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Hasta hoy, 27 de febrero de 2020, solo una vez en la historia de la Corte Suprema de Justicia se había registrado el hecho de que el alto tribunal perdiera el quórum de la Sala Plena. Ocurrió hace 35 años, cuando los magistrados del momento murieron en la toma y retoma del Palacio de Justicia. Sus despachos quedaron, a la fuerza, vacíos y, todavía con la conmoción de ver el edificio en llamas y los primeros reportes de personas desaparecidas, el presidente Belisario Betancur decidió elegir él mismo a los reemplazos de los juristas fallecidos. Hoy, aunque no hay ni incendios ni hechos violentos, la Corte volvió a quedarse sin quórum.
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Hasta hoy tenían plazo los magistrados actuales para elegir a uno de las siete vacantes que tiene el alto tribunal para no quedarse sin la mayoría para tomar decisiones claves. El magistrado Ariel Salazar termina su periodo y su salida deja a la Sala Plena con 15 magistrados, justamente uno menos que los 16 que, dice el reglamento, se necesitan para elegir nuevos integrantes, el presidente de la Corte, o cambiar sus propias reglas de juego. Su salida es, para muchos, un alivio pues representa el último de una generación antigua de la corporación que quiso, a como diera lugar, seguir imponiendo sus criterios y heredando a su gusto y a dedo los despachos en el alto tribunal.
Sin embargo, para otros cercanos a la Corte, es una “vergüenza” que la Corte esté hoy como en 1985. “Desde el año pasado sabían que esto podía pasar, pero no logramos entendernos entre nosotros y negociar los reemplazos. Nos debería dar pena a todos porque no puede ser que en la cúpula del Derecho, donde deberían estar los mejores abogados, los que estamos ni siquiera podamos tomar estas decisiones y darnos cuenta de la responsabilidad que tenemos con el país”, le confesó a este diario uno de los magistrados que intentó hasta ayer miércoles lograr que sus compañeros tomaran decisiones de fondo y evitar perder el quórum.
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“Era inevitable que esto pasara”, agregó una magistrada de la Corte, quien tiene una visión diferente de los sucedido. “Entendemos lo que pasó y las consecuencias que podría tener. Pero no íbamos a permitir que nuestra corporación siguiera en manos de quienes no se toman en serio el valor de la toga. Es preferible estar como estamos, que seguir con esa espantosa tradición que lleva años arraigada en estas Salas. Esto es para el bien de todos y en unos años el país va a saber la importancia de lo que está pasando en febrero de 2002”, explicó la jurista. Aunque quienes comparten esta posición no se atreven a dar más detalles de la situación que los llevó a este panorama, existen ciertos indicios de las razones.
Desde hace años, se sabe ya, existen serios reparos entre los magistrados de la Sala Penal y la Sala de Civil, especialmente entre los viejos y nuevos magistrados. De las más recientes elecciones trascendió, por ejemplo, que pese a que la Sala Penal tenía prácticamente elegido una de sus vacantes, con 14 votos a favor de Hugo Quintero, el magistrado Ariel Salazar (de la vieja generación) no estuvo de acuerdo con este candidato y habría sido quien bloqueó esta elección -que hubiera evitado perder el quórum. Además de Quintero, la Sala Penal ya tenía a sus otros dos candidatos: Fabio Ospitia y Gerson Chaverra. Pero en Sala Plena, el resto de magistrados no apoyó estos nombres.
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Salazar, por su parte, ha divulgado tres cartas desde que se supo de esta crisis y, para la mayoría de magistrados, “sus mensajes solo han mostrado que se quiere salvar el pellejo echándole la culpa de sus actuaciones a otros”. En sus mensajes, el hoy exmagistrado expresó su negativa a asumir cualquier responsabilidad en la desintegración del quórum “ya que nunca he estado de acuerdo con el vicioso sistema de acumular las vacantes como forma de presionar la elección de los recomendados, despreciando el sistema de selección por méritos que consagra el reglamento que la propia Corte se dio en cumplimiento de la función constitucional”, indicó.
