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Un día de 2015, un campesino de Valparaíso, Caquetá, que iba a arrastrar la silla Rimax de su casa y se iba a encadenar al oxidado puente de la quebrada La Cacho. Le siguieron unos 250 más que se acuartelaron durante casi un mes, hasta el primer día de julio, cuando el ESMAD entró a dispersar la protesta que impedía el ingreso de la maquinaría de la petrolera china Emerald Energy. Los medios de comunicación bautizaron el episodio como “una batalla campal” entre campesinos y ESMAD. Los campesinos, los tres heridos, los dos detenidos, José Saldarriaga (el de la silla Rimax) y los cientos de protestantes, re bautizaron el sitio como Puente de la Resistencia.
Tres años después, la batalla ha cambiado, y el jueves 15 de marzo, unas 200 personas cruzaron ese puente desde Valparaíso, y se unieron a las otras 1.000 personas que están en el coliseo del municipio de Morelia, para una audiencia pública convocada por ellos. Lo que se jugó fue la exploración de un territorio de 19.766 hectáreas, a lo largo de tres municipios de Caquetá: Morelia, Valparaíso y Milán, que la empresa china Emerald Energy quiere explotar durante 30 años, de los cuales 6 serían de actividad exploratoria.
Los ánimos se encendieron, y una aparente mayoría del campesinado caqueteño presente en la audiencia le exigió a la ANLA que niegue la licencia ambiental de exploración a Emerald Energy. ¿Sus argumentos? Los estudios ambientales que presentaron ante la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) son inconclusos y omiten información. Este es su caballito de batalla. (Le puede interesar: Caquetá, empieza la explotación petrolera)
La historia comenzó en 2012, cuando la empresa china Emerald Energy empezó a hacer estudios sísmicos –para lo que no se necesita licencia ambiental– a lo largo de 104 kilómetros entre los municipios de Morelia, Valparaíso y Milán, dos años después de que el Plan Nacional de Desarrollo (2010-2014) determinó que Caquetá era un departamento “centro-sur”, ya no amazónico, como venía apareciendo en los planes de colonización desde los años sesenta.
El no de los campesinos parece ser mayoritario desde en diciembre de 2014, cuando tres funcionarios de Emerald llegaron a las oficinas de la Vicaría del Sur, en Florencia, a una reunión citada por la empresa con 43 líderes y algunos docentes de la Universidad de la Amazonía para socializar los estudios de impacto ambiental que habían adelantado, pero terminaron firmando el acta pública en que los jefes de Juntas de Acción Comunal rechazaron cualquier actividad minero energética en ese territorio.
Después de protestas y de encontrones con el Esmad (que dejaron 4 heridos en 2015), la empresa construyó un pozo e inició el proceso de sísmica en el municipio de Valparaíso.
La Emeral Energy tiene 10 bloques adjudicados en la región amazónica (ocho en Caquetá y dos en Putumayo), pero el Bloque El Nogal es el proyecto petrolero más grande jamás concesionado en la Amazonía colombiana. Según el contrato de exploración que firmaron con la ANLA, el área de influencia del proyecto mide 239.415 hectáreas, y no afecta a 3 sino a 7 municipios: Florencia, Morelia, Belén de los Andaquíes, Albania, San José del Fragua y Valparaíso.
Las dudas sobre el estudio ambiental
Los estudios ambientales que la Emerald presentó en la audiencia y que suman unas 1.000 páginas calculan que para la perforación de un pozo son necesarios 27 carro tanques de agua durante 20 días, en un flujo continuo de agua por 24 horas. “Claro que eso haría que haya un cambio de uso de suelos, pero solo en donde estén las 10 plataformas para los 5 pozo que tenemos planeados, y nunca aguas subterráneas, solo aguas superficiales y aguas lluvias”, explicó Jaime González, encargado de asuntos ambientales de la Emerald Energy, mientras los asistentes le sacaron unas paletas que decían “No a la minería”.
Según sus proyecciones, planean respetar los 30 metros de distancia entre los ríos Bodoquero, Orteguaza y Pescado, afluentes del río Caquetá, y construir las plataformas, placas de concreto, cárcamos, sistemas de monitoreo y obras como puentes, alcantarillas y cercados que garanticen que el petróleo que saquen no contaminará el agua.
Según sus cálculos, el 70% del área de influencia en donde se desarrollaría el proyecto están siendo usadas para ganadería extensiva, “por eso no estaríamos dañando los bosques remanentes. Y como habrá cambio del uso del suelo, hay que tratar de mitigar y compensar los efectos”, Para esto la empresa dijo que “máximo intervendría 20.880 hectáreas, y que compensaría con 120.490 hectáreas de bosque cultivado”.
Pero ni la Vicaría del Sur ni los 675 campesinos que solicitaron la audiencia estuvieron de acuerdo con los resultados. Con un dinero donado por la ONG Cáritas Alemania, la Vicaría contrató al abogado ambientalista Rodrigo Negrete para hacer un estudio jurídico, y un estudio con la empresa Geoambiental Terrae para echarle una mirada –técnica– al estudio de Emerald, y generar la información que presentaron en la audiencia.
