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Cada dos años, la ONG ambiental WWF lanza su informe Planeta Vivo, un estudio que mide las poblaciones de casi 21.000 especies de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios a nivel global. Según el informe que lanzaron hoy, las especies de estos grupos han disminuido en 68% en promedio a nivel global.
Pero tal vez la advertencia más grave es para América Latina: aquí, las poblaciones de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios se han reducido un promedio del 94% entre 1970 y 2016.
El análisis se basa en el Índice del Planeta Vivo (IPV) (una medida hecha conjuntamente entre más de 40 organizaciones como ONG e institutos científicos para calcular los cambios en la abundancia de la fauna del planeta). Este año el IPV incluye casi 400 especies adicionales y 4.870 poblaciones más que el último Informe que se publicó en 2018.
Entre ellas, las más afectadas son las especies de agua dulce, que han experimentado un declive del 84%.
Los motores
De acuerdo con Luis Germán Naranjo, director de gobernanza de WWF Colombia, la causa mayor de es la pérdida de hábitat que causan los cambios en el uso de la tierra, y en la intensidad en la que usamos los recursos marinos. Para todas las regiones del mundo, esta causal supera el 50%.
“¿Por qué cambiamos el uso de la tierra los humanos? La expansión de ciudades y las obras de infraestructura hacen parte de la ecuación, pero la mayor transformación tiene un solo motivo y es la producción de alimentos. Esta representa el 80% de la deforestación global, el 30% de emisiones de GEI, y es causante del 70% de la pérdida de biodiversidad por destrucción de hábitat. Si no cambiamos la manera en la que producimos alimentos, para 2050, tendremos que usar 10 y 25% de territorio disponible para cultivo”, explica Naranjo.
“La conclusión es clara: la naturaleza está siendo transformada y destruida a una velocidad sin precedentes en la historia, con un costo muy alto para el bienestar del planeta y de la humanidad. La pérdida de biodiversidad es un auténtico reto para la economía, el desarrollo y la seguridad global”, indicó Roberto Troya, Director Regional de WWF para América Latina y el Caribe. En América Latina, la pérdida de biodiversidad se debe en un 51.2% a los cambios de uso del suelo.
Los más afectados
Sin la biodiversidad del suelo los ecosistemas terrestres pueden colapsar, pues hasta el 90% de los organismos vivos de estos ecosistemas, pasan parte de su ciclo de vida en estos hábitats.
Gran parte de la disminución general del Índice Planeta Vivo de América Latina y el Caribe se encontró en las tendencias negativas de reptiles, anfibios y peces, grupos que se ven afectados por una variedad de amenazas. Para los reptiles, éstas incluyen el cambio de uso de suelo y la sobreexplotación. Los peces de agua dulce son los más afectados por la sobreexplotación y la fragmentación del hábitat debido al desarrollo de la energía hidroeléctrica, que se prevé represente un desafío aún mayor en el futuro. En tanto, para los anfibios, las enfermedades y la pérdida de hábitat son las mayores amenazas. Cambio de uso de suelo, pérdida de plantas e insectos.
El Informe previene que la pérdida de biodiversidad amenaza también la seguridad alimentaria por lo que urgen acciones para transformar nuestro sistema alimentario mundial. El gran reto consiste en modificar las prácticas agrícolas y pesqueras, buena parte de éstas insostenibles, en unas que produzcan la comida nutritiva que requerimos y protejan y conserven la biodiversidad. Para el caso de la agricultura esto significa la aplicación de prácticas agroecológicas, reducir el uso de químicos, fertilizantes y pesticidas así como proteger nuestros suelos y polinizadores.
También alerta sobre el creciente riesgo de extinción de especies vegetales. De hecho, la cantidad de estas especies extintas documentadas dobla la suma de mamíferos, aves y anfibios extintos. Se calcula que una de cada cinco especies vegetales (22%) se halla amenazada de extinción, en su mayoría en zonas tropicales.
Por otro lado, existen evidencias de un declive reciente y acelerado de la abundancia de insectos, de su diversidad y biomasa, particularmente en Europa Occidental y en Norteamérica. Dado que la agricultura intensiva empezó mucho antes en estas regiones, parece bastante probable que esta reducción haya sido ocasionada por perturbaciones antropogénicas como el cambio de usos del suelo y el uso de pesticidas y otros agroquímicos.
En particular es de resaltar un notorio descenso de especies de polinizadores, tales como abejas y abejorros en Norteamérica. Actualmente, la mayoría de los lugares sin huella humana se concentran en países como Rusia, Canadá, Brasil y Australia.