Jaime Garzón interpretando a su famoso personaje Néstor Eli. / Archivo El Espectador
La memoria de Garzón debe perpetuarse en la negociación real, no en la retórica farisea sobre la paz. Sobra seguir llorando sobre los cadáveres de los nuestros.
Por Alfredo Molano Bravo
Temas recomendados:
Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación