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Cuando Donald Trump, el actual presidente de Estados Unidos, decidió retirar al país bajo su cargo del acuerdo más importante para frenar el cambio climático, dijo que lo hacía para que la economía de Estados Unidos pudiera prosperar libremente una vez más. Dijo que el Acuerdo de París era desventajoso para los trabajadores y empresarios gringos. Pero un Banco de su país acaba de demostrar que ignorar al cambio climático puede ser catastrófico.
El Banco de la Reserva Federal de Richmond, que abarca las finanzas estatales de Columbia, Maryland, Virginia, y las dos Carolinas, acaba de lanzar un documento en el que advierte que, en el próximo siglo, el aumento de las temperaturas globales podría desacelerar el crecimiento de la economía norteamericana en un tercio.
Riccardo Colacito, Bridget Hoffmann y Toan Phan, los tres autores del paper, analizaron cómo el cambio de temperaturas estacionales ha afectado a la economía norteamericana a lo largo de los años.
Fue así como llegaron a la conclusión que veranos más calientes –como los que predicen los modelos de cambio climático– tienen un impacto negativo sobre el crecimiento económico, al menos desde 1990. Otoños más cálidos, en cambio, son ligeramente positivos, “aunque no en la misma proporción que los veranos”, dice el documento.
Además, los investigadores pusieron a prueba una vieja conjetura que circula entre aquellos que le restan importancia al cambio climático en Estados Unidos. Esa conjetura dice que si bien las industrias que funcionan al aire libre se verán golpeadas por temperaturas altas, otros sectores más avanzados no tienen porqué sufrir. “Para eso existe el aire acondicionado”, parece rezar esa vieja creencia.
Resulta que aunque parezca lógica, la conjetura está errada. “Nuestros resultados muestran que las altas temperaturas en el verano tienen un impacto negativa sobre industrias más allá de las que tradicionalmente se han entendido como vulnerables (…) afecta a industrias tan diversas como las finanzas, servicios, distribución, ventas al por mayor y la construcción, que suman más de un tercio de la economía de Estados Unidos”, se lee en el paper.
Esos efectos ya empezaron a verse. El año pasado, por ejemplo, el aire en algunos aeropuertos estaban tan calientes que no tenían la presión suficiente para que los aviones despegaran. Cientos de vuelos tuvieron que ser cancelados.
La última temporada de huracanes, que llevó a las costas del Caribe y Estados Unidos a los potentes Harvey, Irma y María, también pudo haberse recrudecido por las altas temperaturas. (Cambio climático triplicó la probabilidad de que el huracán Harvey sucediera)
Por si fuera poco, la disponibilidad y eficiencia de la mano de obra en épocas calientes, comprobaron los investigadores, también disminuye, fortaleciendo los hallazgos de dos investigaciones anteriores (una de 2014 y otra de 2012) que apuntaron en el mismo sentido.
De acuerdo con este estudio, pareciera que la búsqueda de Trump por mejorar la economía de su país beneficia a unas cuantas industrias, especialmente al sector energético: el paper encontró que el cambio climático dispara las cuentas de aire acondicionado.