Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Los narcotraficantes colombianos que terminan extraditados a Estados Unidos ya no son los reconocidos mafiosos que dirigían tenebrosas empresas del crimen. Esos grandes capos que terminaron en una prisión estadounidense, como el Loco Barrera, Chupeta, Carlos Lehder o los hermanos Rodríguez Orejuela son cosa del pasado. Los temidos líderes de los grandes carteles de la droga, que mantenían un alto perfil ante la sociedad, los medios de comunicación y las autoridades, ufanándose de sus vidas llenas de excesos y opulencia, son una especie en vía de extinción. Ahora mutaron y son hombres que delinquen a la sombra y con métodos cada vez más sofisticados.
Así lo asegura la Unidad Especial Investigativa de la Dijín (SIU, por sus siglas en inglés), equipo élite de la Policía encargado de desarticular los grupos narcotraficantes en colaboración con la Administración para el Control de Drogas (DEA) presente en Colombia. Su misión es llevar ante los grandes tribunales estadounidenses a los líderes de los grupos narcotraficantes. Aunque las autoridades aún señalan al clan del Golfo como la estructura de narcotráfico más grande del país, también indican que, desde hace dos años, pequeños grupos de narcos ubicados en el sur del Pacífico y en la frontera con Ecuador están exportando entre el 60 % y el 80 % de la cocaína que llega a territorio estadounidense desde Colombia.
El dato es de total relevancia, porque hasta las últimas dos décadas los corredores de narcotráfico que más enviaban droga a los Estados Unidos se encontraban en la región Caribe colombiana o salían por Venezuela a suelo norteamericano. El año pasado, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito señaló que en el suroccidente del Pacífico (Cauca, Nariño y Valle del Cauca) fueron incautados más de 73.000 kilos de cocaína, mientras que en el nororiente del país (La Guajira, Norte de Santander, Cesar y Arauca) fueron decomisadas algo más de 20.000. El panorama puede ser peor si se tiene en cuenta el aumento del 13 % en los cultivos (188.000 hectáreas), según aseguró este año la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas de la Casa Blanca.
Carteles de droga en Colombia, en vía de extinción
Aunque en el país hay varias rutas de narcotráfico, la Dijín y la DEA han concentrado sus esfuerzos en desmantelar estos grupos en el suroccidente del país. Por eso, el año pasado, las autoridades lograron capturar a alías Román, heredero de las estructuras que dominaron los hermanos Calle Serna, más conocidos como los Comba, en el Valle de Cauca. En esa operación conjunta con la DEA se capturó a 27 personas que eran requeridas por tribunales estadounidenses: 10 en Ecuador, 15 en Colombia y dos en Estados Unidos. En total, la SIU emitió el año pasado 52 órdenes de extradición, y en lo corrido de 2017 ha hecho 14.
Pero ¿por qué someter a estos jefes a la justicia estadounidense y no a la colombiana? Fuentes de la Policía le aseguraron a El Espectador que se tomó esta decisión porque cuando eran sometidos a la ley nacional tenían un gran poder corruptor sobre los funcionarios judiciales e incluso la Fuerza Pública. “Cuando los jefes narcos llegan a Estados Unidos y ven la dureza de la justicia en temas de narcotráfico empiezan a colaborar: entregan bienes y dan detalles sobre más implicados y las rutas de narcotráfico”, aseguró un agente encubierto que se encarga de llevar las pruebas a la justicia estadounidense.
Aunque la unidad recurre a agentes infiltrados y la interceptación de celulares, entre otras acciones, la información que entregan los narcotraficantes en Estados Unidos ha sido fundamental para desarticular los grupos que van en aumento en el sur del Pacífico colombiano. Las llamadas interceptadas por los miembros de la Dijín ayudan a determinar a qué zona de Estados Unidos van dirigidos los cargamentos de droga. Estas pruebas terminan siendo fundamentales para determinar ante qué tribunal estadounidense deben llevar a comparecer a los arrestados.
México, el nuevo destino de la droga
Sin embargo, la mayoría de los cargamentos no están llegando directamente a Estados Unidos. Los informes de inteligencia señalan que, en la mayoría de los casos, los carteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y los Zetas son los encargados de recibir la droga en la costa pacífica mexicana. Las bandas de narcotraficantes colombianos ya no envían droga por vía aérea. La actual ruta, según labores de inteligencia de autoridades colombianas, parte del sur de Buenaventura (Valle del Cauca) o Tumaco (Nariño), bordea la costa ecuatoriana, luego se dirige al norte bordeando las islas Galápagos por el occidente y de allí directamente a México.
Incluso se tiene prueba de que algunos cargamentos llegan a las maras en Honduras, Guatemala y El Salvador. La idea de estas enormes pandillas es meterse a negociar directamente con los carteles mexicanos y transportar la droga, como lo hicieron durante décadas pasadas para los carteles colombianos. ¿Qué tienen para ofrecer?: transporte y protección. Los carteles mexicanos son los dueños del cargamento, pero no tienen la logística suficiente para mover la droga con gente de su organización.
A finales de enero pasado fue capturado en Medellín Irineo Sánchez Romero, alias el “Mexicano”, quien se encontraba en Colombia desde hacía dos años. Era el enlace entre los Zetas y las estructuras narcotraficantes para el transporte de la droga hacia el Centro y Norteamérica. Sánchez Moreno logró huir en 2016 de un procedimiento judicial en el que fueron capturados sus contactos en Colombia. Según la Policía, tiene vigente una solicitud de extradición emitida por una corte de la Florida por narcotráfico.
Este equipo especial de la Dijín reconoce que, además de que las bandas evitan operar bajo un nombre específico —como lo hacían los antiguos carteles colombianos—, cada vez tecnifican más sus operaciones para traficar, e incluso sus enlaces con los carteles mexicanos vienen a enseñarles nuevas modalidades para eludir los controles marítimos. “Es un panorama complejo que demanda articulación entre países para impactar de manera eficaz a las organizaciones narcotraficantes. Las rutas marítimas son por donde estos grupos movilizan la droga a otros países en lanchas de alta velocidad, sumergibles y semisumergibles”, aseguró un agente encubierto de la SIU.
Según la unidad, las rutas de narcotráfico varían para despistar a las autoridades. Sin embargo, siempre cuentan con áreas de apoyo logístico, es decir, personas que ubicadas cada 400 o 500 metros para abastecer combustible a las lanchas rápidas. “También nos hemos dado cuenta de que cuando se hacen las interceptaciones, ellos lanzan los bultos de droga al mar. Estos paquetes en su interior tienen GPS que les permiten a miembros de su organización venir más a delante a intentar recuperar el cargamento”, señaló un patrullero encubierto de la unidad especial de la Dijín.
La SIU se prepara para enfrentar un panorama en el que las Farc abandonaron las rutas de narcotráfico que tenían en esa zona del país. Hoy, a bala, se las disputan la disidencia de esta guerrilla y los grupos paramilitares posdesmovilización. En otras zonas del país, como Chocó y Arauca, el Eln está aprovechando el vacío que dejó el grupo para entrar en el negocio de la droga. Sin embargo, para la SIU, estas nuevas pequeñas bandas se han vuelto una prioridad porque, según ha podido establecer, a diario envían entre tres y cinco cargamentos de droga para Estados Unidos, capacidad logística que los grupos armados ilegales organizados no tienen.
📷