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Noche de terror en París

La capital de Francia vivió ayer una jornada trágica a causa de una serie de explosiones y tiroteos en el centro de la ciudad. El presidente François Hollande ordenó el cierre de las fronteras y decretó el estado de emergencia.

Redacción Internacional
14 de noviembre de 2015 - 02:33 a. m.
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El terrorismo continúa su rebatiña contra los civiles. Antier, 43 personas murieron en Beirut (Líbano) a causa de un doble atentado suicida y el turno en esa fila macabra le correspondió ayer a Francia: al menos 120 personas (otros reportes sumaban 150) murieron a causa de tiroteos y explosiones en tres lugares concurridos de París. Además, un grupo de atacantes tomó a cerca de 100 rehenes en el teatro Bataclan y la mayoría murió. Aunque el presidente francés, François Hollande, afirmó que se trata de un “ataque terrorista”, ningún grupo en específico fue señalado. A causa de lo sucedido, Hollande ordenó el cierre de las fronteras y decretó el estado de emergencia.

La tragedia comenzó poco después de las diez de la noche, cuando los medios franceses avisaron sobre tres tiroteos en el teatro Bataclan y en los cafés Le Carillon y La Belle Equipe. Poco después, dos explosiones fueron reportadas en la vecindad del Estadio de Francia, donde se disputaba el partido entre la selección nacional y Alemania. Numerosos videos mostraron a los asistentes al partido cuando invadían la cancha en busca de protección, justo en los momentos en que la televisión anunciaba que 100 personas habían sido tomadas como rehenes en el teatro Bataclan.

De acuerdo con testigos, al llegar a la cuadra donde se ubican Le Carillon y el restaurante Le Petit Cambodge, dos asaltantes entraron a ambos locales y abrieron fuego de manera indiscriminada. Luego escaparon en un auto. Cerca de treinta disparos habrían ocurrido en esta zona. Un periodista de Le Monde vio numerosos cuerpos tirados sobre los andenes de ambos establecimientos. “Al principios todos creyeron que eran petardos —contó—, pero después comenzaron a huir con dirección a la calle”.

Poco a poco acudieron al lugar las ambulancias y los hospitales se pusieron en “orden de batalla”. Un grupo de psicólogos de la Cruz Roja se desplazó hacia la zona de Le Petit Cambodge. Uno de los habitantes del quartier apuntó: “No reconozco este lugar, estamos en una situación de asalto masivo, de guerra, es la peor de las situaciones que podemos conocer”.

Una acción similar ocurrió en La Belle Equipe, donde un hombre activó tres o cuatro ráfagas de disparos, según testigos, y luego asestó tiros individuales durante cerca de tres minutos. Una fotografía que rodó por redes sociales registró dos cuerpos en el suelo en la zona contigua al café. Un ciudadano entrevistado por Le Figaro afirmó que un hombre descendió de un auto, disparó contra los asistentes del café y luego escapó. Una mujer dijo a Le Monde: “Escuché detonaciones y me acerqué a mi ventana. Tengo una vista directa sobre el café. Vi que un hombre descendía de un auto y disparaba sobre la terraza, sin discriminar. Escuché gritos. Disparó en varias ocasiones. Por ráfagas. Luego volvió al auto y se fue, como si nada”. El periodista de Le Monde en la zona vio morir a una mujer en los brazos de quien trataba de salvarla. Otro más dijo a ese diario: “Salí a hacer unas compras, tarde esta noche de viernes, y allí vi el horror: los cuerpos sin vida sobre el asfalto y la gente que lanzaba banderas desde sus ventanas para que pudiéramos cubrir los cuerpos. Era la guerra en la vecindad de mi casa. Retorné a casa y me guarecí”.

Las explosiones en el Estadio de Francia tuvieron un matiz distinto. Un periodista que estaba en el lugar contó a Libération: “Todo el mundo bajó al terreno de juego. Nadie sabía lo que había pasado afuera. Escuchamos dos grandes explosiones durante la primera media hora de juego y luego otra más pequeña. Un helicóptero estaba sobrevolando el estadio en el segundo tiempo”. El presidente Hollande, que se encontraba en el encuentro, fue evacuado de inmediato. Por el ruido generalizado, muchos asistentes al partido desatendieron los estallidos que venían de fuera y se enteraron sólo a través de las redes sociales de lo que estaba sucediendo. A las 11:30 de la noche el estadio se vació.

Después del término de estos dos ataques, la tragedia continuaba en la sala de conciertos Bataclan, a donde llegaron las fuerzas de seguridad después de pasadas las once de la noche. Fuentes de la AFP dijeron que cerca de 100 personas murieron en el lugar y tres terroristas fueron abatidos. Un periodista de Europa 1 recordó: “Dos o tres individuos enmascarados entraron con armas automáticas, tipo Kalachnikov, y comenzaron a disparar en todas direcciones contra la muchedumbre. El ataque duró diez o quince minutos. Fue violento en extremo y hubo una ola de pánico, todo el mundo corrió hacia la tarima, hubo estampidas”.

