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Según la Organización Mundial de la Salud, la ola de calor de 2003 que azotó Europa con temperaturas de 45°C durante varios días mató a más de 70.000 personas súbitamente. En la India, más de 20.000 personas han muerto desde 1990 por causas relacionadas al calor, y solo este año, ya han fallecido 2.100 alrededor del mundo.
Para no ir más lejos, temperaturas de 40°C dejaron 29 personas muertas en México el año pasado, según El Colombiano, y a principios de este año, un calor similar dejó una estela de incendios forestales en Chile.
De acuerdo con Climate Communication, una ola de calor es un periodo de cinco o seis días en las que las temperaturas de una región se mantienen por encima del umbral. Sin embargo, las típicas noches calientes que ocurrían cada 20 años hace media década, ahora ocurren cada 10 y se observan en cerca del 10 % del mundo.
Aunque el fenómeno global de “muerte por calor” se ha documentado en el mundo desde 1995, cuando murieron 740 personas en Chicago por “exceso de calor”, fue hasta 2013 que en Colombia se registraron muertes por calor (por lo menos en los medios de comunicación) cuando 3 personas en San Pelayo, Córdoba, sucumbieron ante los 38 grados que azotaron a la capital del porro en marzo de ese año. Ninguna víctima tenía más de 34 años.
Esto no significa que no hubiese muertes por calor antes, ni que sean las únicas. “En Colombia estoy seguro de que muchas personas mueren de ataques cardiacos por exceso de calor, pero no se diagnostican así”, explicó a este diario el biólogo caleño Camilo Mora, profesor del Departamento de Geografía de la Universidad de Hawai, que ha liderado investigaciones mundiales sobre los riesgos de las olas de calor.
En 2014, el Ideam prendió las alarmas en 404 municipios que registraron temperaturas de más de 40 grados. Incluso advirtió sobre los niveles bajos en los principales ríos de Tolima, Arauca, Magdalena, Cesar, Caldas, Cundinamarca, Antioquia, Chocó, Santander y Meta, e invitó a cuidarse de salir en medio del día, ponerse sombrero, hidratarse y aplicarse bloqueador para evitar los efectos de los golpes de calor. El siguiente año, en 2015, se registraron 45°C en Puerto Salgar, Cundinamarca, un récord histórico de temperatura en el país. La temperatura aumenta de manera alarmante, sin embargo, no se han reportado muertes por “golpes de calor” después de 2013 en Colombia.
Sin embargo, como mencionó Mora, hay muchas más muertes por calor de las que se reportan. ¿Cómo es que miles de personas han caído como moscas ante el inminente calentamiento del ambiente?
Lea: "Debe haber gente muriendo por olas de calor en Colombia"
En una investigación mundial, Camilo Mora y un equipo de 17 investigadores de la Universidad de Hawai resolvieron esta pregunta: ¿Cuál es el riesgo de muertes asociadas a las olas de calor? A partir de artículos publicados entre 1980 y 2014 que reportaron muertes asociadas a “golpes de calor” en 164 ciudades de 36 países, crearon un mapa con los lugares más vulnerables del planeta para el cambio climático, publicado en la revista Nature Climate Change.
El estudio fue publicado en agosto de este año, justo cuando California, España, Portugal, Nueva York e Inglaterra reportaron olas de calor extremas que alcanzaron los 42 °C máximos. La publicación ayudó a entender la frecuencia con la que las olas de calor se presentaron en el planeta, y a hacer una proyección de qué regiones y con qué intensidad afectaría el cambio climático.
El nuevo estudio liderado por Mora, publicado hace dos semanas, que también echó mano de la recolección de datos, explora otra duda. Sabemos cómo funcionan las olas de calor climáticamente, y podemos prever dónde afectarán con más dureza. A pesar de que han matado miles de personas en las últimas 4 décadas, fue solo hasta 2016 que el Panel Intergubernamental de Cambio Climático consideró a las olas de calor como un fenómeno peligroso para la salud humana. Sin embargo, los efectos mortales de un “golpe de calor” son desconocidos. Entonces, ¿cómo se muere de calor?
La tormenta perfecta
Para describir esta reacción corporal al calor intenso, los 4 investigadores que hicieron parte del proyecto “27 maneras en que el calor puede matarte: calor mortal en la era del Cambio Climático” buscaron en PubMed y Google Scholar (dos bases de datos médicos online) usando palabras claves: fisiopatología (el estudio de las enfermedades); enfermedad de calor, golpe de calor y estrés por calor. Luego, organizaron los resultados en una tabla listando las enfermedades en columnas y los órganos vitales en filas.
En una segunda revisión de bibliografía médica buscaron palabras claves de todas las posibles combinaciones de mecanismos y órganos vitales para asegurar una búsqueda sistemática de literatura médica.
En total identificaron 5 mecanismos físicos que se desatan gracias a la exposición de un cuerpo al calor: isquemia, citotoxicidad por calor, inflamación, coagulación intervascular diseminada y rabdomiolisis. También encontraron que 7 órganos pueden ser impactados críticamente: cerebro, corazón, intestinos, riñones, hígado, pulmones y páncreas. De 35 posibles combinaciones (5 respuestas físicas al calor versus 7 órganos vitales) encontraron evidencia médica de 27 diferentes maneras en las que estas respuestas físicas se desatan con el calor y pueden llevar a los órganos a fallar y por último, a la muerte.
La muerte por calor, según encontraron, se da por una de estas respuestas, o la suma de algunas. En ese sentido, el dicho “me muero del calor” es una posibilidad muy, muy real gracias al cambio climático.
