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Aunque la inmensidad del Amazonas podría parecer infinita, el daño que casi 500 hidroeléctricas adicionales le podrían causar es irreparable. Según advirtió un estudio publicado en Nature, en el que participaron ecólogos, ingenieros, economistas y geólogos de varias universidades de Estados Unidos, en este momento están operando o en construcción 140 represas, pero hay 428 más que están buscando permiso para operar a lo largo de la cuenca.
El río Amazonas, sin duda, es apetecido por el gran caudal que mueve. Su tramo principal es de 2.000 kilómetros hasta llegar al Atlántico, donde desemboca en un estuario de la dimensión de 300 kilómetros. Además, un segundo tramo que se extiende hasta los andes peruanos alcanza los 5.000 kilómetros. Sólo su cuenca tiene 6.1 millones de kilómetros cuadrados, cinco veces el tamaño de Colombia y alberga el 20% del agua dulce de la Tierra.
Pero esta gran dimensión no significa que el Amazonas pueda soportar el impacto de 568 hidroeléctricas, pues cada vez que su agua pasa por cada una de ellas se van perdiendo sedimentos y nutrientes que le dan vida al río durante todo el trayecto. En sólo su último tramo el Amazonas transporta entre 800 y 1.200 millones de sustratos al año. Según calculó el estudio, alrededor del 60% de estos sedimentos podrían quedar atascados si todas estas hidroeléctricas se construyen.
El problema, además, es que estos sedimentos no sólo dejan de transportarse en los ríos, sino que no alcanzan a ser depositados en llanuras amazónicas donde son clave para el equilibrio del ecosistema.
“La columna de agua y sedimentos que acaba en el Atlántico se extiende por más de 1,3 millones de km2del océano, la mitad de lo que ocupa el Mediterráneo. Además de ser la base de una extensa línea coralina en la costa americana y los manglares de las Guayanas y el norte de Brasil, esta enorme aportación amazónica interviene en el clima regional condicionando la generación y movimiento de las tormentas tropicales del Caribe. La falta de sedimentos en la zona costera también favorecerá la erosión marina y la intrusión salina en los acuíferos”, explica Miguel Ángel Criado, periodista del diario Español El País.
En una escala de vulnerabilidad de 1 a 100, creada por el mismo estudio, los investigadores concluyeron que algunos ríos de la franja andina, como el Marañon, tienen un riesgo de 72, ya que en su trayecto hay un estimado de 104 hidroelectricas de más de un megavatio que están operando o podrían entrar a operar.
En el río Madeira, por su parte, el índice de vulnerabilidad supera los 80 puntos, a pesar de que en el vivan unas 1.000 especies de peces. No obstante, según explica el diario El País, el caso que más ha llamado la atención es el del río Tapajós, un gran afluente hacia la derecha del Amazonas. A pesar de que no tienen ninguna represa sobre su caudal directamente, este río está perdiendo una cantidad muy alta de sustratos debido a que sus afluentes sí tienen varias hidroeléctricas construidas.
Por esto los investigadores han llegado a concluir que no hay río que aguante más de 500 hidroeléctricas.