La zona cercana al teatro se convirtió en la escena del terror: ambulancias que iban de aquí para allá, transeúntes que se lanzaban al suelo al oír los disparos y las explosiones dentro del teatro. Un testigo contó a Le Figaro: “Era el caos. Yo estaba en la parte de la sala del Bataclan, una canción estaba a punto de terminar y en ese momento escuché ruidos de explosión. Vi que el cantante se levantó con su guitarra, me di vuelta y vi a un tipo con un arma automática que disparaba hacia todo lugar. Todo el mundo se lanzó al suelo. A partir de allí, fue el instinto el que tomó la partida: tratamos de gatear lo más lejos posible de los tiradores”. Poco más allá de la medianoche, las fuerzas de seguridad retomaron el control del teatro, casi una hora después de que diez rehenes salieron con las manos en alto y fueron tomados en custodia por los policías.

El diario El País de España relató las horas más difíciles en el Bataclan: “La policía se aprestó en torno a las diez de la noche a desalojar bares y restaurantes de los dos distritos céntricos más afectados. Con varias bocas de metro cerradas, como Ars et Métiers, République y Goncourt, cientos de ciudadanos se han encontrado deambulando por las calles buscando la forma de regresar a casa. Otros cientos quedaron atrapados allá donde estaban, imposibilitados de moverse por razones de seguridad. Algunos locales han cerrado las puertas a cal y canto a la espera de que regresara la calma”. Un testigo más, abrumado por todo aquello que había acabado de ver, dijo a The Guardian: “Fue una carnicería. Parecía un campo de batalla, había sangre por todas partes, había cuerpos por todas partes. Estaba en el lado más alejado del salón cuando comenzó el tiroteo. Creo que había al menos dos atacantes. Disparaban desde una barandilla”.

El presidente François Hollande, Manuel Valls, el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, y la ministra de Justicia, Christiane Taubira, llegaron a la escena de la masacre del teatro a la una de la mañana. A esa hora, el diario Le Figaro anotó: “Ataques simultáneos, captura de rehenes, provocados por tiradores y por lo menos un kamikaze: es un escenario de pesadilla, que han temido desde hace meses los servicios antiterroristas (...) En el curso de las últimas semanas, responsables y expertos previnieron sobre atentados islamistas, de una amplitud sin precedentes, que se preparaban contra Francia y era prácticamente imposible detenerlos”.

Un internauta aseguró por Twitter que en una red social hace poco fue publicado un mensaje en el que se advertía a los parisienses que “se cuidaran” porque habría más de “100 muertos” en próximos ataques. A su llegada al Bataclan, Hollande aseguró: “No nos dejaremos impresionar. Iremos a combate. No tendremos piedad”.

Más de 1.500 militares fueron movilizados a las diversas zonas de ataque (hasta el cierre de esta edición, se presumía todavía sobre un tiroteo en Les Halles, en la zona céntrica de París). Las principales líneas del metro y de autobús fueron cerradas y se ordenó el cierre de escuelas y universidades en toda la ciudad. Las salas de espectáculo, por temor a una réplica, fueron clausuradas. La Alcaldía de París recomendó a sus ciudadanos permanecer en sus casas y en las redes sociales muchos se reportaron temerosos, despiertos en medio de una ancha noche cuyo final era incierto.

Quienes estaban en las calles recibieron un refugio improvisado en casas de desconocidos mientras pasaba el temor principal: la extensión de nuevos ataques en la ciudad. Por unas horas, París pareció un inmenso circulo infernal que nunca se detendría. En el remolino imparable de los muertos y el caos repentino, ningún medio atinaba a decir el número exacto de muertos, ni de ataques, ni tampoco a certificar la naturaleza de los terroristas.

Al cierre de esta edición, ninguna agrupación había reivindicado el ataque. A pesar de ello, las sospechas sobre el Estado Islámico (o células relacionadas con su ideología) tienen un piso sustentable: Francia ha aumentado sus bombardeos sobre las zonas de influencia del grupo yihadista, sobre todo en Siria, con la compañía de Estados Unidos.

¿Qué significa el estado de emergencia?

Una de las medidas que tomó el presidente francés, François Hollande, fue decretar el estado de emergencia en todo el país. Dicha herramienta, instaurada en la Constitución el 3 de abril de 1955, le permite al gobierno francés y a sus fuerzas de seguridad tener una vigilancia absoluta sobre los movimientos en el territorio nacional por 12 días (que pueden ser prorrogados). Esta declaración da luz verde a la prohibición de circulación de personas o vehículos por sitios específicos en horas determinadas e instituir zonas de protección o de seguridad. Además, con la declaratoria de emergencia, el Ministerio del Interior puede ordenar la clausura provisional de lugares de reunión de toda naturaleza (salas de conciertos, bares y cafés) y prohibir reuniones sociales que puedan producir caos. Con la prórroga, las autoridades podrían realizar pesquisas día y noche en cualquier domicilio y controlar las publicaciones de toda la prensa en cualquier formato. Esta declaratoria fue utilizada por primera vez durante el retorno de De Gaulle al poder, para prevenir un golpe de Estado.

Por Redacción Internacional

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