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Para: Carlos Rosales
De: Chiquinquirá Caldera*
Venezuela
Por fin, después de estar ocho meses hospitalizada con un embarazo de alto riesgo (colecistopatía intrahepática), llegó el 12 de abril de 1985, cuando nos conocimos. Ese día fue maravilloso, el día de tu nacimiento.
Recuerdo que los médicos, al saber mi diagnóstico, recomendaron que debía considerar la posibilidad de abortar, ya que mi vida corría peligro. Sin embargo, nunca dudé en mantenerte conmigo, con vida y seguir juntos hasta que llegara el momento, sin importar lo que pudiera pasar. Más aun cuando ya había experimentado la pérdida de dos embarazos previos, que no pudieron llegar a feliz término por toxoplasmosis, y la noticia de no poder tener más hijos.
En tu infancia y parte de tu adolescencia siempre estuviste rodeado de mucho amor, en compañía de tu papá y yo, que estuvimos y seguimos estando contigo en cada uno de tus logros.
Cuando me enteré de tu homosexualidad tenías veinte años. Recuerdo cuando me dijiste: “Mamá, necesito hablar contigo”. Ese día fue uno de los más tristes de mi vida, sentí que todo se detuvo. El amor que sentía por ti se hizo más grande, sobre todo al verte lleno de angustia y miedo de pensar en el rechazo que pudiéramos tener tu papá y yo a tu homosexualidad. De no saber, ni de darme cuenta, aun viviendo bajo el mismo techo, de cuántas fueron las noches que lloraste, tus angustias y sufrimiento para dar este paso y al fin salir del clóset.
Son muchos los sentimientos que se experimentan cuando una madre se entera de que su hijo es homosexual. Te confieso que me tomó mucho tiempo pronunciar la palabra “homosexual” y aceptarlo, más aún cuando se trataba de ti, mi hijo.
Sumado a la culpa que me invadía de pensar que no lo hice bien como madre, de preguntarme: ¿dónde estuve yo, que no me di cuenta? ¿Por qué nos pasó esto? El pensar en tu futuro y el miedo a que fueras discriminado por tu homosexualidad. Cuando tú saliste del clóset, yo entré a vivir y enfrentar esta tristeza acompañada de un duelo, a buscarles respuestas a tantas preguntas que entonces eran desconocidas para mí. Me convertí en una autodidacta, una investigadora en temas relacionados con la sexualidad y muy específicamente la homosexualidad. Busqué en la web y grupos de apoyo de padres y madres visibles que estuvieran viviendo esta misma experiencia en mi país (Venezuela), pero lamentablemente no encontré ninguno.
Pasaron entonces cuatro años en este proceso, el tiempo que me llevó dentro del clóset para conocer y comprender la diversidad sexual, de encontrarme con la comunidad LGBTI. Cuanto más descubría y aprendía, mayor era mi amor por ti. Y mientras tanto, con mi apoyo y el de tu papá, junto al resto de tu familia, continuaste adelante con tu vida. Con tu empeño, seguridad y perseverancia, lograste salir adelante. Hijo, sé que los primeros años no fueron fáciles; no obstante, pudiste graduarte de ingeniero en la universidad que era por entonces tu mayor aspiración. Tomaste tu proceso de autoaceptación con valor, demostrando a todos que tu homosexualidad no es lo único que te define como persona. Que existen en ti otras cualidades, como cualquier persona heterosexual, que te han permitido lograr tus proyectos y sueños.
Hoy, cuando cumples 35 años, me siento orgullosa de haber tomado la mejor decisión en mi vida, de haberte dado la oportunidad de venir al mundo para enseñarnos a ver la vida de una manera distinta. De vivir y aceptar a cada persona con sus diferencias y similitudes, pero que al final todos somos iguales. Que como ser humano tienes derecho a amar y ser amado, y a lograr conformar una familia.
Tú has sido nuestra mejor motivación. Juntos, tu papá y yo, logramos formar un grupo de apoyo en Venezuela como una manera de hacernos visibles, para ayudar y acompañar a otros padres en su proceso de aceptación cuando se tiene un hijo o hija con una orientación distinta a la heterosexual o con una identidad o expresión de género. Gracias a ti, a tu amor y en honor a ti, decidí seguir investigando y preparándome para apoyar a otra mamá o papá en la aceptación de sus hijos.
Porque cuando se tiene un hijo, se tienen todos los hijos de la tierra.
*Hago parte del movimiento Latinoamericano de Madres de Hijes LGBT
** Fundación Padres Unidos por la Diversidad Sexual de Venezuela (Padisve). https://www.facebook.com /padisveInstagram: @padisve
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