Cuando el cuerpo humano está expuesto a altas temperaturas, el hipotálamo (la parte del cerebro que se encarga de mantener la temperatura corporal, organizar conductas como la agresión o el deseo, entre otros) desata una respuesta que hace que se dilaten los vasos sanguíneos desde el centro hacia afuera, donde liberamos el exceso de calor con la transpiración. Esta eyección de sangre hacia la piel le resta sangre a otros órganos. Precisamente de eso se trata la isquemia, uno de los 5 mecanismos de respuesta al calor, según el estudio de la Universidad de Hawai.
Otra muerte por calor es causada cuando la temperatura corporal normal, que son 37°C, sobrepasa la tolerancia de las células, y causa muerte celular, o sea, necrosis. En el corazón, por ejemplo, el afectado es el miocardio. El estrés también se exacerba con la deshidratación. El daño celular causado por la citotoxía por calor y la isquemia pueden causar pérdida de la función cerebral, liberación de toxinas malignas en el hígado, inflamación de páncreas, o simplemente falta de oxígeno en los pulmones y en la sangre.
La citotoxia por calor, que suena complicada, no es más que la falla de las membranas celulares, lo que hace que los órganos se vuelvan permeables a las toxinas. El páncreas se inflama y los intestinos se inflaman por el paso de bacterias, el cerebro falla, y mueres. Aunque esa inflamación deja entrar no solo bacterias, sino glóbulos blancos, puede ser muy perjudicial si persiste el calor en el cuerpo, y seguramente persistirá si hay exposición a las altas temperaturas.
El último mecanismo ocurre cuando la isquemia y la toxicidad en el corazón, combinadas con actividades como hacer ejercicio o cosechar, puede causar el desgaste de los músculos y por extensión, la filtración de miglobina, una toxina fulminante para los riñones, el hígado y los pulmones.
Según el estudio, las fallas en el cuerpo por exceso de calor son sistemáticas y tienen un efecto dominó. “Morir durante una ola de calor es como una película de terror con 27 finales fatales posibles”, dice Mora. “Es notable que la humanidad esté tomándose tales complacencias frente a los riesgos fatales que está generando el cambio climático”.
Trump podría morir de calor, aunque no crea en el cambio climático
La multitud de maneras de morir por una ola de calor es otra manera de asomarse a lo que un planeta recalentado nos tiene preparado. De acuerdo con las conclusiones del estudio, el cambio climático compromete mucho más a las personas con capacidad termoregulatoria deficiente (los viejos, los niños y los enfermos), a aquellos con capacidad socioeconómica limitada (los pobres) y a los que están involucrados en actividades al aire libre: militares, atletas, vendedores ambulantes, habitantes de calle, viajeros, granjeros. Sin embargo, las olas de calor afectan a cualquiera que esté expuesto a las altas temperaturas del verano.
De acuerdo con el estudio, a pesar de que nuestros cuerpos podrían desarrollar tolerancia al aclimatarse, sería más fácil confiar en limitar las exposiciones al calor con sistemas de alertas, aires acondicionados y ciudades más verdes. Aunque estas medidas han sido adoptadas en el pasado en ciudades como Buenos Aires o Madrid (donde los máximos históricos de temperatura han alcanzado los 39 °C y 40°C, respectivamente) no toda la humanidad puede acceder a ellas.
Si la solución, como se ha aconsejado hasta ahora, es buscar “lugares cerrados” para protegerse de los golpes de calor, hay que recordar que casi 1.300 millones de personas en el mundo viven con 1 dólar al día, igual o más expuestos a los efectos devastadores del cambio climático, que no necesariamente pueden acceder un techo, o que su sustento depende de lo que crece en la tierra, bajo el sol ardiente.
Además de los conocidos efectos del cambio climático (incendios, inundaciones) se esperaría que la preocupación sea proporcional al aumento de la temperatura. Pero la postura excesivamente escéptica del presidente estadounidense Donald Trump frente al cambio climático, sumado al aumento mundial de emisiones de carbono no pintan un panorama alentador. Según una de las conferencias del clima de las Naciones Unidas, se estima que las emisiones mundiales de CO2 este año aumenten en un un 2%.
Curiosamente, no parece haber nada más democrático que el efecto del cambio climático en el cuerpo humano. Un “golpe de calor” puede matar a cualquiera, y en cualquier momento. Los investigadores reconocen que el año pasado, en el último Panel Intergubernamental de Cambio Climático, en Estados Unidos, se anotó que las olas de calor son un riesgo para la salud humana sobre todo para los viejos, los pobres, y las personas en lugares remotos. “La sugerencia de que solo algunos sectores están en riesgo puede generar un sentimiento de falsa seguridad en aquellos que no pertenecen a los vulnerables”, dicen los autores del estudio.
La relación entre cambio climático y salud humana no se trata solo del calor. Según el médico Enrique Melgarejo, presidente de la Sociedad Colombiana de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, dijo a El Espectador en agosto, el invierno también representa nuevos retos. “La influenza aumenta en temporada invernal y provoca muchas muertes por infarto en personas mayores. Es una relación que está demostrada y por eso la Organización Mundial de la Salud recomienda la vacunación”, explicó.
En la última década, las muertes por “golpes de calor” han aumentado en un 2300%, y eso que la temperatura global ha aumentado poco menos de 1°C. La advertencia que hace el documento es que dentro de 83 años, esto es en 2100, se espera que aumente la temperatura global a 1,6 °C si enfrentamos el cambio climático, y 3,7°C si no. "Reducir los peligros de un mundo en calentamiento requerirá que superemos incluso nuestras proyecciones más optimistas de mitigación del cambio climático", concluyen los autores.