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Al igual que el grupo de jóvenes que se aventuran en los años de adolescencia en la obra Lobos; Alejandro Gómez, Nelson Celis y Cesar Morales, encargados de la dirección de la Compañía Nacional de las Artes -CNA, se arriesgaron y apostaron por el sueño de tener un espacio propio luego de seis años de trabajo constante. Así, dan apertura a su primer escenario teatral para el fomento de la cultura. La nueva sede de la CNA será inaugurada con una temporada llena de pasión, política, conflictos emocionales y sociales que dejaran a los espectadores cautivos durante el mes de mayo.
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La CNA nace del interés por conformar un grupo de creadores que busca trabajar de forma multidisciplinar y poner en escena realidades sociales desde el punto de vista de cada uno de los integrantes de la compañía. Actualmente está conformada por trece profesionales de diferentes áreas e instituciones. Música, teatro, danza, comunicación e incluso video se integran en un colectivo de artistas para presentar montajes en un espacio que hoy abre sus puertas al público. Una casa que contribuye al desarrollo de distintos lenguajes artísticos. Galería, salones de ensayo, una sala de teatro, un espacio de interacción para el público y los artistas.
“Cuando conseguimos la casa nos ganamos un centro de operaciones que estábamos esperando hace tiempo, y que era necesario para el crecimiento de la CNA como empresa cultural” asegura Alejandro Gómez. Destaca además, la importancia de un espacio que permite la difusión de las artes en todo sentido. Es así como en el mismo espacio se dictan talleres de formación permanente para adultos y niños en teatro y música. Se abren espacios necesarios para compañías emergentes que quieren crecer, al igual que la compañía fundadora los necesitó hace un tiempo. Sin duda, una satisfacción que traen los pequeños éxitos en la carrera de la Compañía.
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Lobos y El Hijo del Senador, creaciones propias del grupo de la CNA, serán las obras que estarán en temporada y servirán como carta de presentación para el nuevo espacio de la compañía. Las temáticas tratadas dentro de las dos propuestas, buscan mostrar la visión de un grupo de jóvenes dramaturgos, directores y actores sobre el momento que vive el país donde nacieron. Sugieren la posición que cada uno de los integrantes del grupo tiene frente a las diferentes situaciones que se presentan en el escenario. Los ejes trasversales de los montajes están dados por problemáticas sociales, políticas y religiosas.
En Lobos, la trama gira en torno a un grupo de adolescentes que está en el despertar a la vida adulta y lo que esto implica. El suicidio de uno de los estudiantes del internado religioso en donde se desarrolla la historia, será parte del detonante para cuestionar las formas de pensar y actuar de los protagonistas, así como el hecho de que la normatividad escolar puede afectar el pensamiento de los alumnos. Como ejes trasversales del montaje, los espectadores podrán ver conflictos personales, religiosos y morales que ponen en la cuerda floja los principios de los jóvenes que se ven enfrentados a tomar decisiones que marcarán en devenir del resto de sus vidas.
El hijo del Senador, es el reflejo de la fragmentación que sufre la sociedad gracias a las diversas corrientes políticas; reflejada en el entorno de una familia. La propuesta trasciende el espacio de lo público a lo privado. El protagonista, hijo de un senador, demostrará cómo las mismas tensiones sociales son proyectadas sobre su familia y cómo esos caminos que parecen predestinados por los dirigentes, pueden marcar el destino de los jóvenes en su singularidad. Un país en caos, donde un joven en conflicto desea huir de un sistema impuesto por su padre, buscando refugio en la servidumbre que es la única que le acompaña en esa lucha interna.