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El Metrocable de Medellín está en boca de los mayores expertos sobre clima a escala mundial. Su virtud de mover a 30.000 habitantes diariamente a un precio mínimo es vista como un caso exitoso de movilidad sostenible. “Un sistema de transporte eficiente y limpio”, digno de replicar, lo consideran los autores del informe La nueva economía del clima es un documento de consejos para los gobiernos que buscan crecer económicamente sin contaminar más. (Lea: Costa Rica se decidió por un tren eléctrico para mover 250.000 pasajeros por día)
Este informe, presentado recientemente por la Comisión Global de Economía y Clima, es una lección para que las inversiones en infraestructura mundial, estimadas en US$90 billones, para 2030 sean destinadas a la lucha contra el cambio climático. La recomendación de los expertos consiste en cinco modelos claves: sistemas de energía limpia, desarrollo urbano más inteligente, uso sostenible del suelo, gestión racional del agua y una economía industrial circular. De seguirlos, la ganancia podría ser de hasta US$26 billones en los próximos 22 años, en comparación con los negocios estándares. Una estimación conservadora, advierten.
Pero el beneficio va más allá de la riqueza. Mudarse a energías renovables implica renunciar en gran parte a la contaminación producida por combustibles fósiles. Este es el origen del 75 % de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global, además de ser culpable de casi 4,2 millones de muertes cada año por polución.
No es descabellado, entonces, que los científicos aconsejen fijarle impuestos al carbono, como ya ocurre en 70 países, entre ellos Colombia. El problema es que en la mayoría de las regiones su precio no es tan alto y pierde efectividad. Por eso, sostiene la comisión, la medida del impuesto debe estar acompañada de subsidios a los combustibles fósiles. Ambas propuestas, junto con una inversión de US$1,7 billones por año en infraestructura de energía, podrían garantizar que en este siglo 2.700 millones de personas puedan cocinar de forma limpia y casi a 1.000 millones de habitantes no les falte la electricidad.
Igual de factible, a los ojos de los expertos, es el modelo de la ciudad. Teniendo en cuenta que el 60 % de las tierras que serán urbanas en 2030 aún están libres de vías y edificios, su planificación debe ser “más compacta, conectada y coordinada”. Se estima que urbes con esas características le ahorrarían al mundo hasta US$17 billones para 2050. Gracias a ello, la tierra no tendría que lidiar con 3,7 gigatones de dióxido de carbono en los próximos 15 años, es decir, casi las mismas emisiones de gases de efecto invernadero que genera toda la Unión Europea actualmente. Para ello, los autores del informe sugieren el apoyo de bancos multilaterales de desarrollo que financien proyectos pensados tanto para la conservación de la biodiversidad como la creación de negocios sostenibles.
Ese enfoque ambiental se potencia al tratarse del suelo. Según la comisión, la mezcla entre agricultura y sostenibilidad podría generar más de US$2 billones al año, sin contar la generación de empleo, la seguridad alimentaria, el aprovechamiento de los alimentos que se desperdician y se desechan (un tercio de los que se producen en el mundo) y una solución al cambio climático.
No obstante, estas medidas no servirían de mucho sin agua, ya que el informe denuncia que 2.100 millones de personas viven sin este recurso en sus hogares y que 4.500 no cuentan con servicios potables. Esas cifras son alarmantes si se tiene en cuenta que el cambio climático se recrudece con los recursos hídricos: los lugares secos los vuelve más áridos; los abundantes, los desborda. Por eso recomiendan tecnología en el uso del agua, “desde riego por goteo a sensores remotos hasta cultivos eficientes en el uso del agua”. Asimismo, imponer precios sobre este recurso para inversión y cobertura universal.
Por último, el documento advierte la importancia de acompañar esos consejos con una economía circular. La tradición, sostienen, ha hecho que de 1970 a 2010 la extracción de materiales en el mundo escale a proporciones alarmantes, de 22.000 a 70.000 millones de toneladas. Un ejemplo de ello es el plástico, del que se dice que superará en número a los peces en el océano para 2050.
La conciencia de estos modelos, definidos por las ocho instituciones económicas y del clima que hacen parte de la comisión, sería la clave para hacer realidad un mejor crecimiento y un mejor clima. Por eso se insiste, a lo largo de las 208 páginas del estudio, en que solo quedan los próximos dos o tres años, un período decisivo para la inversión global, y la principal advertencia es “usarlo o perderlo”.