Eduardo Sacheri: “la vida es un permanente dilema moral”

Presentamos una entrevista que se realizó en la pasada edición de la Feria Internacional del Libro de Pereira al escritor e historiador argentino.

Claudia Morales - @ClaMoralesM
15 de octubre de 2019 - 02:00 a. m.
 Eduardo Sacheri es autor de libros como “La noche de la Usina”, “La vida que pensamos” o “La pregunta de sus ojos”. / credito
Eduardo Sacheri es autor de libros como “La noche de la Usina”, “La vida que pensamos” o “La pregunta de sus ojos”. / credito
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Eduardo Sacheri habla de la gente común, de política, fútbol, familia, amor, justicia y corrupción, con una voz pausada y suave, igual que su caminar. Es delgado, alto, sencillo y caballeroso. Nació en Castelar, Argentina, hace ya casi 52 años. Es historiador, maestro y autor entre muchos textos, de Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol, Lo raro empezó después, La vida que pensamos, Papeles en el viento, La pregunta de sus ojos, y La noche de la Usina.

Las dos últimas novelas citadas fueron llevadas al cine y ambas fueron protagonizadas por el actor argentino Ricardo Darín; la primera con el título de El secreto de sus ojos (que en 2010 ganó el Premio Óscar como Mejor Película Extranjera), y la segunda, como La odisea de los giles, que llegará al final de este mes a Colombia. El escritor también acaba de lanzar en Argentina Lo mucho que te amé, una novela en la que por primera vez narra en la voz de una mujer.

Empecemos con La noche de la Usina, una novela que relata la frustración que sufren unos vecinos y amigos de una población ficticia que se llama O’Connor, en Argentina, porque un par de personajes corruptos —un gerente de un banco y un empresario— han robado su dinero. Esto pasa en una coyuntura de la economía argentina, El Corralito, durante la presidencia de Fernando De La Rúa. Usted dice que un escritor puede hacer grandes historias con personajes muy conocidos, muy fuertes, o con personajes comunes. ¿Por qué se va por la idea del personaje común en esta novela?

Te diría que es una decisión frecuente o permanente en mis libros. Creo que me conmueven más, y, en todo caso, las preguntas que intento responderme surgen de mi vida cotidiana y en mi vida cotidiana hay gente común, son las personas que más empatía me generan.

Hay un tema en la novela relacionado con el comportamiento humano que lleva a ciertas personas a cometer actos de corrupción, y que para los protagonistas de La noche de la Usina es inexplicable. El asunto planteado es, porqué se salen con la suya los malos de las historias. ¿Qué piensa de esa condición humana que resalta la maldad?

Yo creo que todos los seres humanos estamos enfrentados todo el tiempo a decisiones morales. Se contraponen en nuestra vida permanentemente nuestros deseos y nuestros deberes, lo que queremos que suceda, lo que nos convendría egoístamente que suceda, y lo que sentimos que los demás merecen recibir de nosotros. Creo que esos conflictos son permanentes. Algunas personas se limitan en su deseo y en su egoísmo y en su ambición por ese código moral que intentamos manejar, y hay otras que no. Esa diferencia me obsesiona: por qué hay personas en todos los ámbitos, en todos los países y todas las clases sociales, dispuestas a transponer ese, el límite ético, y personas que no. Lo que sucede en La noche de la Usina es que hay un grupo de personas estafadas, vulneradas, humilladas, que se preguntan... ¿será lícito que por una vez nosotros también transpongamos ese límite ético, exclusivamente dirigido en nuestra ambición y nuestra ilegalidad a quien nos humilló? Me parece que esos son los lindos dilemas que tiene la vida. En el fondo la vida es un permanente dilema moral para la gente que la tiene. Y al mismo tiempo, la gente que no tiene un dilema moral, va por ahí como una tormenta, como una tempestad, atropellando a los demás.

