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Viéndose al espejo se dio cuenta de que no era un Hércules, que su pasión por el fútbol debía quedarse en afición, pero su mente de niño genio lo podía convertir en científico. Armó y desarmó opciones de vida hasta descubrir que a través de la música y las letras se sentía el hombre más poderoso.
Cuarenta años después, al borde de los 50, exaltado ayer como el ganador del hispanoamericano Premio Alfaguara de Novela por Una novela criminal, ratifica, una vez más, que tomó la decisión correcta. Desde hace veinte años su precocidad y talento llevaron a que lo etiquetaran como una de las grandes promesas de la literatura en español. Además, llamó la atención de escenarios de pensamiento. Por ejemplo, el Foro Económico Mundial lo nombró en 2007 como uno de los líderes globales jóvenes con mayor futuro. Y no ha defraudado: es admirable por la calidad y variedad de sus obras publicadas. (Le puede interesar: fragmento de Una novela criminal).
Querido lector: ¿Le gustan los cuentos? Lea Oscuro bosque oscuro, recreación de las leyendas infantiles de los hermanos Grimm en prosa poética, para entender por qué ocurren genocidios, obra que tuve el honor de presentar junto a él en la Feria del Libro de Bogotá en 2011. Para que se haga una idea, allí el flautista de Hamelín no guía ratas hacia el exterminio, sino niños hacia un despeñadero. ¿Le gustan las novelas largas? No se pierda la Trilogía del Siglo XX: En busca de Klingsor (1999, Premio Biblioteca Breve y Deux-Océans-Grinzane Cavour), El fin de la locura (2003) y No será la Tierra (2006), tres interpretaciones de este mundo demente y apocalíptico.
¿Le gustan las novelas cortas? Lea las reunidas en Días de ira. Tres narraciones en tierra de nadie. ¿Prefiere ensayos históricos? Mídasele a El insomnio de Bolívar Consideraciones intempestivas sobre América Latina a principios del siglo XXI (II Premio Iberoamericano Debate-Casa de América, 2009). ¿O ensayos sobre temas contemporáneos? Escoja entre La imaginación y el poder. Una historia intelectual de 1968 y La guerra y las palabras. Una historia intelectual de 1994, que evidencian la capacidad del autor para analizar corrientes de pensamiento, desde revoluciones europeas hasta las mexicanas, incluido el zapatismo, y sin esa pose erudita de otros autores, tan intelectuales que fastidian. ¿Quiere algo más reciente? Lea lo que sacó de su alma mexicana en Contra Trump, la demostración de que la condenada estructura panfletaria está vigente en el siglo XXI.
¿Qué piensa de Colombia? Le pregunté por la eterna comparación con México y me dijo: “Tienen paralelismos, sin duda. Pero no se puede usar fácilmente la analogía, pues las condiciones sociales y políticas son muy distintas, empezando porque en México no ha habido guerrilla ni paramilitares significativos. Pero, sin duda, hay que aprender de la experiencia colombiana, sobre todo del papel de los jueces a la hora de combatir la violencia ligada al narcotráfico”, aunque admitió: “Es imposible de vencer. Mientras haya demanda habrá oferta”. Para opiniones políticas revise sus columnas o su blog. (http://www.elboomeran.com/blog/12/jorge-volpi/).
¿Lo atraen los temas autobiográficos? Lea Examen de mi padre, que es contar a la vez la vida propia y el propio país. ¿Mejor los temas científicos? No olvide que con eso experimenta Volpi desde niño. Si lo quiere en forma de ensayo, compre Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción. Si lo quiere desde la ficción, lea La tejedora de sombras (V Premio Planeta-Casa de América), una novela construida por este ratón de biblioteca desde los archivos de la Universidad de Harvard. Basado en cartas, diarios, documentos, dibujos y acuarelas, recrea la vida de la olvidada investigadora Christiana Morgan. Una apasionante historia de amor paralela a la historia del psicoanálisis. “Quise ser científico; al optar por la literatura, decidí tratar de vincular las dos disciplinas”, me explicó.
Le pregunté de dónde surge tanta creatividad. De leer e investigar y luego de escribir y reescribir, me explicó, como si fuera tan obvio y sólo cuestión de disciplina. Entonces estaba emocionado con la lectura de Verano, la supuesta autobiografía del nobel sudafricano J. M. Coetzee.
La música es su otra gran influencia. Su primer libro de cuentos lo tituló Pieza en forma de sonata, para flauta, oboe, cello y arpa, Op. 1. Ya lo inquietaba cómo el amor y la obsesión por la música pueden ser enfermizos. Hasta qué límites llega un intérprete con tal de alcanzar la ejecución perfecta de un instrumento. “La música es una parte esencial de mi vida”, insistió. Sonido, ritmo, armonía, composición, frustración por falta de talento musical, todo desemboca en escritura construida a partir del buen oído. En la novela Memorial del engaño un protagonista tiene propensión hacia la desgracia y afición por la música clásica. Escena III: “sobre cómo desguazar un violín con una sierra eléctrica y ser comunista y anticomunista en una tarde”. Así es la obra y la mente de Volpi: cuerda y alocada a la vez. Nunca desafinada ni aburrida.
El jurado del Premio Iberoamericano de Letras José Donoso 2009 anotó: “Es una de las figuras más representativas de la literatura actual en lengua española. Su Trilogía del Siglo XX es uno de sus grandes aportes a la narrativa iberoamericana... un mundo creativo rico, abarcador y universal, fundamentado en el vasto dominio del autor sobre las letras y el pensamiento de las diversas épocas y corrientes estéticas, tradiciones integradas sin fisuras en su producción”. Exaltó su “faceta de lúcido ensayista, animada por una profunda ironía filosófica”, y advirtió: “Una obra singular, compleja y abierta que augura páginas que marcarán el futuro de las letras iberoamericanas”.
Sucedió sin que Volpi dejara de asumir trabajos culturales. Hace parte del Sistema Nacional de Creadores de México, dirigió durante cuatro años el Canal 22 de la televisión pública de ese país y lidera cada año el Festival Internacional Cervantino, para promover la música y la literatura como posibilidades de entender el mundo o recrearlo. Arte es la palabra que resume su filosofía de vida: “Si el arte no garantiza nuestra redención, al menos nos permite reconocer nuestras flaquezas y delirios, y transformarnos, por un instante, en otros: en los otros. En nuestros semejantes… La música, la danza, el teatro, el cine, las artes plásticas y la literatura como acicates para la reflexión sobre los problemas de nuestro tiempo, sí, pero también como un espacio para la solidaridad y la comunión”.