“Las elecciones en la Corte no se vienen dando bajo parámetros objetivos que conduzcan a la elección de los mejores candidatos”, expresó Salazar, quien calificó de “dañino” que se esté cuestionando su votación por ser la persona próxima para acabar periodo, pues ya en otra carta dejó en claro que había votado en blanco en algunas ocasiones antes de hacerlo por candidatos que estarían recomendados. “Lo que sucedió en las últimas 30 sesiones de Sala Plena, donde debatimos elecciones, fue justamente evitar lo que Salazar ha dicho que estaba sucediendo. Y por eso estamos tranquilos pues sabemos que lo se hizo fue lo correcto”, agregó otro magistrado.
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Quienes se opusieron a seguir con esa “tradición incompatible con la Corte” tienen entre manos una salida que, desde hace tiempos, están listos para proponer. No lo hicieron antes pues querían hacerlo sin Salazar en la Corte. El próximo viernes 28 de febrero está citada una sala extraordinaria en el que ya no habrá quórum. Sin embargo, esa será la oportunidad perfecta para que varios togados planteen la estrategia de darle una nueva interpretación al reglamento de la Corte que dice que, para elegir vacantes o dignatarios, debe haber a menos 16 votos. Según ese estipulado, el número mínimo de elección es el de dos terceras partes de 23, que es el número total de magistrados que componen el alto tribunal.
Pero, ¿qué pasa cuando no hay 23? Allí radica la nueva propuesta que se discutirá el viernes. Para los autores de esta estrategia, es literalmente imposible cumplir con esa regla tal cual está estipulada. Por el contrario, lo que proponen, para poder avanzar en este lío, es aclarar que las dos terceras partes que se necesitan para tener quórum se deben contabilizar con el número de magistrados vigentes y no con los 23 que es el total de la Corte. Es decir, si hoy hay 15 magistrados en la Corte, el mínimo de votos para elegir sería de 10. Una maniobra que tienen bajo la manga varias juristas, pero que solo sabrán sin es exitosa este viernes.
Desde ya se sabe que hay varios magistrados que no están muy seguro de apoyar esa propuesta pues consideran que hacer ese cambio iría en contra de lo ya estipulado pues, inclusive para cambiar el número de quórum, se necesitarían 16 votos. Además, porque como ya se presentaron las listas de candidatos, todas ellas se elaboraron teniendo en cuenta que el ganador necesitaba 16 votos y, un número diferente a este, podría acabar en una nulidad de esa elección. En la sala extraordinaria del próximo viernes se decantará esta posibilidad y un par más. Una, que ya fue discutida pero no salió adelante, que apunta a que elijan un magistrado auxiliar para que tenga voz y voto y lograr esos 16.
Y la otra, que también ya fue discutida pero no caló en los magistrados, es que cada uno de sus votos se haga público y así identificar quién estaría bloqueando las elecciones y por qué. “Vamos a proponer estas dos opciones, que ya sabemos que no prosperaron. Pero ante las nuevas circunstancias y la nueva conformación de la Corte, esperamos que al menos una se apruebe”, explicó un magistrado. Sin importar lo que pase de ahora en adelante, agregó el jurista, lo importante es evitar que agentes externos se entrometan en nuestras decisiones de Sala Plena “porque ante todo hay que proteger a separación de poderes y los poderes que nos da la Constitución”.
El magistrado hace referencia a la tesis que ha venido calando durante varios meses a que apunta a que, com en 1985, el presidente podría elegir a un magistrado para que la Corte tenga quórum para elegir. Esta posibilidad es la más temida pues solamente se sabe de una ocasión en donde no hubo otra alternativa: después de la toma y retoma del Palacio de Justicia. “Es claro para todos que la situación no es como la de hace 35 años, pero que puede pasar, sí puede pasar. El presidente lo haría a través de un decreto presidencial y aquí llegaría un abogado completamente ajeno a nosotros y a lo que estipula la Carta Política”, explicó un funcionario de la Corte.
Si este es el panorama, agregó el abogado de alto tribunal consultado, las votaciones se volverían a entorpecer pues está convencido de que la Corte no va a permitir esta posibilidad. “Demandaremos ese decreto y cuantos sean necesario. Pero aquí no se mete nadie”, agregó. Mañana viernes será otro día clave en el alto tribunal. Lo que pase de aquí en adelante será de la más alta importancia para la estabilidad de la corporación y también para su imagen que hoy, sin el quórum necesario, quedó cojeando.