello, la actual situación del país se vislumbra más compleja: el secretario de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, aseguró que la destitución es de carácter político" carece de certezas jurídicas y siembra dudas en el organismo. Aliados de Dilma señalan el proceso como una venganza política y una muestra de que no dejarían que Lula da Silva, la otra ficha de este rompecabezas, volviera a la presidencia. El expresidente se vislumbraba como seguro candidato presidencial para 2018, el favorito de los brasileños. Hoy está vinculado a dos investigaciones: por corrupción y enriquecimiento ilícito. Si Dilma cae, la figura política de Brasil estaría más cerca de la cárcel. Así lo advertía Betto: "Mi temor es que pasemos de un Estado de Derecho a un Estado de la Derecha".