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Mateo García Elizondo es nieto de dos gigantes de la narrativa: el Nobel de Literatura colombiano Gabriel García Márquez y el escritor y poeta mexicano Salvador Elizondo. Nacido el 25 de septiembre de 1987 en Ciudad de México, tiene ya 31 años y ha construido su destacada carrera con bajo perfil. Algo similar a lo que hizo en el cine el hijo del Nobel, el hoy consagrado director Rodrigo García Barcha, hasta que los apellidos lo señalaron.
A Mateo, hijo de la fotógrafa Pía Elizondo y del diseñador gráfico y tipógrafo Gonzalo García Barcha, lo acaban de poner en evidencia dos editoriales influyentes. Anagrama anunció que publicará en noviembre, en español, Una cita con la Lady, la primera novela del escritor, “el hipnótico viaje al fin de la noche de un adicto a la heroína”. También fue anunciada en italiano. Son 160 páginas editadas por la prestigiosa casa Feltrinelli bajo el título Appuntamento con Lady. (Lea la historia de la obsesión de Gabo con la muerte).
Consultados los sellos editoriales, resumen así la obra: “Un joven deja atrás la metrópolis en expansión y encuentra refugio en una habitación en una aldea olvidada por Dios al borde de la selva, Zapotal. Revisa las abundantes reservas de opio y heroína, acaricia el cuaderno en el que decidió anotar los últimos momentos de la vida, con un primer humo generoso de opio entrando en el mundo de los sueños, una dimensión mágica...”.
Quienes ya la leyeron hablan de mayores influencias de Juan Rulfo que de García Márquez; en todo caso en la frontera de la vida y la muerte que obsesionó a los dos clásicos. Dicen las editoriales: “Es más parte del mundo de los vivos. Flota entre el sueño y la vigilia, entre la vida y la muerte, en su pequeña habitación y en todo el país, obsesionado con las visiones y los recuerdos, incluida Valerie, la única amante de su vida”.
Le dan crédito por crear un universo propio, se apuran a aclarar: es “el Rincón de Juan, una pequeña choza con fama de albergar al malvado donde los borrachos, los alborotadores y las prostitutas convergen como polillas, en un país que parece estar habitado solo por almas perdidas… pero los vacíos de memoria se están multiplicando, las reservas de drogas se están desvaneciendo, los escorpiones no son suficientes y la muerte es lenta para cumplir su cita”. (A cinco años de sumuerte: 92 hitos de Gabriel García Márquez).
Desde que Mateo decidió dedicar su vida a la narrativa explicó a los allegados a la familia García Márquez: “No es fácil con mi abuelo como referente, pero siempre hay que buscar un estilo propio”. Y vaya que lo está buscando: como declarado “adicto al cine”, en 2015 fue uno de los guionistas elegidos en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara, apoyado por el programa Berlinale Talents, el Instituto Goethe de México y la Federación Internacional de Críticos Cinematográficos. Como escritor ha participado en las películas Desierto (2017), largometraje de Jonás y Alfonso Cuarón sobre las vicisitudes de mexicanos que cruzan la frontera con EE. UU. y son perseguidos por un gringo inquietante, y La mula, incluida en el Festival de Cine de La Habana en 2016.
Paralelamente ha desarrollado una carrera como periodista de viajes y autor de cómics influenciado por Los invisibles, Alan Moore, Neil Gaiman, Garth Ennis. Trabaja con ilustradores como Jeferson Sadzinski. Cuando uno lee sus escritos no se encuentra con un heredero del realismo mágico, sino con un narrador multimedia que aprovecha las plataformas del siglo XXI. Realismo plástico, si se quiere definir. “Creo que lo que realmente me llevó a escribir guiones de cómics en primer lugar fue que era mucho más fácil de producir que una película. Se puede hacer sin tener que gastar cientos de miles o millones de dólares y la realidad es más plástica, creo”.
Así lo explicó a finales de 2016 en un reportaje que le hizo entropymag.org sobre nuevas tendencias: “He estado leyendo cómics toda mi vida, pero no consideré hacerlos hasta hace poco. Hoy en día, no me importa escribir un artículo de viaje, un guion de cine, un cuento, un guion de cómic o una novela. Algunas historias particulares pueden ser adecuadas para un medio u otro, y existen diferentes reglas y limitaciones en cada una. Intento adaptar las historias al medio para el que son más adecuadas y divertirme con todo”.
Su narrativa propone jugar con la mente del lector o espectador: “Siempre me han apasionado los géneros de ficción, especialmente el terror y la ciencia ficción. Me encantan las cosas que son pesadas en el lado psicológico y psicodélico”. En ese sentido es más cercano a la narración figurada e irreverente, como la experimentaba su abuelo Salvador Elizondo.
Ha explorado el ensayo en textos como Los orígenes vudú del blues: la presencia del Diablo en la historia de la música y Una breve compilación de máquinas para alterar la conciencia. En Envenenando el alma: farmacopea mágica y toxicología del embrujo escribe: “En 2009 conocí a un buen amigo, que vivía medio tiempo en un hospital psiquiátrico y aseguraba haber sido zombificado durante un viaje a Haití. En la isla de Haití esta experiencia es tan común que nadie cuestiona que sea una realidad. Sin referencias culturales para lo que le sucedió, se le tachó de loco y se le puso en un hospital psiquiátrico. Con el tiempo fui entendiendo que crear un zombie podría parecer una invención salida de la literatura fantástica, hasta que entendemos el proceso por medio del cual se puede lograr algo así”.
Ha escrito también series de televisión. El resumen de Vera Wright: “Una adolescente se las arregla para esconder la verdad sobre un video viral del bloguero de moda y un amigo que se suicidó. Con la ayuda de su mejor amigo, Oliver, y un aprendiz de hacker, Ali, Vera se mete en lo más oscuro de la darknet, en donde se confronta con La L3GION, un ciberculto anónimo de troles y sociópatas que son aparentemente responsables del suicidio. Vera gana popularidad en la red y se convierte en el nuevo objetivo de la L3GION. Para salvar su vida tendrá que exponer a sus miembros y luchar por la honestidad en un mundo en el cual la verdad es distorsionada por me gusta, comparto y seguidores”.
Evade dar entrevistas y en la citada no quiso hablar de su abuelo Gabo. Apenas dijo: “Fui amamantado con el realismo mágico, y siento una afinidad particular con el folclore latinoamericano, que es en sí mismo una mezcla ecléctica de culturas”.
¿Qué formación tiene? “He vivido tanto en México como en Europa, he viajado un poco y leído literatura de todo el mundo, así que aunque gran parte de mi trabajo trata temas de identidad y temas mexicanos. Creo que soy narrador de historias universales, especialmente cuando empiezas a contar historias ambientadas en el espacio o en otros mundos, como hago a menudo, o cuando empiezas a preguntarte qué es lo que hace que la gente tenga miedo”.
Este es el nieto de García Márquez, una de las mayores compañías del Nobel en su vejez y a quien recuerda cada día porque le enseñó a valorar a los clásicos de la literatura y el cine. Las últimas veces que a Gabo se le vio en público, salió al jardín de su casa en Ciudad de México de la mano de Mateo. En el claustro La Merced de la Universidad de Cartagena él fue uno de los encargados de despedir las cenizas del gran escritor leyendo el capítulo seis de Vivir para contarla, el jueves 12 de mayo de 2016. Ahora escribe para honrar su memoria.