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En las últimas semanas, Cartagena ha sido escenario de operativos contra las estructuras criminales dedicadas al proxenetismo y el delito sexual. El saldo de esa ofensiva es la captura de 18 presuntos cabecillas de dichas redes, la expedición de 43 órdenes de captura contra personas señaladas, en la mayoría de casos, de violar menores y el allanamiento de tres establecimientos en la zona de la Bomba del Amparo. Aunque es claro que el actuar de la Fiscalía es atacar el delito, es evidente que las trabajadoras sexuales están pasando un mal rato en la Heroica. Están criminalizadas por estos días y la Policía las hostiga en las calles a diario.
Los lugares donde comúnmente se reunía la gran mayoría de las prostitutas en el Centro Histórico eran la Plaza de los Coches y la Torre del Reloj. Sin embargo, desde que se desarrolla la operación Vesta, por la que cuatro extranjeros fueron solicitados en extradición por el delito de conseguir en esos sitios sexo con menores de edad, las trabajadoras sexuales no se quieren asomar por el lugar. Las que lo intentan son desalojadas por agentes de la Policía. Los turistas y los locales pasan por ahí reparando en la ropa de las mujeres, tratando de adivinar si ejercen o no la prostitución. (Lea aquí: La empresa fachada que une a la "Madame", una exreina e israelíes)
La situación ha provocado quejas y promete incitar un debate que nunca se ha dado con altura en Cartagena: el trabajo sexual, considerado como tal por la Corte Constitucional, que justamente la semana pasada realizó una histórica audiencia para discutir si las alcaldías pueden o no prohibir la presencia de burdeles cuando no hay una reglamentación al respecto en el Plan de Ordenamiento Territorial. Fidelia Suárez, líder del Sindicato de Trabajadoras Sexuales, le contó a El Espectador que varias trabajadoras sexuales del Corralito de Piedra ya la han llamado para pedirle ayuda.
Las prostitutas alegan que agentes de Policía les impiden llevar clientes a residencias y amenazan con cerrarlas. Las molestan si están en la madrugada en las calles y las estigmatizan porque creen que si son prostitutas también son jíbaras. “Esto no puede seguir pasando. Las autoridades no pueden confundir trabajo sexual con delincuencia. La Fuerza Pública no entiende que aquí hablamos de derechos humanos y laborales. Por eso viajaremos el 7 de septiembre a Cartagena a reunirnos con la Policía, la administración y las trabajadoras sexuales. No pueden desconocer el libre tránsito. Una cosa es ir a la Torre del Reloj a alcanzar clientes y otra ejercer la prostitución”, insiste Suárez.
La Torre del Reloj en Cartagena. / @TresEnMil
¿Por qué las prostitutas no están ahora en la Torre del Reloj? La alcaldesa de la ciudad, Yolanda Wong, respondió que ese, al igual que la Plaza de los Coches, es un punto de la ciudad que será vigilado por la Policía como acción permanente para sacar de ahí la prostitución. Pese a que Wong reitera que el trabajo sexual no es delito, agrega que las prostitutas no pueden ser la imagen de la ciudad. “Soy defensora de ellas como mujer, pero no pueden ser la imagen de la ciudad y la Torre del Reloj y la Plaza de los Coches lo son. Cualquiera que vea en el extranjero fotos de esos sitios sabe que es Cartagena. Ellas deben tener sus sitios para captar a sus clientes”, sostuvo Wong a El Espectador.
Pero las trabajadoras sexuales no tienen un lugar fijo a donde ir, porque cuando se intenta poner el tema en debate, se esquiva en el Concejo la propuesta de modificar el Plan de Ordenamiento Territorial. Autoridades como el general Luis Poveda Zapata, comandante de la Policía Metropolitana de Cartagena, son partidarias de crear una zona de tolerancia. “La prostitución en la ciudad no es local, es nacional: más del 50 % de las mujeres que tenemos son extranjeras. Es complicado, con el Código de Policía, acabarla. Hacemos cierres y comparendos a las jóvenes cuando están demasiado insinuosas; hemos hecho más de 100. Pero la ciudad necesita un sitio donde se ejerza esta actividad para sacarla de las plazas públicas”.
La afirmación del uniformado la rechaza categóricamente Claudia Ayola, experta en género y exasesora de la Alcaldía en explotación sexual. “¿Por qué la Policía no multa a la mujer esbelta que se sube en top y short a un Mercedes-Benz? Es un prejuicio. Lo que dicen el general y la alcaldesa es peligroso. Todos tenemos derecho al espacio público. Es igual de digno que en la Torre del Reloj esté una trabajadora sexual o la alcaldesa. Ninguna de las dos tiene más o menor dignidad que la otra. La afirmación de Wong evidencia que en la ciudad hay dignidades superiores. Me preocupa lo que les puede pasar a las prostitutas y que se venga una limpieza social”.
El tema es complejo y las organizaciones de derechos humanos piden que se abra la discusión. Alanis Bello, socióloga de la Universidad Nacional, recomendó un proceso de escucha a las trabajadoras sexuales antes de proponer la zona de tolerancia, porque en el caso de Bogotá se implementó, pero no para proteger derechos de las trabajadoras sexuales, sino para “no afectar a los vecinos”. Se hizo para confinar esas actividades porque se consideran pecaminosas, sucias e inmorales. “Poner una zona de tolerancia no es solución y no garantiza los derechos de las prostitutas”, enfatizó Alanis Bello. El fiscal delegado para infancia y adolescencia, Mario Gómez, recordó que la Fiscalía no persigue lo que no es delito. La prostitución de adultas no lo es, contrario al proxenetismo.