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En 2017, el papa Francisco anunciaba un sínodo, que se celebrará desde el próximo lunes hasta el 27 de octubre, para abordar los problemas del Amazonas. Una sorpresa para algunos que no comprendían por qué una Iglesia universal tiene que dedicarse a un tema tan específico y para otros una ocasión única. (Lea Una nueva declaratoria para proteger 20 áreas naturales de la Amazonia colombiana)
¿Cuál era el motivo? Durante el anuncio en octubre de 2017, Francisco ya dio las claves: "Encontrar nuevos caminos para la evangelización de este Pueblo de Dios, especialmente de los indígenas, a menudo olvidados y sin perspectivas de un futuro sereno, también debido a la crisis de la foresta Amazónica, pulmón de capital importancia para nuestro planeta". (Lea Cuando los medicamentos contaminan el medio ambiente)
Durante su viaje a Perú en enero de 2018, el papa se dirigió a los pueblos de la Amazonia en Puerto Maldonado y aseguró que "probablemente los pueblos originarios amazónicos nunca hayan estado tan amenazados en sus territorios como lo están ahora".
"La Amazonia es tierra disputada desde varios frentes: por una parte, el neoextractivismo y la fuerte presión por grandes intereses económicos que apuntan su avidez sobre petróleo, gas, madera, oro o monocultivos agroindustriales", criticó.
Y añadió: "Hemos de romper con el paradigma histórico que considera la Amazonia como una despensa inagotable de los Estados sin tener en cuenta a sus habitantes".
Hablar de los problemas del Amazonas es para el papa Francisco una oportunidad de reiterar su concepto, ya expresado en una encíclica "Laudato si" de la necesidad de una "ecología integral" en la que la defensa de la naturaleza vaya de la mano con la justicia social.
La Iglesia católica con este sínodo también abordará uno de sus peligros el rápido crecimiento de las Iglesias evangélicas recientes de origen pentecostal, también entre las comunidades indígenas.
A finales de 2016, el Instituto Datafolha publicó una investigación en la que se avanzaba que en los últimos dos años 9 millones de personas abandonaron el catolicismo en Brasil y que en este periodo los fieles pentecostales o neopentecostales pasaron del 18% al 22%.
La escasez de sacerdotes y misioneros en esta región de la Tierra, que comprende parte de Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guayana, Suriname y Guayana Francesa, hace muy difícil su misión ya que cerca el 70 % de las comunidades del Amazonas de la región no tiene acceso a la misa semanal.
Ordenación sacerdotal de hombres
Uno de los asuntos de los que más se hablará y que más controversia causará, sobre todo al ser considerado un tabú por el ala conservadora de la Iglesia, será la ordenación sacerdotal de hombres casados para poder garantizar los sacramentos en el Amazonas.
Algunos caciques de los pueblos indígenas ya ejercen una misión parecida a la de los sacerdotes, pero no pueden administrar sacramentos como la Eucaristía por lo que en estas comunidades se celebra misa cuando se puede. A veces menos de una vez al mes.
"Afirmando que el celibato es un don para la Iglesia, se pide que, para las zonas más remotas de la región, se estudie la posibilidad de la ordenación sacerdotal para personas ancianas, preferentemente indígenas, respetadas y aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya una familia constituida y estable, con la finalidad de asegurar los Sacramentos que acompañen y sostengan la vida cristiana", se lee en el documento de trabajo de este sínodo.
Pero también se pedía estudiar "el tipo de ministerio oficial que puede ser conferido a la mujer, tomando en cuenta el papel central que hoy desempeñan las mujeres en la Iglesia amazónica". Aunque nada tiene que ver con la figura de las diaconisas.
Los problemas de los pueblos indígenas y la defensa del medio ambiente
En el documento de trabajo se enumeran los problemas que afrontan cada día las comunidades indígenas y los activistas en la región, lo que promete será argumento de críticas por parte de algunos Gobiernos.
Se hablará de "la criminalización y el asesinato de líderes y activistas defensores del territorio" y "la apropiación y privatización de bienes naturales, incluso el agua" y los megaproyectos hidroeléctricos, forestales, tala para la producción de monocultivos, construcción de carreteras y ferrocarriles; proyectos mineros y petrolíferos.
Así como los problemas sociales que a menudo acompañan a estas situaciones, tales como alcoholismo, violencia contra las mujeres, la explotación sexual, trata de personas, pérdida de la cultura originaria y de la identidad (lenguaje, prácticas espirituales y costumbres), y todas las condiciones de pobreza a las que están condenados los pueblos del Amazonas.
En esta asamblea a la que han sido convocadas más de 270 personas entre los obispos del área y expertos, también se hablará de la "rápida pérdida de biodiversidad (extinción de especies de flora y fauna)" y "las consecuencias para el planeta, porque la selva amazónica constituye los pulmones vitales para la atmósfera de la Tierra".
Afirmaciones que chocan con las últimas declaraciones en la Asamblea de la ONU del presidente brasileño, Jair Bolsonaro que ha defendido que la Amazonia no es "patrimonio de la humanidad" y que es una "falacia" definirlo como "el pulmón del mundo".