La justicia restaurativa, una alternativa distinta a castigar a menores de edad

Las campañas presidenciales van tomando forma y se empiezan a oír propuestas para penalizar a personas cada vez más jóvenes. En el Estado, sin embargo, la oferta apunta a otra salida: la justicia que, en vez de sancionar, sana.

Nicolás Marín Navas
12 de enero de 2018 - 02:00 a. m.
Para los gestores del proyecto, el reto es dar a entender que no traduce impunidad. / Andrés Torres - El Espectador
Para los gestores del proyecto, el reto es dar a entender que no traduce impunidad. / Andrés Torres - El Espectador
Foto: ANDRÉS TORRES/ EL ESPECTADOR -

Cuando el candidato presidencial Germán Vargas Lleras presentó su programa de seguridad ciudadana, mencionó una iniciativa en términos de justicia que poco ha sido debatida: que a los menores de edad se les pudieran imputar delitos desde los 12 años y no desde los 14, como está establecido hoy. En el Ministerio de Justicia, sin embargo, llevan dos años trabajando en un proyecto piloto que apunta hacia otro lado: la justicia restaurativa. Es decir, poner el énfasis en reparar el daño causado más que en el castigo. La iniciativa, impulsada por el Ministerio de Justicia y la Organización Internacional de Migraciones (OIM), parte de una tarea nada sencilla: explicar que este tipo de justicia no implica impunidad.

En el programa piloto que se implementó el año pasado en Bogotá y en Cali, se trabajaron 20 casos en los que se aplicó la justicia restaurativa, la cual, además, pretende que el o la joven que cometió la agresión pueda entender su error, que la víctima logre dar a conocer sus necesidades y que ambos puedan regresar al ambiente escolar sin violencia, pues el piloto se ocupó sólo de estudiantes. El campo de acción se centró en tres situaciones diferentes que pueden vivir los menores: conflictos escolares o que afectan la convivencia escolar, adolescentes que ya cometieron un delito y se acogieron a un principio de oportunidad y procesos para jóvenes ya sancionados.

(En contesxto: Seguridad ciudadana 24 horas y cero impunidad, la propuesta de Vargas Lleras)

Uno de los casos que recuerda el coordinador del programa de la OIM y del Ministerio de Justicia, Daniel Escobar, fue el de “dos niñas que tuvieron una riña en el colegio. Hubo lesiones personales y llevaban un año de pelea. En el proceso se hizo un círculo de paz en el que estuvieron presentes los familiares de las dos niñas, el fiscal del caso y el equipo interdisciplinario. Las dos niñas contaron que habían sido amigas antes. Comenzaron a recordar cuando se visitaban, lo que les gustaba comer, las cosas que hacían. Sirvió como elemento para seguir con el proceso de reconciliación”.

En Bogotá, un par de adolescentes llevaban en conflicto más de un año. En el proceso, el ofensor se dio cuenta de que su compañero era hincha de Millonarios, como él. Por iniciativa propia decidió regalarle un banderín del equipo firmado por los jugadores de hace 10 años. La primera reacción del joven fue rechazar el regalo, pues comprendía el valor de este. Al recibirlo, el caso se hizo mucho más fácil de llevar.

Escobar reconoce varios problemas para la implementación del proyecto, entre ellos el desconocimiento por parte de las víctimas, los victimarios y sus familias. “Se piensa que simplemente es restablecer los derechos del agente ofensor, pero esto también implica entender las necesidades las víctimas. Se necesita mayor capacitación y hace falta extenderse para ir fortaleciendo la capacidad humana del sistema”.

Un caso que entra en la justicia restaurativa tiene diferentes instancias durante el proceso, las cuales se trabajan con un equipo interdisciplinario que aporta el Ministerio de Justicia. Lo primero es trabajar con cada una de las partes por separado. Posteriormente, si es posible, se promueve un encuentro mediado en el que la que el victimario pueda hacer un acto de reconocimiento de su responsabilidad. Al superar esto se involucra a la familia en un encuentro similar y, por último, se realiza el circulo de paz, el cual consiste en hacer partícipes a los miembros de la comunidad, como los amigos, quienes, según Escobar, “muchas veces están metidos en los conflictos”.

Uno de los casos mencionados por el Ministerio de Justicia es el de dos jóvenes que lograron resolver su conflicto con la ayuda de sus familiares y de sus compañeros. “Durante la práctica, la madre de uno de los involucrados (de la víctima) manifestó que el ejercicio dejó cosas positivas, destacó la presencia de profesionales trabajando con ellos. Tuvieron la valentía al reconocer sus errores y ofrecer disculpas”, le dijeron a este diario voceros del Ministerio. Por su parte, la madre del joven ofensor indicó, según el Ministerio: “Con este proceso le he visto un cambio a mi hijo muy favorable tanto en la casa como en el colegio. Esta es una experiencia que no sólo sirve a los chicos, sino también a los grandes”.

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La propuesta del candidato Vargas Lleras, dice Daniel Escobar, “para las personas que trabajamos en este tema es un retroceso. Los adolescentes que cometen delitos, muchas veces han sido víctimas. Además, no tiene en cuenta que las cifras en los delitos de adolescentes han venido bajando. Los delitos que más se cometen nos son homicidios o extorsión, sino que el sistema está inundado de adolescentes que están en temas de consumo, porte de estupefacientes y los que están con delito contra el patrimonio, el cual se traduce en hurto simple. Endurecer las penas, por otro lado, no tiene sustento empírico”.

Los retos que vienen este año no son pocos. En primer lugar, una de las aspiraciones es que la gente comience a conocer la herramienta. Además, en 2018 se buscará llegar a adolescentes que tienen otro tipo de sanción, “como la privación de su libertad. Es importante que la gente conozca el sistema de justicia restaurativa, es importante que las personas sepan en qué consiste este sistema para adolescentes”, aseguró Escobar. La necesidad en este momento, para Escobar, “es un cambio de cultura de tipo punitiva a una cultura que se centre más en garantizar los derechos del adolescente y de las víctimas”.

 

Por Nicolás Marín Navas

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