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El 75 % de la superficie terrestre se ha transformado por cuenta de la huella humana, de acuerdo con una investigación de la revista Nature, el medio especializado en información ambiental. El daño ocasionado es irreversible, sí, pero los cambios no se han dado de la misma magnitud en todas las partes del planeta. Países de Norteamérica, como Estados Unidos y Canadá, están entre los que registran un daño ambiental leve, mientras que Brasil, parte de Asia y África han sido declarados zonas “rojas”, porque el deterioro de su biodiversidad es incalculable.
Por eso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) han lanzado campañas como “Respira Vida” o #MaresLimpios, con las que se busca aumentar la conciencia sobre los daños ocasionados al planeta y del impacto que estos traen en la salud de los humanos. “El problema de la contaminación y el deterioro de la Tierra causa 1 de cada 9 muertes al año a nivel mundial”, advierte la OMS. Una cifra con tendencia al alza.
Es claro que “no solamente la sociedad colombiana es la que debería aplicar el desarrollo sostenible, sino cualquier sociedad del mundo. Sostenibilidad quiere decir que se debe velar por los recursos actuales para que las próximas generaciones puedan disfrutar del planeta como nosotros lo hacemos”, asegura Santiago Ortega, ingeniero civil y magíster en Ingeniería de Recursos Hidráulicos de la Universidad Nacional de Colombia. “Que las generaciones venideras puedan satisfacer sus propias necesidades”, agrega Rodrigo Suárez, exdirector de cambio climático del Ministerio de Medio Ambiente.
Así es como, poco a poco, el desarrollo sostenible se ha convertido en agenda obligada de medios de comunicación, como Bibo de El Espectador; programas ambientales del Ministerio de Educación y de Medio Ambiente de Colombia, y los distintos gobiernos que se han reunido alrededor de acuerdos como el COP21, Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Acuerdo de París, que han intentado establecer medidas para frenar el daño ambiental y poner en marcha toda una estrategia realmente sostenible.
“En el mundo necesitamos cuidar de los ecosistemas, porque nuestros recursos dependen de ellos, pero al mismo tiempo tenemos que garantizar crecimiento económico para que la gente pueda salir de la pobreza y garanticemos un bienestar social”, dice Ortega.
Rodrigo Suárez considera que a partir de políticas públicas que velen por el desarrollo sostenible se puede reducir la tasa de pobreza y ayudar al crecimiento económico de un país. “Está comprobado que son mayores los índices de pobreza en lugares donde más duro ha sido el impacto ambiental”.
En cifras, el porcentaje de personas en situación de pobreza multidimensional en el 2017 en Colombia fue de 17,8 % para el total nacional, y se redujo 2,4 puntos porcentuales con respecto a 2015 cuando fue 20,2 %, según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE). Frente al crecimiento económico, reportó que el gasto en el consumo total creció 2,2 % en el 2017, frente a 1,7 % en el 2016.
Chocó es el departamento de Colombia con el mayor porcentaje de personas en situación de pobreza, con el 62,8 %, según el DANE. Y es al mismo tiempo la zona más afectada por la explotación minera, ya que de las 78.939 hectáreas afectadas de Colombia por explotación de oro, 40.839 están en Chocó, revela un estudio entregado por la Oficina de Naciones para la Droga y el Delito y los ministerios de Justicia, Medio Ambiente y Minas.
Para mitigar el impacto ambiental, bajar las tasas de pobreza y apostar por el crecimiento económico del país, el Departamento Nacional de Planeación elaboró un documento Conpes en el que se abordan estrategias para la implementación de objetivos de desarrollo sostenible en Colombia.
“El país se ha destacado por liderar la implementación de agendas como la de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, las alianzas por el cambio climático y la adopción de estándares mundiales como los desarrollados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)”, describe el documento.
Y entonces, bajo esta realidad, ¿cómo crear una cultura sostenible en Colombia? Según la primera Encuesta Nacional de Percepción Pública del Cambio Climático del Ideam, cerca del 80 % de los colombianos no tienen claro qué es este fenómeno ambiental.
“Suena redundante, pero se necesita educación ambiental. Esto es más allá de tener fundamentalismos ambientales y de reducir las cosas a verde vs. cemento. Es necesario elevar el nivel de los debates ambientales, identificar los impactos y beneficios, y tomar decisiones sensatas y concertadas con la comunidad”, asegura Ortega.
Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) lidera la campaña “Educación para el Desarrollo Sostenible”, con la que pretende que los más de 7.000 millones de personas que habitan el mundo tengan acceso a una “educación de calidad en todos los niveles y en todos los contextos sociales, con el desarrollo sostenible como una prioridad.
José Francisco Aguirre, director de Planeación de la Fundación Mario Santo Domingo, agrega que Colombia necesita generar una visión de país que tenga un equilibrio entre el manejo y el aprovechamiento de los recursos. Agrega que los objetivos del desarrollo sostenible son muy importantes si van de la mano con la educación, lo que permitirá generar una estructura más duradera.
¿Qué pasaría si el aire, el agua y la tierra cultivable se agotan para las futuras generaciones? Esa es la pregunta que debería estar en la agenda de todos, porque no se trata solo de tener la posibilidad de vivir el hoy, sino de abonar el terreno y sembrar para que nuestros hijos puedan disfrutar del mañana, pero de un mañana sostenible.