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Hace calor en la sala. Con un pañuelo de tela, Alejandro González Iñárritu se seca el sudor de su frente una y otra vez. En su función de presidente del jurado de la 72ª edición del Festival de Cannes se le ve, sin embargo, cómodo.
El primer mexicano en presidir la cita más importante del cine abre fuego. Que es un honor, que se trata de un trabajo en equipo, que está encantado. Lo que diría, pues, cualquier persona en su situación. Pero en su caso puede que ese guion sea más que palabras que quedan muy bien en la rueda de prensa del jurado, un acto que marca el inicio del festival.
Hace casi 20 años, González Iñárritu estuvo en Cannes con Amores perros. Lo demás es historia. Recuerda, se sonríe. A su lado, varios de sus colegas han sido tan premiados como él, tan nominados al Óscar como él. El polaco Pawel Pawlikowski, el griego Yorgos Lanthimos, la italiana Alicia Rohrwacher, el francés Robin Campillo, la estadounidense Kelly Reichardt. Pero estamos claros, el Negro —como le dicen sus allegados— ha dejado una impronta en la cinematografía tanto hispanohablante como mundial. El largo aplauso de recibimiento tras escuchar su nombre de boca del director artístico del festival, Thierry Fremaux, es una pequeñísima muestra.
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“No me gusta decir que voy a juzgar el trabajo de mis colegas”, hace notar, y agrega que, junto a los otros miembros del jurado, “gente a la que admiro”, se propone hallar la mejor manera de llevar a buen puerto la tarea encomendada. “Nunca he sido presidente, ni en mi casa controlo nada”, hace reír a los presentes por el chiste, pero también porque la fama de controlador absoluto no es un mero rumor.
Compartiendo funciones en el jurado está la joven actriz Elle Fanning. La presentadora recuerda que Fanning tenía tan solo siete años cuando el director mexicano la fichó para Babel (en la competición de Cannes en el 2006), una de sus más icónicas películas. “¡No me hagas sentir viejo!”, suplica entre risas.
La política también fue un tema en este encuentro con la prensa. Recuerda que hace dos años trajo a la Riviera francesa Carne y arena, una experiencia en realidad virtual desarrollada junto al también oscarizado Emmanuel Lubezki. “No soy un político, pero como artista tengo el chance de expresarme a través de mi trabajo a corazón abierto”, apuntó. Con ese trabajo se propuso poner el foco de atención en los más vulnerables, “en esa gente que arriesga sus vidas cruzando la frontera”.
La construcción del muro entre México y EE. UU. es un asunto espinoso que a su juicio ha sido un instrumento político. “Pienso que el problema es la ignorancia”, trata de dilucidar. “La gente no tiene conocimiento y es muy fácil de manipular”.
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Hay también tiempo para comentar las nuevas tecnologías. Aunque es consciente de que no es lo mismo, afirma no tener nada en contra de ver un filme en una pantalla pequeña y deja caer un comentario a favor de Netflix, objeto de discordia en la organización del Festival de Cannes: “Netflix está haciendo un gran trabajo. Me parece fantástico que exista en la televisión”.
Alejandro González Iñárritu y los estupendos ocho miembros del jurado tienen por delante 11 días de mucho ajetreo, de mucha alfombra roja, pero sobre todo de mucho cine.