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El 9 de abril de 2017, labores investigativas de miembros de la DEA los llevaron al hallazgo de US$455.050 en una casa en La Habra Heights, una pequeña localidad de California que no pasa de los 6.000 habitantes, ubicada al suroriente de Los Ángeles. Con interceptaciones telefónicas, los agentes federales descubrieron que el dinero estaba ahí por solicitud de un hombre de 53 años llamado Luis Fernando Toro Londoño, también conocido como la Vaca. Dos años más tarde, Toro Londoño sería detenido en Medellín, señalado por la Policía colombiana de haber sido quien introdujo al exfutbolista John Viáfara en el mundo del narcotráfico.
El detalle de los dólares lo incluyó en una declaración bajo juramento Mario*, un veterano agente especial de la DEA, con doctorado en derecho, que lleva más de 28 años trabajando con ese organismo. Mario hizo parte del grupo de investigadores a quienes les asignaron la tarea de desmantelar una red que, desde 2008, movía droga de Suramérica hacia Centroamérica para, finalmente, comercializarla en los Estados Unidos, en la cual apareció involucrado el exjugador del Once Caldas —equipo con el que ganó la Copa Libertadores en 2004—. La declaración de Mario es una de las pruebas claves que se encuentran en el expediente de Viáfara.
En una celda de 12 metros cuadrados de la cárcel La Picota, el exjugador de fútbol aguarda a que se defina su suerte, la cual está en manos de la Corte Suprema de Justicia. Luego de pasar por la Cancillería y la Fiscalía, a ese alto tribunal y a la Procuraduría llegó el proceso completo, el cual incluye tres soportes esenciales: la acusación (indictment) de un gran jurado de la Corte del Distrito Este de Texas contra seis personas, que es un escueto documento de cuatro páginas que aún está catalogado como confidencial, y las declaraciones del fiscal auxiliar del caso, Robert*, y de Mario, el agente de la DEA.
(En contexto: Así funcionaba la red de narcotráfico de la que haría parte John Viáfara)
Viáfara, cuyos apodos al parecer eran Futbolista, Goleador o Makelele; Luis Fernando Toro Londoño o la Vaca; Pablo Hernando de San Nicolás Medina, conocido como Don José o Enano; Iván Darío de los Ríos, llamado Pelusa o Pedro, y Primitivo Oliveros, a quien se referían como Mi Señor o Tony, fueron capturados este año en una operación que la Policía bautizó Gedeón. Con excepción de Viáfara, a todos los capturaron en Medellín. Toro Londoño, se supone, era la cabeza de la organización; vivía en un sector exclusivo de Envigado, usaba gafas enchapadas en oro y manejaba camionetas de alta gama blindadas.
Ellos cinco enfrentan los mismos cargos. “A sabiendas e intencionalmente —dice la indictment— coordinaron, concertaron y acordaron con otras personas conocidas y desconocidas para el gran jurado de los Estados Unidos” con el fin de conspirar para fabricar y distribuir cocaína en ese país, y distribuir cinco kilogramos o más de cocaína “teniendo causa razonable para creer que sería importada ilícitamente” a EE. UU. La razón por la que la indictment permanece bajo reserva es porque un sexto hombre aún es buscado por las autoridades colombianas y estadounidenses. El Espectador omite su nombre y alias para no entorpecer la investigación.
De California al proyecto Pájaro
En la declaración bajo juramento que Mario realizó el pasado 9 de abril, y que se adjuntó al expediente Viáfara, el agente especial relató que quien custodiaba los dólares en la casa de La Habra Heights era una mujer llamada Alma Epstein. Alguien informó a Luis Fernando Toro Londoño del imprevisto. Él pidió una copia de la acusación en contra de Epstein. Alguien envió una foto del pago de la fianza de Epstein, ante lo cual Toro Londoño reclamó que esa imagen no correspondía a su solicitud. Un episodio narrado en detalle para demostrar que a Toro Londoño y a su gente les estaban pisando los talones desde hacía más de dos años.
En junio de 2017, el nombre de John Viáfara apareció en el mapa de la investigación. Meses antes, Toro Londoño y los otros detenidos empezaron a hablar con frecuencia del “proyecto Pájaro”. “Todo está listo para el proyecto Pájaro”, decía Toro Londoño a sus interlocutores, que iban dejando registro de lo que ocurría en un hangar del aeropuerto de Quibdó (Chocó): estaban almacenando cocaína, según el agente especial de la DEA, y la marcaban como RS o HK-17. El 30 de junio de 2017, de acuerdo con la versión mencionada, Pablo Medina (Don José) le envió una foto a John Viáfara.
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Esa imagen es hoy prueba reina para la DEA contra el exfutbolista. En ella se veían varios paquetes de cocaína con la marca HK-17. Un mes y medio más tarde, en agosto de 2017, se incautarían cuatro kilos de cocaína en Estados Unidos que tenían la misma marca. En julio 6 de 2017, de acuerdo con la narración del agente de la DEA, Viáfara volvió a asomarse en la investigación. Ese día se habría interceptado una llamada entre él y Primitivo Oliveros, quien supuestamente le manifestó que estaba esperando un “anticipo” de un cargamento de Toro Londoño y le contó que la Policía había instalado puestos de control en la zona por la que se movían.
