“El retorno de José Dolores”: el himno de los desterrados en Colombia

A propósito del día del músico, presentamos algunas canciones o sinfonías que han unido a los pueblos o a los ejércitos en momentos de crisis.

Fernando Araújo Vélez
22 de noviembre de 2019 - 10:35 p. m.
Ilustración Tania Bernal
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Y por allá iban con sus corotos a cuestas, por los valles y montes del sur del Tolima y por los cafetales y cedros del Huila. Iban, marcados por la violencia que creían dejar atrás, por las masacres y los ajusticiamientos y las tierras y familiares perdidos. Iban y cantaban un bambuco de Jorge Villamil, “El retorno de José Dolores”, pues todos eran de una u otra manera José Dolores y, como en la canción, retornaban, y cantaban: “Vengo solo y vengo triste, me llamo José Dolores. He vuelto a mi tierra querida a calmar mis sinsabores (…). Quiero perdonar y olvidar mis penas. deseo trabajar por mi patria nueva (…). retorno de la ciudad solo, lleno de optimismo, a levantar sobre escombros la choza, aquí en mis dominios”. Cantaban porque creían en la paz que les habían prometido, cantaban porque estaban hastiados de tanta violencia. Cantaban, y su canto era un himno, y su himno era una promesa, y aquella promesa de una paz firme era su mayor esperanza.

El gobierno de Alberto Lleras Camargo había creado una comisión nacional investigadora para comenzar a saber lo que había ocurrido desde el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Los campesinos hablaron, contaron su historia. El padre Germán Guzmán Campos se había hecho cargo de documentarla, y entre sus primera conclusiones había reseñado que las altas clases colombianas y el Partido Conservador eran los primeros responsables de lo que unos años más tarde llamó La violencia. Intimidar, matar, desplazar, había sido una estrategia para mantenerse en el poder y quedarse con algunas cuantas hectáreas. Entonces todo fue matar, intimidar y desplazar. Lleras Camargo decidió una restauración democrática, luego de tantos años de sangre y de la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, y acordó con los ejércitos liberales del Tolima una tregua, que pretendía fuera la paz. Villamil fue uno de los negociadores. Habló por uno y por los otros, y con unos y con los otros, incluido un tal Pedro Marín, quien luego se llamaría Manuel Marulanda.

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“En este proceso se inspiró Jorge Villamil para la composición de “El retorno de José Dolores”, escrita durante las mismas semanas en que tantos abandonaban Marquetalia”, escribiría más de 50 años después Robert A. Karl en su libro La paz olvidada. Pero un año más tarde, en 1959, los cientos de miles de José Dolores que habían retornado a sus tierras tuvieron que salir de nuevo, porque una nueva violencia, violencia del común, violencia de bandoleros y, tal vez, violencia promovida por altos políticos y empresarios. Y las críticas políticas en el Congreso hacia la Restauración de Lleras Camargo, hicieron que se rompieran los pactos y finalizaran los programas de indulto. “Fue una importante conquista de los partidarios de la línea de la fuerza”, dirían luego los historiadores Gonzalo Sánchez G. y Donny Meertens. Aquella misma línea de la fuerza terminaría con los retornos de José Dolores y con miles de José Dolores en Colombia, pero no con la canción, que siguió sonando una y otra y otra vez.

 

 

Por Fernando Araújo Vélez

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