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Los misterios que rodean las investigaciones por las supuestas interceptaciones ilegales que se realizaron desde las oficinas del polémico hacker Andrés Sepúlveda crecen cada día más por los testimonios que han entregado otros implicados en el escándalo. El pasado miércoles por la noche la Fiscalía capturó, en el municipio de Candelaria (Valle), al ecuatoriano Daniel Agustín Bajaña Barragán, uno de los hombres de Sepúlveda que habría ‘chuzado’ el correo electrónicos del exvicepresidente Francisco Santos y de otros líderes políticos. Ya ha hablado en varios medios de comunicación, pero sus declaraciones, para las autoridades, son incongruentes y algunas veces faltan a la verdad.
Recluido en el búnker de la Fiscalía y custodiado por agentes del CTI, Bajaña aseguró que espera “que se pueda aclarar toda esta situación. Me siento atropellado (...). No se va a permitir que el honor de la patria colombiana sea mancillada”. Su captura se debe a las declaraciones que ha entregado a la justicia el español Ricardo Revert, uno de los hackers del clan Sepúlveda que les reveló a las autoridades la serie de maniobras irregulares que se habrían realizado desde las oficinas en el parque de la 93 en Bogotá. Revert dijo el pasado 13 de mayo al ente investigador que el ecuatoriano era el más experimentado para acceder a cuentas de correos electrónicos y que él “’chuzó’ el correo de Pacho Santos, se ‘chuzó’ el de la secretaria”.
El español fue enfático en señalar que en el computador de Bajaña se guardaba una gran cantidad de evidencias que develarían cómo se operó desde la oficina de Sepúlveda. Pero entre los aspectos que más llamaron la atención del perfil del ecuatoriano es que él mismo aseguró —Revert también lo hizo— que había trabajado e infiltrado varias agencias de seguridad latinoamericanas. Entre ellas el Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional de Venezuela), el Comaco (Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Ecuador), la Fuerza Aérea de Perú y de Argentina, que también había logrado extraer documentos clasificados de Nicaragua y había obtenido información sobre operaciones contra las Farc en Ecuador.
En varias oportunidades el ecuatoriano ha manifestado que trabajó en el CTI en la ciudad de Cali. En su breve declaración a los medios, mientras caminaba esposado, Bajaña señaló que él solamente trabajó en la oficina de Sepúlveda hasta el 26 de febrero de este año, por su “relación con el señor Juan Carlos Valencia, o sea, por mi relación con el CTI”. Valencia es el actual jefe de la Unidad de Delitos Informáticos de esta entidad en la capital del Valle, sin embargo, personas cercanas de su grupo de trabajo manifestaron que jamás existió tal relación, ya que el ecuatoriano nunca trabajó con el CTI ni mucho menos fue colaborador de Valencia.
Fuentes de la Fiscalía puntualizaron que Bajaña llegó como un testigo a las oficinas del CTI de Cali manifestando que era un experto en ciberdefensa y que quería prestar sus servicios, ya que tenía información clasificada. Fue entonces que analizaron los documentos y le practicaron pruebas técnicas para que demostrara sus supuestas habilidades. El resultado fue poco alentador, sus conocimientos eran básicos y sus ‘secretos’ no eran verosímiles porque parecían más un cuento fantástico. En pocas palabras, la versión del ecuatoriano desbordaba la realidad, ya que las autoridades nunca creyeron que él podía haber filtrado agencias de seguridad de otros países.
La Fiscalía también investiga si Bajaña tuvo vínculos con la cuestionada sala de inteligencia del Ejército ‘Andrómeda’, ya que según indicó el director del CTI, Julián Quintana, tienen “fuertes indicios que el caso hacker (Sepúlveda) tiene una vinculación casi directa con el caso ‘Andrómeda’, por eso es objeto de investigación. En su oportunidad haremos criterios y fundamentos probatorios que respalden nuestra tesis”. El ecuatoriano está a la espera de que empiece en su contra la audiencia de imputación de cargos por los delitos de acceso abusivo a sistemas informáticos, interceptación ilegal de información informática, espionaje y concierto para delinquir.
Para la Fiscalía es claro que desde la oficina del hacker que prestaba sus servicios a la campaña presidencial de Óscar Iván Zuluaga —quien es cuestionado por aparecer en un video junto a Sepúlveda preguntando por el proceso de paz en La Habana— se interceptaron comunicaciones que comprometían la seguridad del Estado. Bajaña ha dicho que jamás conoció a Zuluaga, pero sí que su grupo de trabajo realizó maniobras ilegales. Los implicados en el escándalo que ha permeado las elecciones presidenciales ya están prendiendo sus ventiladores. Sin embargo, aún queda la duda de quiénes eran los “altos mandos” —como dijo el ecuatoriano— que ordenaron ejecutar estas acciones.