O’Connor es una población ficticia, pero podría ser un lugar real. En la novela la describe como un lugar lejano de la urbe con una población humilde, campesina, con pocos recursos para sostener su economía. ¿O’Connor está inspirada en algún lugar particular?

La zona de la Argentina en la que vivo es esa enorme llanura muy fértil, llena de sembrados y de vacas que es la llanura pampeana, y está llena de pueblitos así. Yo me crié en uno que sin ser tan rural porque está cerca de la gran ciudad, se parece bastante a O´Connor desde el punto de vista social y desde el punto de vista mental. Son ciudades pequeñas donde uno conoce a casi todas las personas y me gustaba esto de tratar una gran crisis como la de Argentina 2001, pero no en la gran ciudad en su masividad y en su enorme exposición frente a los medios, sino en un lugar pequeño y anónimo salvo para los que viven ahí. Me parecía que los conflictos interpersonales y las solidaridades interpersonales también podían estar en un primer plano visible.

¿Dónde estaba cuando pasó El Corralito?

Estaba en mi pueblo de siempre, Castelar, dando clases de historia en la universidad y en la escuela secundaria; esa era mi labor inicial antes de pasarme a esto de los libros y los guiones. Estaba con mis hijos muy pequeños, con el poco dinero ahorrado encerrado en el banco sin poder sacarlo, y sometido a una devaluación del peso frente al dólar dramática del 400 %, lo cual volvió absolutamente inútiles los pesos que tenía guardados en el banco. La sensación de despojo y de inseguridad fue muy fuerte, sobre todo cuando uno tiene ese criterio de clase media que le ha inculcado el trabajo honrado, el sacrificio y la disciplina. Creo que la gran idea que se derrumbó una vez más en la Argentina de 2001, fue esa vieja confianza en el progreso que fue un pilar en mi país en la primera mitad del Siglo XX y que hoy es una lejana añoranza.

Ya que está diciendo eso, es inevitable hacer una comparación entre ese entonces y lo que está ocurriendo ahora con el final del gobierno de Macri y la muy posible llegada —una vez más— del peronismo. ¿Pensaría que hay manera de comparar los dos momentos políticos?

Yo creo que este momento es menos traumático que aquel, pese a todo. Si bien hay una grave crisis económica, una fuerte recesión y una fuerte devaluación del peso, me parece que el gobierno de Macri terminará con una relativa solidez que De La Rúa no tuvo. De hecho, De La Rúa tuvo que renunciar a mitad de su mandato y en cambio Macri todo indica que terminará el suyo. Pero lo que sí es comparable es la permanente recurrencia frente a la crisis económica. Argentina es incapaz de salir de este laberinto cíclico y al mismo tiempo es incapaz de verlo, porque uno ve los vaivenes de estrategias económicas y no puede menos que pensar que volverá a suceder, casi profética casi fatalmente. Eso es lo que creo que sucederá si gana el peronismo: difícilmente la Argentina saldrá de su crisis, y lo mismo si gana el oficialismo de Macri.

Volviendo a la novela: Fermín Perlassi es el autor intelectual de la estrategia para recuperar con sus amigos el dinero que les robaron del banco. Así como le hice la pregunta en relación con O’Connor, me gustaría saber si Perlassi, Lorgia, los hermanos López, Medina o alguno de los personajes de La noche de la Usina también tiene alguna suerte de inspiración en una persona que hubiera conocido y que le hubiera impactado mucho.

Mirá, en general mis personajes son bastante Frankenstein, todos, y creo es que por un ejercicio de libertad. Más que inspirarme en tal o cual persona para construir un personaje, me gusta meter diferentes características de gente que conozco o de gente de la que me han hablado, pero regadas en distintos personajes. Y hago lo mismo con características mías, soy como muchos, no uno solo sino distintos personajes, y ese es uno de los juegos más felices de la escritura, esto de metamorfosearse diversamente y múltiplemente en personajes.

 

Por Claudia Morales - @ClaMoralesM

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