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"Histérico, enfurecido, colérico, furibundo, iracundo y cabreado hasta el tuétano", fue como Alejandro Aristázabal calificó su sentimiento de impotencia frente a lo que le ocurrió en el centro comercial Avenida Chile, el pasado 19 de febrero: un simple beso, acompañado de un abrazo a su novio, fue suficiente para que dos guardias del establecimiento les pidieran retirarse. "Ustedes no pueden estar haciendo este espectáculo y poniendo en vergüenza al centro comercial", justificó uno de los vigilantes, mientras el otro remataba preguntándoles: "¿Por qué tienen que hacer esto acá, si tienen las esquinas y la clase de bares donde llaman a la gente como ustedes?".
¿Y cómo son ellos?, podría pensar cualquiera. Además, cuando Alejandro les preguntó a los guardias si las parejas heterosexuales que se besaran dentro del lugar también debían retirarse, la respuesta fue un no rotundo, porque "eso es completamente diferente, por eso Dios hizo al hombre y a la mujer", le espetaron. Ante esta explicación el joven no sólo se negó a irse del centro comercial, sino que les informó a los vigilantes que intentar expulsarlos es un acto discriminatorio que puede llegar a ser ilegal. Y ahí fue cuando los guardias sugirieron llamar a la Policía, con lo cual Alejandro y su pareja estuvieron de acuerdo: "Sí, llámenla porque ustedes están incumpliendo la ley". Sin embargo, eso nunca ocurrió y en lugar de las autoridades llegó el jefe de seguridad del centro comercial que tampoco solucionó la situación. El trato discriminatorio continuó.
En últimas, Alejandro y su pareja fueron obligados a abandonar el lugar, con la impotencia en carne viva por la situación a la que fueron sometidos. "Me sentí humillado y no quería que esto se quedara así", confiesa el joven en diálogo con El Espectador. Por eso decidió armar una besatón en Facebook para rechazar la discriminación contra parejas homosexuales cuando manifiestan su amor en sitios públicos. "Creo profundamente que las expresiones de cariño entre todas y todos aquellas y aquellos en una relación mutua y consensuada deben ser celebradas y libres", escribió en la descripción del evento que se realizará este jueves 27 de febrero a las 6:00 p.m., frente al centro comercial Avenida Chile.
Al evento fueron invitadas unas 3.500 personas convocadas para "besarse y abrazarse al son de los tambores. Si tienen cucharas, ollas, pitos o lo que sea que haga ruido, los invito a unirse a los tambores para cantarle al amor y al cariño", reza el mensaje que circula en las redes sociales. Además, Alejandro interpuso una acción de tutela contra el centro comercial, pues "lo que hicieron va contra los pronunciamientos que ha hecho la Corte Constitucional sobre los derechos de la comunidad LGBTI y de la Ley 1482 de 2011". Precisamente, el 1 de diciembre de 2011 el alto tribunal falló un caso similar, en el que una pareja homosexual también fue expulsada por un guardia del centro comercial Cosmocentro en Cali, por estarse besándose y abrazándose.
El establecimiento terminó sancionado por la Corte, porque "la conducta desplegada por el guardia restringió ilegítimamente el derecho de la pareja a expresar libremente sus opciones vitales derivadas de su dignidad, intimidad y del libre desarrollo de su personalidad. Porque con el hecho de besarse, por las razones que se han advertido, no pudieron haber puesto en riesgo los derechos de los demás, los derechos de los niños, ni tampoco el ordenamiento jurídico". Es decir que una pareja homosexual no vulnera los derechos de ninguna otra persona por demostrar su afecto en público, pero que cuando se les restringe esta posibilidad sí se están violando sus derechos fundamentales.
Además, recuerda la corporación que la conducta de besarse es "un acto que no está prohibido por el derecho y se ejecuta entonces dentro de los márgenes de la libertad y de la garantía de no intervención". En concreto, ningún ser humano le puede prohibir a otro que manifieste muestras de amor o de cariño porque son aspectos íntimos de la dignidad humana. Una dignidad humana que es para todos y no puede distinguir entre raza, sexo, religión, nacionalidad, ideología política u orientación sexual. Así las cosas, el desplante de unos vigilantes en un centro comercial por un beso, la más recurrente y natural muestra de afecto entre una pareja, terminará convertida en una besatón para reivindicar los derechos de las parejas del mismo sexo a quererse como quieran y en donde quieran.