La reforma pensional de Colombia: la inacción no es una opción

El problema del sistema pensional y la discusión sobre su reforma ha ganado relevancia política en los últimos meses. No obstante, pareciera que cualquier propuesta de reforma genera rechazo, pues se tiende a pensar que un cambio del actual sistema redundaría en menores beneficios para sus usuarios. En realidad, el actual sistema es el que representa la peor opción para los jóvenes trabajadores, y defenderlo o no hacer nada sería un craso error en términos de política económica.

David Fernando Forero - Iván Leonardo Urrea Ríos
27 de marzo de 2020 - 08:37 p. m.
La reforma pensional de Colombia: la inacción no es una opción

¿Cuál es la razón por la cual el sistema colombiano tiene tan precario desempeño? En esencia, por problemas de diseño, pues no es un sistema hecho para una economía informal. La reforma pensional de 1993 tuvo grandes falencias, pues generó un esquema en donde dos regímenes que funcionan de manera radicalmente distinta terminaron compitiendo por aquellos trabajadores formales que pueden cotizar a pensiones. Esto genera que ambos esquemas intenten cumplir la totalidad de las funciones de un sistema pensional, lo cual ninguno logra a cabalidad, y en el agregado el sistema no funcione adecuadamente. 

A partir de una evaluación de los pros y contras de las alternativas de reforma pensional presentadas en el país, llegamos a tres conclusiones: 

La primera es que ninguno de los dos extremos de reforma es bueno. De una parte, convertir todo al esquema público de reparto llevaría a consumir el ahorro pensional y al Estado a tener más caja para gastar en el presente, pero dejando nuestras pensiones desfinanciadas en el tiempo; una insostenibilidad inexorable dada la dinámica demográfica. De otra parte, pasar a un sistema puro de ahorro individual resolvería el problema de la deuda pensional en el largo plazo, pero implicaría eliminar la solidaridad intergeneracional, por lo que los trabajadores actuales tendríamos que pagar dos pasivos pensionales: el de nuestros padres por medio de impuestos, y nuestras propias pensiones a través del ahorro (con el riesgo de generar problemas similares a los que enfrenta Chile, que está intentado solucionar con un pilar solidario).

La segunda es que entre los dos extremos se encuentra la propuesta de reforma Multipilar, en la que se mantienen vivos ambos regímenes, sin competencia y con un diseño complementario. Así, Colpensiones recaudaría las cotizaciones de un primer tramo (hasta 1 salario mínimo o menos) del ingreso de todos los trabajadores, mientras que el usuario ahorraría en una cuenta individual en las AFPs el remanente de este límite. Un esquema así soluciona las múltiples fallas del modelo actual: deja que el Estado asuma el componente solidario, pero concentrando los subsidios del Estado en la población más vulnerable; expande la proporción que va al ahorro del usuario, al eliminar aportes solidarios y la comisión de la administradora (sin subir el aporte total); unifica la información y funcionamiento del sistema, y reactiva el mercado de rentas vitalicias en el régimen privado. 

La tercera y última idea es que una reforma al sistema pensional contributivo, sea del tipo que sea, no va a solucionar el problema de cobertura, pues los problemas del mercado laboral que producen informalidad se mantendrían. Para poder llegar al total de la población es necesario recurrir a una expansión del programa no contributivo, los subsidios estatales de Colombia Mayor, y del programa semi-contributivo, los Beneficios Económicos Periódicos (BEPS), acompañados de una reforma laboral. La universalización del acceso de los trabajadores informales de estos dos programas podría financiarse mediante la liberación de recursos fiscales que generaría la reforma Multipilar al régimen pensional. 

 

*David Fernando Forero, Profesor de Economía Latinoamericana de la Universidad Nacional de Colombia, investigador del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID)

*Iván Leonardo Urrea, Profesor de Macroeconomía y Desarrollo Económico de la Universidad Nacional Colombia. Investigador del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID)

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Por David Fernando Forero - Iván Leonardo Urrea Ríos

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