Así se construye el muro para frenar el cambio climático

El próximo lunes comenzará en Alemania la 23ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático. ¿Qué significa esta reunión para el mundo?

Maria Paula Rubiano
03 de noviembre de 2017 - 03:00 a. m.
Juliana Arciniegas (izq.) y Claudia Vásquez, negociadoras de Colombia.   / Gustavo Torrijos - El Espectador
Juliana Arciniegas (izq.) y Claudia Vásquez, negociadoras de Colombia. / Gustavo Torrijos - El Espectador
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Bonn, una pequeña ciudad del oeste de Alemania, alberga hoy a buena parte de las personas que en 2015 lograron lo que parecía imposible: poner de acuerdo a 196 países para que se comprometieran a frenar el cambio climático causado por los gases contaminantes que se liberan al ambiente principalmente por la quema de petróleo, carbón y gas y por los cambiosd e uso del suelo. Esas promesas quedaron escritas en un documento bautizado con el nombre de la ciudad que lo vio nacer: el Acuerdo de París.

En la capital francesa, los países definieron que para fin de siglo, las temperaturas globales no aumentarían más de 1,5 °C. Para eso, cada país se comprometió a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, que calientan la Tierra como una olla a presión. De no cumplir, dice la ciencia, las consecuencias serían devastadoras: extinción masiva de especies, más inundaciones, climas extremos, enfermedades relacionadas con la polución disparadas, y un largo etcétera de catástrofes ambientales.

Claudia Vásquez y Juliana Arciniegas fueron las fichas claves de Colombia en esta negociación política. Vásquez como directora de Asuntos Económicos, Sociales y Ambientales de la Cancillería, y Arciniegas como jefa de la delegación colombiana. Pero si bien París fue un hito, es apenas el principio de un espinoso camino.

En este momento, el mundo tiene un conjunto de buenas intenciones, compromisos generales y metas para frenar el cambio climático: el proyecto del muro que frenará el desastre. Sin embargo no tiene los planos, ni conoce los materiales que va a utilizar. Esos detalles son los que Arciniegas, Vásquez y los demás miembros de la delegación colombiana negociarán con otros 195 países desde el próximo lunes 6 de noviembre hasta el 17 del mismo mes, en la 23ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 23).

Esta reunión llega un año después de que el terremoto llamado Donald Trump pusiera a temblar a la comunidad internacional. En junio, el presidente estadounidense anunció la salida de su país del Acuerdo de París por considerarlo “debilitante, desventajoso e injusto”. Ya desde antes de meterse en la Casa Blanca, Trump le había dado la espalda a la abundante evidencia científica que asegura que el cambio climático es real y se había autoproclamado “escéptico”.

De acuerdo con Claudia Vásquez, la decisión de Trump fue “un susto terrible. Nos preguntábamos: ¿qué va a pasar? ¿Qué otros países caerán en la tentación de hacer lo mismo?”. Pero nada de lo que temían sucedió. Cuando la otra superpotencia mundial, China, reaccionó ratificando su compromiso, los otros 194 países respiraron aliviados. El Acuerdo seguía en pie.

Pero luego, en agosto, un estudio publicado en la revista Nature Climate Change señaló que si las cosas siguen avanzando al ritmo actual, las posibilidades de éxito para cumplir el Acuerdo son apenas del 5 por ciento. Lo más probable, dijeron los científicos de la Universidad de Washington, es que durante el próximo siglo la temperatura de la Tierra aumente entre 2 °C y 4,9 °C.

Por eso, dice Arciniegas, los países tienen claro que deben acelerar su trabajo para que el Acuerdo empiece a andar lo más pronto posible. Según ella, eso hará que este año las negociaciones sean tanto o más intensas que en los momentos definitivamente políticos.

“Por ejemplo, Ailac, el grupo de aliados al que pertenece Colombia, ha remitido diez documentos sobre la postura del grupo, y así lo han hecho todos los otros grupos. Tenemos unas 200 propuestas que debemos revisar y concertar, para que queden plasmadas las visiones de todos los países en los borradores de decisión en cada tema”, confiesa la jefa de la delegación colombiana.

¿Y qué dicen esos diez documentos que la Asociación Independiente de América Latina y el Caribe (Ailac) ha presentado frente a los demás países del globo? Juliana Arciniegas explica que “nuestra postura como grupo es ir preparando el terreno para que el próximo año se dé un mandato para que los países aumenten la ambición de reducir la emisión de gases en el año 2030 y, adicionalmente, que presenten unas estrategias a largo plazo de cambio climático”.

En últimas, dice Arciniegas, “si bien políticamente tal vez esta COP no sea tan visible, será una prueba del compromiso de las partes para diseñar un reglamento que todos cumplamos”.

¿En qué va Colombia?

Colombia ya está dando los primeros pasos para cumplir con los compromisos que firmó en el Acuerdo. Según el coordinador de mitigación de la Dirección de cambio climático del Ministerio de Ambiente, Giovanni Pabón, se espera que el Programa Nacional de Reducción de Emisiones entre a operar en el primer trimestre de 2018, con planes —aunque incipientes— para responder al reto para el año 2050.

Además, con un aumento alarmante del 40 por ciento de áreas deforestadas en el país en 2016, frenar la tala de bosques se convirtió en una prioridad del Gobierno para cumplir con los compromisos que asumió en París.

Mariana Rojas Laserna, directora de Cambio Climático del Minambiente, explicó que hace dos meses la Comisión Intersectorial de Cambio Climático, una gran mesa que reúne a casi todos los ministerios del país, decidió que, además de emitir un 20 por ciento menos de gases contaminantes para el 2030, tendrían una reducción adicional mediante acciones de control de la deforestación.

Por Maria Paula Rubiano

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