Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El daño a los bosques naturales o el peligro de extinción de más de un millón de especies fueron las noticias que acapararon los principales titulares de medio ambiente. Poco se habla del riesgo que enfrentan los ecosistemas acuáticos, sobre todo de la crisis que atraviesa la biodiversidad de agua dulce. En los ríos, lagos y humedales se están presentando las pérdidas más dramáticas de la naturaleza. Los más recientes estudios científicos señalan que desde 1970, el 30 % de estos ecosistemas ya desaparecieron y las poblaciones de los animales que allí habitan disminuyeron en 83 %. (Lea: Las poblaciones de grandes animales de agua dulce se han reducido un 88%)
Esta reducción se evidencia en diferentes lugares, por ejemplo Europa, donde una de cada tres especies de peces que habitan estos ecosistemas está al borde de la extinción y una cuarta parte de los anfibios están amenazados. Una de las principales causas es el deterioro de los hábitats de agua dulce. En la actualidad, el 70 % de los humedales en el mundo se han perdido y dos tercios de sus lagos y ríos han sido represados. Para detener y revertir esta problemática, más de 20 científicos desarrollaron un "Plan de recuperación de emergencia para la biodiversidad de agua dulce".
Steven Cooke, profesor de la Universidad de Carleton (Canadá) y coautor del estudio, es enfático al asegurar que el mundo ha fallado en actuar ante el colapso global de la biodiversidad de agua dulce, a pesar de que estos ecosistemas son fundamentales para la supervivencia de los seres humanos. Además albergan un tercio de las especies de vertebrados, pero su población ha caído más del doble que las de animales terrestres o marinos. “Las amenazas a la biodiversidad de agua dulce están bien documentadas, pero falta una acción coordinada para revertir la disminución. El plan, que se publicó en la revista BioScience, proporciona una hoja de ruta ambiciosa para salvaguardarla”.
Este plan, desarrollado por científicos de WWF, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, Conservación Internacional y la Universidad de Cardiff, propone seis acciones que se centran en las principales causas de pérdida de la biodiversidad, entre las cuales están la alteración del flujo; la contaminación, degradación y pérdida del hábitat, y la sobreexplotación de especies invasoras no nativas. En la publicación, los expertos hicieron énfasis en la urgencia de implementar las medidas, pues este es un año definitivo para tomar decisiones. Los gobiernos del mundo se reunirán en noviembre para llegar a un nuevo acuerdo para conservar y restaurar la biodiversidad, en la Convención de la Diversidad Biológica. Estas son las soluciones:
1. Un flujo más natural para los ríos
La gestión del agua para generar energía, reducir el riesgo de inundación o almacenarla y emplearla en actividades agrícolas, industriales o domésticas, puede alterar la cantidad, el tiempo y la variabilidad de sus flujos y niveles. Un cambio que influye directamente en la disponibilidad de agua dulce e incluso puede llevar a la pérdida de su biodiversidad. Por eso, los expertos recomiendan una planificación adecuada de cuencas hidrográficas, la asignación de agua y un correcto diseño y operación de infraestructura.Uno de los ejemplos que han mostrado resultados en la última década es el de China, donde hace un año se integraron los flujos ambientales en las leyes de evaluación de impacto ambiental. En Estados Unidos se aprobó una ley que exige la conservación de aquellos ríos que tengan un valor natural, cultural y recreativo. Sin embargo, explica el plan, “se han documentado ejemplos de implementación de flujo ambiental desde diversos contextos, pero son éxitos aislados. La demanda humana de agua aumentará haciendo que la implementación sea más desafiante (…) Una mejor planificación de la asignación de agua y un uso más racional en el sector agrícola pueden crear oportunidades para el progreso”.
