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La biodiversidad es más que una palabra técnica. En términos científicos, se refiere a la variedad de seres vivos sobre la Tierra. Pero sería miope pensar que se reduce a un conteo de especies vegetales o a un censo de animales. Va más allá. La biodiversidad es el termómetro, el rasero, que define cómo ha sido y cómo será nuestro paso por el planeta.
Aunque es difícil determinar el número exacto, la Tierra está enfrentando una extinción de especies sin precedentes. Se estima que entre 150 y 200 desaparecen cada día. Según el último informe “Planeta vivo”, publicado por WWF, Latinoamérica perdió el 83% de las poblaciones de peces, aves, mamíferos, anfibios y reptiles en los últimos 40 años. Además, las mayores amenazas a la biodiversidad se registraron en los trópicos, donde la población se redujo en un 56%.
¿Cómo está Colombia?
En Colombia el panorama es igual de escandaloso. De acuerdo con el Instituto Humboldt, el país ocupa el segundo lugar en biodiversidad y está entre las 12 naciones más megadiversas del planeta. Nuestro patrimonio natural podría ser descrito como complejo y diverso, y aunque sólo ocupa el 0,7% de la superficie terrestre, alberga el 10% de la fauna y flora de la Tierra. El 80% del agua que consumimos proviene de los páramos, que apenas cubren el 2% de la superficie. Aun así, Colombia es el país con más páramos en el mundo.
Esta realidad física se cruza con una historia política, económica y social igualmente compleja y diversa. El país tiene cinco regiones: el Chocó, las llanuras del Caribe, la Amazonia, la Orinoquia y la región Andina. Dos marino-costeras: el océano Pacífico y el mar Caribe, que representan el 50% del área total del país. En total, 314 tipos de ecosistemas continentales y costeros. Cada uno con su geografía y sus problemáticas.
Porque de acuerdo con el Quinto Informe Nacional de Diversidad Biológica de Colombia, la pérdida de biodiversidad afecta negativamente a las sociedades, especialmente las más pobres que habitan en los lugares de mayor riqueza natural, dada su dependencia inmediata. Esto, unido a problemáticas asociadas con pobreza y desigualdad, hace que afloren los conflictos socioambientales.
El informe reveló que entre los años 1990 y 2010 la cobertura de bosques naturales pasó de 56,5 a 51,4%. La deforestación transformó el ecosistema en praderas para actividades agrícolas y ganaderas, mientras que el deterioro del bosque fue producto de la expansión de la minería, los cultivos ilícitos y la extracción de maderas tropicales.
Según el Análisis Ambiental de País, adelantado por el Banco Mundial, la degradación del medio ambiente le costó a Colombia el equivalente al 3,5% del PIB, además de las deudas adicionales generadas por inundaciones, derrumbes y mal uso del suelo.
¡Somos biodiversidad!
El año pasado BiBo le midió la temperatura al planeta y les tomó el pulso a los políticos y a la sociedad civil en sus acciones para cambiar el rumbo de las energías fósiles y reemplazarlas por mecanismos sostenibles. Por eso, hizo un diagnóstico de un evento del que mucho se ha hablado en las últimas décadas: el cambio climático.
Esta vez la apuesta de BiBo busca lograr que más colombianos sean conscientes de la relación que la biodiversidad tiene con su diario vivir para que adopten estilos de vida sostenibles que aporten a su conservación. La idea es mostrarles a las personas que los bosques son más que árboles productores de madera.
Por ejemplo, según cifras de WWF Colombia, en nuestro país existen 1.435 especies de peces de agua dulce que habitan en muchos de estos bosques y que se constituyen en nuestro alimento. Gracias a la biodiversidad es posible obtener medicamentos e incluso artículos tan utilizados como el pegamento, las resinas y hasta el maquillaje. Aparte de ser el hábitat de animales, plantas y microorganismos, los bosques son nuestro gran supermercado.
Ya sabemos que el 51% de nuestro territorio es bosque. La idea, entonces, como bien lo dijo Juan Pablo Ruiz en una de sus columnas para este diario, es “pensar en cómo convertir esa riqueza biodiversa en una riqueza económica y social, sin destruirla y, en algunos casos, recuperando los ecosistemas estratégicos de los cuales depende nuestra viabilidad como país”.
Para lograrlo, varias organizaciones como El Espectador, WWF, el Instituto Humboldt, el Ministerio de Ambiente, la Unión Europea, ISAGEN, EPM, GIZ, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y Equidad han puesto sus ojos sobre la conservación de la biodiversidad, porque ya los bosques, y lo que habita en ellos, no son considerados como un estorbo, ni un recurso ilimitado, sino como un tesoro, una riqueza invaluable.
Lo que encontrará este año
A partir de hoy y cada jueves circularán doce especiales editoriales en los que se indagará por el estado de la biodiversidad y su relación con los diferentes sectores productivos.
Haremos un recorrido por los indicadores más destacados de biodiversidad (ver infografía); entenderemos la conexión que existe entre el campo y la ciudad; indagaremos en el biocomercio y los recursos genéticos que resultan de la naturaleza; exploraremos la importancia de la biodiversidad ante un escenario de posconflicto; mostraremos que el ecoturismo, además de ser amigable con el medio ambiente, es una fuente de recursos económicos; les seguiremos la pista a las negociaciones internacionales de cambio climático que serán definitivas para lograr un acuerdo a finales de este año en París, entre otros.
También se publicarán crónicas semanales partiendo de los principales tipos de bosques que se encuentran en Colombia: la vida que albergan, las comunidades que allí habitan y sus especies más representativas de flora y fauna, además de las amenazas que enfrentan (ver fotonoticia).
De septiembre a noviembre se lanzarán ocho fascículos coleccionables. Cada uno incluirá adhesivos para que los niños interactuaen didácticamente en el recorrido por los bosques de Colombia de la mano de Keiko, la mascota de la campaña.
Se realizará, además, el evento “Colombia, un país biodiverso”, en el que se debatirá con expertos, miembros del Gobierno Nacional, organizaciones ambientales, empresas privadas y la sociedad civil la responsabilidad de Colombia frente a su riqueza natural. Sumado a esto, se llevará a cabo la edición 2015 del reconocimiento BiBo a aquellas empresas, gremios e instituciones educativas que incluyen buenas prácticas dentro de su cadena de valor y que tienen en cuenta la biodiversidad y el trabajo comunitario.
Las decisiones que se tomen de aquí en adelante definirán la posibilidad de un desarrollo sostenible. Empezó nuestro compromiso por el planeta y el viaje por la biodiversidad. ¡Pongámonos BiBo!
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