El Magazín Cultural

"Ay Carmela": la motivación de los republicanos en la Guerra Civil Española

Algunas de las grandes luchas y transformaciones de los últimos siglos han estado acompañadas por canciones o sinfonías que han unido a los pueblos o a los ejércitos. Presentamos las historias de 13 de ellas.

Manuela Cano
31 de mayo de 2019 - 11:24 p. m.
"Ay, Carmela", también conocida como "El paso del Ebro", se convirtió en una de las canciones compuestas en contra de la invasión francesa en la Guerra de la Independencia Española. / Cortesía
"Ay, Carmela", también conocida como "El paso del Ebro", se convirtió en una de las canciones compuestas en contra de la invasión francesa en la Guerra de la Independencia Española. / Cortesía

Eran más de cien mil. Cien mil soldados, luchadores empedernidos y esperanzados. Eran la resistencia, eran el coraje. Estaban convencidos de que esa sería su última oportunidad, su último aliento y su última ofensiva. Veían encarnada su ilusión en aquel imponente y caudaloso río que recorría con sus fuertes aguas una gran parte del norte del territorio español. En eso se había convertido el río Ebro: en la única vía de salida de los republicanos españoles para recobrar algo de sus fuerzas y de su moral, que se habían esfumado cuando la ofensiva dirigida por Francisco Franco había fracturado en dos porciones incomunicables el territorio republicano. 

El Ebro se había convertido en sinónimo de esperanza, pero a la vez significaba su mayor obstáculo. Era la vía de ingreso a la España controlada por el fascismo, pero, al mismo tiempo, representaba una hazaña inalcanzable: el ejército republicano tenía que pensar en hacer cruzar a más de cien mil hombres por el río más caudaloso de España.

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“Donde sobra corazón”, entonaba uno de los versos de la que sería la emblemática canción de la Guerra Civil Española, “Ay Carmela”. “Donde sobre corazón” cantaban los republicanos, buscando encontrar esa moral perdida, arrebatada y así adaptaban una canción que databa de una edad lejana, de 1808, de otra guerra con sus propios sufrimientos, de otro contexto. Pero aunque anacrónica, en ese preciso instante, y frente a ese enorme desafío, era más vigente que nunca.

 

“El Ejército del Ebro, ¡Rumba la rumba la rum bam bam!, Una noche el río cruzó” entonaban al unísono esa canción de nadie y tomada como propia, como colectiva, como reafirmante de su confianza, como un grito de emancipación y de victoria. Y después, venía ese “¡Ay, Carmela, ay, Carmela!”, nostálgico de otra época, de su antigua y olvidada tranquilidad, era un grito casi melancólico.

Pero aún así ellos lo sabían, “debemos combatir, ay Carmela, ay Carmela”. Sabían que debían intentarlo, y seguían cantando “debemos combatir” cuando pasaban en puentes rudimentarios las fuertes corrientes del Ebro, cuando se enfrentaban a un ejército considerablemente mayor al suyo, cuando ese desalmado dictador bombardeaba su esperanza. Y seguían “debemos resistir, ay Carmela, ay Carmela”, porque resistían por una causa, aún cuando eran más polvo que persona, y cuando el alimento y el agua faltaban cotidianamente.

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Y así lo hicieron, combatieron y resistieron en aquella brutal Batalla del Ebro, la más terrible de la historia española. Y donde este enorme río tuvo que volver a ser cruzado, esta vez en dirección contraria, ya no por cien mil soldados motivados y tarareando ese grito de “ay Carmela” sinónimo de resistencia; sino por muchísimos menos, heridos y callados, acompañados con esa horrible sensación que sólo se le puede asignar a una irreversible derrota.

 

 

Por Manuela Cano

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