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Entre marzo y junio de este año, en Botsuana (África) encontraron 350 cadáveres de elefantes. La primera hipótesis que manejaron las autoridades ambientales era de que se trataba de cazadores furtivos que, en algunas ocasiones, les dan cianuro para matarlos y luego extraer sus colmillos, que luego son vendidos en el mercado negro. Sin embargo, todos tenían sus colmillos intactos, lo que levantó más dudas.
Ahora, el mismo panorama se está presentando en el Parque Nacional Hwange, en Zimbabue, donde recientemente han aparecido 22 ejemplares muertos. Ante el incremento de las muertes masivas de elefantes en los parques nacionales de África, los científicos empezaron a estudiar las causas, para ello extrajeron lo antes posible las muestras en estos cadáveres encontrados. (Lea: Mueren envenenados 12 elefantes en un parque de Zimbabue)
Hasta el momento, los investigadores no han podido visitar el parque donde se presentaron las más de 300 muertes, en Botsuana, y la mayoría de las muestras que les entregaron para empezar los análisis de la necropsia hacían parte de animales que ya estaban comenzado a pudrirse. A este difícil panorama se suma la condición en la que las almacenaron, no cumplieron los protocolos establecidos y, por ende, no fueron transportarse rápidamente a laboratorios internacionales.
Pese a las complejas condiciones y luego de meses de estudios, el grupo de científicos establecieron dos causas principales. La primera es las neurotoxinas en las floraciones de algas, el 70% de los ejemplares en Okavango, Botsuana, murieron cerca de pozos de agua, muchos de los cuales contenían floraciones de algas verde azuladas, según las autoridades del parque. (Puede leer: Toxinas naturales, la posible causa por la que murieron más de 350 elefantes en África)
Los expertos explicaron que en un principio las autoridades locales descartaron las toxinas de las algas, principalmente porque la única especie afectada habían sido los elefantes. Pero, algunos resultados posteriores podrían demostrar que los elefantes serían más vulnerables a las toxinas de la floración de algas, ya que pasan mucho tiempo bañándose y retozando en el agua. También, sus largos troncos juegan un papel determinante: tienen gran cantidad de receptores olfativos y pueden beber cientos de litros de agua diarios, exponiéndolos a más toxinas que otros animales.
Christine Gosden, profesora de la Universidad de Liverpool, ha estudiado desde hace varios años la toxicología de la guerra química y ahora quiso investigar el caso de los elefantes. “Los decesos podrían ser causados por una toxina bacteriana recientemente descubierta producida por algas llamada BMAA (beta-metilamino-L-alanina)”, aseguró a The Guardian. Gosden añadió que el comportamiento que presentaron los animales antes de morir ha sido fundamental para creer que esta toxina pudo ser la causante.
En Botsuana, los elefantes caminaron en círculos antes de colapsar, un comportamiento parecido al de las ballenas desorientadas y los delfines que quedaron varados y murieron. Estos últimos dieron positivo en BMAA en su cerebro. Las neurotoxinas pueden matar en tan solo 20 minutos a los animales y está presente, sobre todo, en ambientes marinos. Hasta el momento, no hay algún estudio que tenga registros de la muerte de elefantes por neurotoxinas en las floraciones de algas. (Podría leer: “El elefante es un aliado para combatir el cambio climático”)
“Podría ser porque los patólogos y los veterinarios inicialmente no realizan pruebas de cianobacterias y, una vez que deciden hacerlo, es demasiado tarde porque los tejidos se han deteriorado o las floraciones de algas han desaparecido”, señaló Gosden al medio británico. El aumento de las temperaturas y los métodos de cultivo intensivo han impulsando un aumento de la proliferación de algas en ríos, lagos, embalses y mares del mundo, unas condiciones que podría incrementar el número de muertes de los mamíferos por toxinas.
La segunda causa que exponen los científicos es un virus de roedor conocido como EMC (encefalomiocarditis). En Okavango, donde se presentaron las muertes en Botsuana, han incrementado los cultivos y este año, particularmente, creció la cosecha de maíz por las lluvias tardías, lo que quizás para los expertos atrajo a familias de elefantes y roedores, que defecan y orinan en matas de hierba.
Para comer, los elefantes toman la hierba con la trompa y se comen hasta las raíces de la planta, donde están incluidas las heces de los roedores, exponiéndolos a contraer el virus EMC, un patógeno que afecta con mayor frecuencia a los paquidermos en los zoológicos donde hay muchas ratas. En los zoológicos de Estados Unidos y en Australia ya se han registrado varias muertes por este virus.
Roy Bengis, veterinario estatal en jefe jubilado del parque nacional Kruger, aclaró a The Guardian, que “en Botswana se conoció que estos elefantes simplemente cayeron muertos en seco, y eso encaja con EMC. Esa es una de las características que vimos en Kruger, donde murieron 64 ejemplares en el parque entre 1993 y 1994″. Este virus, al igual que las neurotoxinas, provocan una muerte rápida. (Lea también: El número de elefantes en cautiverio creció 70% en Asia en diez años)
En el estudio, publicado en el African Journal of Wildlife Research, los científicos explican que en la zona de Botsuana, donde se presentó una de las muertes masivas, consiguieron comprobar que desde febrero a mayo se registró mayor invasión de cultivos. “Una actividad que no solo lo llevan a cabo los machos, sino también las unidades familiares que comprenden predominantemente hembras y elefantes jóvenes, lo que explicaría la falta de prejuicios por sexo y edad”, añadieron.
Los científicos esperan que con estos resultados y las muestras recolectadas en Zimbabue puedan ayudar a aclarar qué es lo que está provocando las muertes en elefantes y mitigarlas.