Julio Fierro, un geólogo que dirige Terrae y que es conocido por haber frenado el proceso petrolero en la Sierra de la Macarena, luce cansado. Él y su equipo de sociólogas, biólogas y geólogos llevan los últimos seis meses levantando la información que la empresa tuvo cuatro años para estudiar, organizar y presentar. Según la evaluación (que ya radicaron ante la ANLA) el estudio que presentó Emerald “está incompleto. Cuando llueve en Bogotá, parte del agua penetra en las rocas y se filtra hacia el subsuelo y en las zonas de recarga de acuíferos, que vendrían a ser los Cerros Orientales. En Caquetá no hay cerros, pero sí lomas y manantiales. Nuestro estudio determinó que esas lomas son las zonas de recarga de esos manantiales, y que son objeto de protección bajo la ley 99 de 1999”. Por otro lado, Fierro señala que no está determinado en dónde se harán las plataformas (aunque los campesinos de la vereda La Florida, por ejemplo, saben que su vereda sería afectada porque han visto a técnicos haciendo rondas y estudios).
La empresa dice que no sería dañado bosque nativo porque se asentarían en donde hay pasto, es decir, en donde se ha deforestado. “Eso no significa que no dañe los cauces de agua. Los suelos amazónicos se caracterizan por tener pocos minerales y poca capa vegetal. El agua que se filtraría del subsuelo tiene el doble de salinidad y millones de años de toxicidad, además de hierro, azufre y otros minerales. Si se riega el suelo con esa agua, lo lastimaría irreversiblemente”, explica el geólogo.
Por último, los estudios de la Emerald Emergy se basaron en los modelos de impacto y planes ambientales de la Cuenca hidrográfica de los Llanos, y no en la cuenca Caguán-Caquetá, que es la que se explotaría. “Sobre ambas hay datos, de hecho, hay estudios de impacto ambiental sobre los proyectos petroleros en Puerto Vega-Teyeyé (Putumayo). O sea, no tienen información para decir que no va a pasar nada”, explica Fierro.
La debilidad del estudio de la empresa fue evidente para la ANLA, que citó a la empresa y a Corpoamazonía en Bogotá, en junio de 2017, para pedirles que agregaran información al estudio. El estudio de Terrae, sin embargo, tampoco está libre de pecado. Para entender bien cómo funciona el ciclo del agua en una región se necesita por lo menos un año de estudio, y este levantamiento de información duró apenas 6 meses.
Según Rodrigo Negrete, reconocido abogado ambientalista contratado por la Vicaría, “ante la deficiencia de los estudios y por principio de precaución no se debería otorgar esta licencia”. Sin embargo, el papeleo confuso no solo corresponde a la Emerald. En dos ocasiones, cuando la empresa solicitó saber si en la región a explorar había comunidades indígenas, el Ministerio del Interior declaró que no había comunidades indígenas en el área de influencia del Bloque El Nogal. En una tercera petición de información reconoce dos resguardos indígenas Coreguaje, lo que implicaría que hay que hacer una consulta previa, como exigieron los dos indígenas presentes en la audiencia pública del jueves.
Eso sí, no todos están en desacuerdo con el Bloque El Nogal. Una campesina de Valparaíso dijo estar de acuerdo con el proyecto y salió del coliseo entre abucheos. Un docente de Cartagena del Chairá propuso una unión temporal entre la empresa y la comunidad para que sean ellos la única mano de obra autorizada. Miguel Bastidas, funcionario de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, radicó ante la ANLA su visto bueno al proyecto. El agricultor Jairo Tovar dijo que sus paisanos de Valparaíso tienen moyas (es decir, nacimientos de agua), sin un solo palo sembrado, “nadie está reforestando en la Amazonía, en cambio la empresa va a reforestar 120 hectáreas por cada 20 que usa y ya nos puso el cemento que le pedimos al gobierno durante 15 años. Yo nunca he visto al Estado, pero veo la comida en la boca de mis hijos”.
Algunos denunciaron que, cuando habían apoyado públicamente a la empresa, les habían intentado quemar la casa, incluso la Junta de Acción Comunal de La Culminata se dividió en dos juntas, una por el SÍ y otra por el NO al Bloque El Nogal. En otras palabras: con o sin licencia, el conflicto socio ambiental ya empezó.
Otros dijeron que “no es que la empresa entre a dañar la Amazonía, sino que si entra, sería echarle sal a una herida” de 1.400.000 hectáreas deforestadas en ese departamento gracias a la ganadería extensiva y la cultura de la colonización, según cifras de la Burbuja de Control Ambiental de las Fuerzas Armadas. Los cuatro gatos que se atrevieron a decir eso en la audiencia fueron abucheados tanto como los que quieren que la empresa entre al territorio.
Cuatro funcionarios de la empresa Emerald Energy le dijeron a El Espectador que no están autorizados para dar declaraciones sobre la viabilidad técnica de su informe, ni sobre los autores del mismo.
Este no es la primera explotación de hidrocarburos en la Amazonía colombiana. Desde hace 60 años se explota petróleo en Putumayo, y un campo similar a lo que sería Bloque El Nogal está situado en San Vicente del Caguán (Caquetá). Sin embargo, sí sería el más grande y el primero que se concesionaría después de la firma del Acuerdo de Paz y la concentración de los exguerrilleros de las FARC en zonas veredales de transición.
La audiencia terminó como una misa, a las siete de la noche. El balón está ahora en la cancha de la ANLA, que dentro de 25 días debe decidir (con base en argumentos técnicos puros y duros) si la licencia ambiental para exploración del Bloque El Nogal va o no va.
*Infoamazonia es una alianza periodística entre Amazon Conservation Team, Dejusticia y El espectador.