2. Mejorar la calidad del agua
Los impactos de la contaminación en la biodiversidad pueden ser cruciales y se reflejan en la toxicidad directa o en la interrupción de los procesos de los ecosistemas. Los químicos sintéticos, los nutrientes de aguas residuales, los productos farmacéuticos y los plásticos son los principales contaminantes de las fuentes hídricas de agua dulce. A esto se suma el vertimiento de las aguas residuales sin ningún tipo de procedimiento. En la actualidad, el 80 % de las aguas residuales a nivel mundial ingresan sin tratamiento. (Le puede interesar: Los verdaderos guardianes de los ecosistemas de agua dulce)En Estados Unidos, con la Ley de Agua Limpia, de 1972, y en la Unión Europea, con la Directiva de Tratamiento de Aguas Residuales Urbanas, de 1991, han disminuido y en algunos casos revertido la contaminación en fuentes específicas. Pero para los científicos la contaminación de fuentes no puntuales de la agricultura sigue siendo un problema en muchas regiones. “Se requiere un mejor monitoreo de la calidad del agua y se necesita evidencia sobre las fuentes, las vías y los impactos de algunos contaminantes, incluidos los microplásticos, para informar las políticas y la gestión”, recomiendan.
3. Proteger y restaurar los hábitats críticos
Los más recientes estudios científicos señalan que desde 1970 se ha acabado el 30 % de estos ecosistemas y el 87 % de los humedales continentales han desaparecido. Entre las principales causas están la conversión de tierras para la agricultura y la reducción de la conectividad hidrológica. “La gestión de las áreas protegidas está centrada en la tierra y a menudo no tiene en cuenta los ecosistemas de agua dulce asociados, y a veces permite actividades perjudiciales para su salud, como la construcción de presas”, señalan en el informe los científicos.Pese a este panorama, resaltan las políticas en las que la planificación de las cuencas hidrográficas, sobre todo la conservación de humedales, tiene un rol muy importante, como en China, Brasil y Uganda. Además reconocen el esfuerzo que han realizado varios países al contemplar que las soluciones basadas en la naturaleza podrían proporcionar beneficios para la mitigación climática, la recuperación de la biodiversidad de agua dulce y la resiliencia socioeconómica.
4. Gestionar la explotación de organismos vivos
La biodiversidad del agua dulce se ha visto afectada por la explotación de organismos vivos y por los sustratos minerales. Las alteraciones en los procesos del ecosistema o la eliminación de ciertos individuos o hábitats son algunas de las consecuencias. “La investigación sobre los impactos es escasa, pero sus efectos pueden incluir la destrucción directa de la corriente y la flora y fauna ribereña. También se pueden presentar cambios en los regímenes geomorfológicos fluviales con efectos asociados en los hábitats aguas abajo”, advierten los científicos.Aunque sentencian que la falta de datos y la gestión basada en la ciencia se han convertido en una preocupación para la pesca de agua dulce y la extracción de áridos fluviales, resaltan que desde la Declaración de Roma, en 2016, se han visto avances prometedores en la política pesquera. (Puede leer: Científicos elaboraron el listado completo de los peces de agua dulce de Colombia)
5. Prevenir y controlar especies invasoras
Los hábitats de agua dulce son susceptibles a las especies invasoras, porque pueden alterar el comportamiento de los animales nativos e incluso originar una reestructuración de las redes alimentarias. Sin embargo, como se sabe poco de estas especies, es muy difícil entender los cambios que ocasionan en otros ecosistemas. Los científicos aseguran que la prevención en su introducción es el mejor enfoque para limitar sus impactos.Estados Unidos es uno de los países que han tomado medidas para identificar las especies invasoras y priorizar su acción. Una de las precauciones es evitar que especies de carpas nativas de Europa y Asia invadan los Grandes Lagos. Para ello emplean evaluaciones científicas de riesgos, leyes que prohíben el transporte de peces vivos y una barrera eléctrica.
6. Ejecutar una mejor planificación de presas y otras infraestructuras
La mayoría de las especies dependen de que se presente una buena conexión entre los tramos de los ríos, ya sea aguas arriba y aguas abajo o entre sus canales y los hábitats de llanuras de inundación. Pero las presas y vertederos fragmentan esta conectividad. Hace un año, un grupo de científicos midió la conectividad en los sistemas fluviales a nivel mundial y descubrió que solo un tercio de los ríos más largos siguen fluyendo libremente.“Se siguen construyendo presas en el mundo, sobre todo por la ausencia de procesos de planificación. Un estudio identificó 3.700 nuevas represas hidroeléctricas en diferentes etapas del proceso”, dice el estudio. Pese a la falta de planificación, en lugares como el río Penobscot, en Estados Unidos, una adecuada gestión y evaluación ambiental ha reducido el impacto.