Alias “Chupeta” contó en EE.UU. de los sobornos que pagó a congresistas en los años 90

El excapo del Cartel del Norte del Valle es un testigo clave en el juicio en contra del narco mexicano, “El Chapo” Guzmán. Además de dar detalles de sus andanzas criminales, el colombiano aseguró que durante 17 años fue socio de su par en México.

AFP
05 de diciembre de 2018 - 01:44 p. m.
Antes de su captura den Brasil, "Chupeta" se sometió a varias cirugías plásticas para cambiar su apariencia y esquivar a las autoridades. / Archivo
Antes de su captura den Brasil, "Chupeta" se sometió a varias cirugías plásticas para cambiar su apariencia y esquivar a las autoridades. / Archivo

Millones de dólares en coimas para legisladores, policías de élite y periodistas en Colombia; prostitutas, regalos y apartamentos para agentes de la DEA: en los años '90, no había nada o casi nada que el excapo del narcotráfico colombiano Juan Carlos Ramírez Abadía, más conocido como alias “Chupeta”, no pudiera comprar.

Chupeta, de 55 años, quien fuera el jefe del cartel del Norte del Valle, es hoy testigo del gobierno estadounidense en el juicio de Joaquín Chapo Guzmán en Nueva York. En medio del juicio en contra del capo mexicano, contó que desde 1990 hasta 2007 envió al Chapo decenas de toneladas de cocaína para que las cruzara de México a Estados Unidos.

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Este martes, en su tercer día de testimonio, Chupeta reveló al jurado que pagó al menos $10 millones de dólares en sobornos a legisladores colombianos en la década del 90 para que rechazaran restablecer la extradición, y que llegó a pagar una vez un millón de dólares a un legislador colombiano a cambio de una carta de salvoconducto.

También relató que donó al menos medio millón de dólares para la campaña presidencial de Ernesto Samper, y que sobornó a periodistas colombianos de “televisión y periódicos" para que no se publicase información sobre él.

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Sobre los agentes de la agencia antidrogas estadounidense (DEA) en Colombia, Chupeta contó que les enviaba prostitutas y regalos, incluido apartamentos, a través de policías colombianos de élite que corrompía.

Inclusive, años después de su arresto y extradición, los regalos siguieron. Por ejemplo, en 2015, la noticia de que agentes de la DEA en Colombia participaron en orgías financiadas por carteles y recibieron dinero, armas y regalos del narco provocó la caída de la directora de la agencia antidrogas.

Chupeta amasó una fortuna de más de $1.000 millones de dólares, enviando unas 400 toneladas de cocaína en aviones, barcos pesqueros y semisumergibles a Estados Unidos vía México, hasta su arresto en Brasil en 2007, cuando le incautaron $120 millones de dólares en efectivo y en oro.

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Vivía a todo lujo: tenía varias casas, un yate, una colección de relojes y valiosas obras de arte, entre ellas dos pinturas del colombiano Fernando Botero estimadas en medio millón de dólares cada una, cuyas fotos fueron mostradas al jurado.

Nunca le tembló la voz al ordenar asesinatos. Lo hizo en más de 150 ocasiones, según sus propios informes contables donde registró los pagos a los sicarios."Es imposible ser el líder de un cartel en Colombia sin que haya violencia", se justificó ante el abogado defensor William Purpura, a cargo de su contrainterrogatorio.

Durante su intervención, también contó que mandó matar a 36 familiares o colaboradores de su exsocio Víctor Patiño, alias La Fiera o El Químico, que fue detenido y extraditado a Estados Unidos y estaba colaborando con las autoridades. Uno de esos asesinatos, el de un hermano de Patiño,  le costó $338.776 dólares en sicarios, según sus libros de contabilidad.

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Chupeta no recuerda todos los asesinatos que ordenó, ni sabe todos los nombres de sus víctimas. "No los he contado", dijo el testigo, cuya apariencia es extraña como resultado de sus múltiples cirugías plásticas para modificarse el rostro a las que se sometió en Brasil: implantes en los labios y en los pómulos, una nueva nariz, ojos estirados, trasplante de pelo y hasta un hoyuelo en la barbilla.

También mató él mismo a un hombre en 2004, a quemarropa, disparándole en la cara a menos de un metro de distancia. El Chapo, considerado uno de los mayores jefes del cartel mexicano de Sinaloa, de 61 años y extraditado a Estados Unidos hace casi dos años, es acusado de traficar más de 155 toneladas de droga a este país. Si es hallado culpable, puede ser condenado a cadena perpetua.

Por AFP

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