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Los famosos demonios de Tasmania (Sarcophilus harrisii) tienen un chillido áspero y aterrador. No son más grandes que un perro. Son feroces y carroñeros. Han vivido al borde de la extinción y hace unos 3.000 años desaparecieron de Australia y su población salvaje quedó restringida al estado insular de Tasmania.
Debido a su importancia como regulador de otras especies, las organizaciones AussieArk, especializada en recuperación de especies, junto a Global Wildlife Conservation y WildArkto implementaron un proyecto para trabajar en la liberación de un grupo de demonios de Tasmania en un santuario al norte del Parque Nacional Barrington Tops en el este de Australia.
“Hemos trabajado durante más de una década para llegar a este punto”, dice Tim Faulkner, presidente de AussieArk a la revista National Geographic. La primera liberación, de 15 individuos, se realizó en marzo de este año. El pasado 10 de septiembre se consolidó el grupo con otros 11 individuos. A través de radio-collares se está monitoreando su comportamiento.
Un efecto ecológico que se espera con la introducción de los demonios, es que ayuden a estabilizar los ecosistemas del continente frente a algunas especies invasores. Se sabe, por ejemplo, que las poblaciones de bandicoot aumentan donde los demonios son más prominentes que los gatos salvajes. También que ayuden a mantener un entorno limpio y saludable al dispersar semillas y reducir la intensidad de los incendios forestales al acelerar la descomposición de la hojarasca.
“Los gatos salvajes y las zarigüeyas cola de cepillo comunes, ambos no nativos de la isla, ya estaban atacando a las aves marinas, y aunque los demonios comenzaron a reprimir a esos depredadores, también comenzaron a comer huevos y crías de aves marinas”, señalaron los responsables del proyecto.
Si las cosas salen como están planeadas las organizaciones involucradas en el proyecto esperan liberar otros 40 demonios en el mismo bosque durante los próximos dos años.