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La Macarena se opone a la explotación petrolera

El municipio que debería convertirse en emblema del posconflicto comienza a reescribir su historia con una polémica licencia de explotación para 150 pozos petroleros que amenazan sus atractivos turísticos y fuentes hídricas.

Pablo Correa
14 de abril de 2016 - 03:59 a. m.
Caño Cristales está a 67 kilómetros de la zona concesionada./Reuters
Caño Cristales está a 67 kilómetros de la zona concesionada./Reuters

Colombia está estrenando una nueva serie de billetes. El de $2.000 que de ahora en adelante cargarán los colombianos en sus carteras y bolsillos, es un homenaje a uno de los rincones ecológicos más emblemáticos del país: Caño Cristales, el río de los cinco colores. Paradójicamente, casi al tiempo que se estrena el nuevo papel moneda, la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) decidió otorgar permisos de explotación a una empresa de hidrocarburos a 67 kilómetros del majestuoso río.

Hace cuatro años los ingenieros de la empresa Hupecol Operating llegaron a la región que abarca el municipio de La Macarena, uno de los más afectados por la violencia en las últimas décadas, para iniciar la fase de exploración petrolera. Una vez confirmaron la factibilidad del proyecto a unos 30 kilómetros del casco urbano, iniciaron el trámite para comenzar la segunda fase: la explotación de unos 150 pozos.

El pasado 18 de marzo, el director de la ANLA, Fernando Iregui, firmó la resolución 0286, en la que autorizó a la empresa a seguir adelante con sus planes. Los habitantes y líderes del municipio, en el que viven alrededor de 30.000 personas, se sintieron traicionados. Y, por supuesto, preocupados por el destino que les aguarda. Desde que la violencia comenzó a amainar en la zona y los turistas perdieron el miedo para visitar este glamuroso rincón natural de Colombia, entendieron que el ecoturismo y un desarrollo sostenible eran la mejor opción para todos.

Dos parques nacionales han sido declarados en la zona: Sierra de La Macarena y Tinigua. Caño Cristales es apenas una de la joyas de la región. Allí también están Salto Canoas, Caño Piedra, El Raudal, Caño Temblón, el Salto del Gato. Este gran ecosistema fue uno de los sitios elegidos por los productores de la película Magia salvaje.

Hace un año, el 15 de mayo de 2015, ante el deseo de la empresa de instalarse en la región, los líderes políticos del municipio convocaron a un cabildo abierto para discutir el tema. Más de 3.000 personas, según lo recuerda Pedro Rocha, presidente del Concejo Municipal, asistieron al evento y se manifestaron en contra de la explotación petrolera en la zona. Sabían que estaba en riesgo la apuesta por el turismo comunitario y un desarrollo sostenible.

En el municipio, al menos 500 familias dependen económicamente de esta actividad, unos 120 jóvenes y adultos trabajan como guías turísticos, existen dos asociaciones de canoeros, otras dos de transportadores, se han creado agencias de viajes locales. “Es un trabajo que hemos hecho de manera social y sostenible”, dice Rocha, quien viajó esta semana a Bogotá junto al alcalde de La Macarena, Ismael Medellín, y otros líderes para denunciar ante el Congreso de la República lo que está ocurriendo.

Además del cabildo abierto, el 4 de julio del año pasado se realizó una audiencia pública sobre el tema. Una vez más los habitantes expresaron su rechazo al proyecto petrolero. Su mayor temor es que se afecten las fuentes hídricas. El alcalde de La Macarena asegura que el proyecto está muy cerca del nacimiento de varias fuentes hídricas, como los ríos Guayabero, Duda y Lozada.

“La ANLA pasó por encima de esas decisiones del pueblo –dice Rocha–, hemos visto que en Putumayo y parte del Meta los petroleros sólo han dejado ruinas. No hay ejemplo de que esto genere algo positivo. Además, los estudios ambientales los hacen las empresas petroleras. Entonces siempre van a su acomodo”.

Ayer, los representantes de La Macarena volvieron a expresar su desacuerdo en el Congreso de la República. En redes sociales el tema se convirtió en una tendencia nacional (ver recuadro). Iregui, director de la ANLA, convocó una rueda de prensa en la que expuso su punto de vista. Primero indicó que “Hupecol había solicitado 34.649 hectáreas y se licenciaron 30.874”. Segundo, el funcionario puntualizó que Caño Cristales está a 68 kilómetros de la zona concesionada, el río Guayabero a 23 kilómetros y el río Duda a 48 kilómetros. Aclaró que la cuenca hidrográfica en la zona licenciada es diferente de la de Caño Cristales, que desembocaría en el Lozada y no al revés.

Reconoció que la distancia entre el bloque licenciado a Hupercol y el PNN Tinigua es de apenas 2,5 kilómetros. Una distancia bastante preocupante si se piensa que más allá de los parques naturales existen zonas de amortiguación que exigen un manejo especial.

Iregui también reconoció que el lindero sur del bloque licenciado sí toca el río Lozada, una de las preocupaciones de los habitantes que dependen de estas fuentes hídricas. Aunque insistió en que “no ofrece ningún peligro al río”.

El concejal Rocha recordó que desde hace varios años son una comunidad que está luchando para impulsar el ecoturismo. “Los que visitan este paraíso no se pueden echar desodorante ni aerosoles”, recordó, y añadió: “este lugar es oportunidad para que nuestros hijos construyan paz y armonía con ingresos económicos. En este paraíso siempre hemos buscado y seguiremos buscando que sea patrimonio natural”.

 

 

Por Pablo Correa

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