Una semana después de esa conversación se incautaron 852 kilogramos de cocaína en el aeropuerto El Caraño, de Quibdó (Chocó). “Interceptaciones previas y posteriores revelaron el involucramiento de los detenidos”. El tema pasó desapercibido en el país, pues apenas un par de medios lo reseñaron. “En uno de los hangares del aeropuerto donde se percibió un olor fuerte y penetrante característico, fueron hallados 42 lonas de fibra color blanco y en ellas, 850 paquetes de forma rectangular”, contó el noticiero regional 90 Minutos, que transmite Telepacífico. En ese momento no hubo capturas.
Pablo Medina e Iván de los Ríos (alias Don José y Pedro, respectivamente, quienes también fueron arrestados en Medellín este año) estaban preocupados por la incautación. Eso, al menos, asegura la DEA con base en las interceptaciones telefónicas. Supuestamente, ellos no querían que el presunto narcotraficante a quien la DEA y las autoridades colombianas aún buscan se enterara de lo sucedido. Y no eran los únicos inquietos. Así estaba también, según la DEA, John Viáfara. Primitivo Oliveros (Mi Señor) le habría dicho al exfutbolista que ese tipo de confiscaciones eran muy raras.
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Las indagaciones sobre esta supuesta red continuaron. La DEA concluyó, por ejemplo, que el teléfono que Viáfara usaba para hablar sobre cargamentos de droga era el mismo que usaba para dar entrevistas a medios de comunicación sobre temas deportivos. La DEA descubrió igualmente, con seguimientos e interceptaciones, que Pablo Medina (Don José) e Iván de los Ríos (Pedro) cuadraron una reunión con representantes de un cartel mexicano y se desplazaron de Medellín a Cali para cumplir la cita. El mismo Pablo Medina que, según la DEA, le envió a Viáfara fotos del cargamento de drogas que a la larga resultó en manos de la Policía.
Viáfara fue capturado el 19 de marzo de este año en la vía que va de Jamundí al corregimiento de Robles (Valle del Cauca), a la 1:35 p.m. De acuerdo con la indictment en su contra, él hizo parte de una organización narcotraficante que, desde 2008, recurrió a lanchas go-fast, buques, embarcaciones pesqueras, sumergibles, aeronaves y camiones para sacar droga del país hacia Centro y Norteamérica “en nombre del Clan del Golfo”. Además de las interceptaciones e incautaciones, la justicia estadounidense cuenta con confesiones de delatores que, se supone, trabajaron con esta red.
“Revisen mis cuentas”
En el momento en que fue detenido, el exfutbolista se declaró inocente, aseguró que su defensor aclararía todo y pidió que revisaran sus cuentas y hasta “sus deudas”. El propio director de la Policía, el general Óscar Atehortúa, admitió que Viáfara no declara renta ni tiene propiedades a su nombre, “lo que no se esperaba”, señaló el alto oficial en público luego de la captura. Pero su abogado, Carlos Enrique Viveros, le dijo a este diario que “no se está negando nada, pero tampoco se acepta una responsabilidad directa”. El litigante, experto en asesorar casos de extradición, aseguró que el sistema judicial estadounidense es mucho más flexible que el colombiano.
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Por esa razón, señala Viveros, lo más probable es que le pidan a las autoridades colombianas una extradición simplificada, pues, dice, “aquí se pierde mucho tiempo”. Los abogados de Viáfara le han aconsejado al exjugador, sobre todo después de ver lo ocurrido con el caso Santrich, que viaje pronto a Texas y pida que Estados Unidos descubra las pruebas en su contra. “Creemos que ellos sí tienen las grabaciones y fotos que dicen tener, lo que hay que ver es hasta qué grado lo comprometen. Así él puede decidir si lo mejor es irse a juicio o negociar una sanción proporcional”. Viveros agregó que Viáfara está muy tranquilo en la cárcel La Picota.
“La gente se equivoca a veces, pero él está afrontándolo con dignidad. Ha tenido un buen recibimiento de los demás internos, tiene un buen vivir, es un hombre que se hace querer”, destacó Viveros. El destino de John Viáfara está ahora en manos de la Corte Suprema, y si sus abogados no solicitan la extradición simplificada, en tres o cuatro meses habría una decisión. En cambio, si se pide que se reduzcan los trámites, Viáfara terminaría montado en un avión de la DEA mucho más pronto de lo que se espera, como un epílogo que no se veía venir para el mediocampista que ayudó al Once Caldas a alcanzar su sueño de obtener su primera Copa Libertadores.
*Nombres modificados para proteger las identidades de los funcionarios, pues el proceso aún se encuentra sellado.