Un reencuentro con la historia

Este fin de semana se realizará el Festival Internacional de Historia R-evoluciones, con el anhelo de que sus visitantes aprendan y reconozcan a importantes personajes y sucesos históricos.

Andrés Osorio Guillott
15 de septiembre de 2018 - 02:01 a. m.
Plinio Apuleyo Mendoza, uno de los invitados al Festival Internacional de Historia./ Archivo El Espectador.
Plinio Apuleyo Mendoza, uno de los invitados al Festival Internacional de Historia./ Archivo El Espectador.

La génesis del Festival Internacional de Historia de Villa de Leyva parte precisamente de la necesidad de posicionar nuevos espacios alrededor del conocimiento de la historia. Las últimas generaciones han crecido con el vacío que, por increíble que parezca, es avalado por la educación en Colombia, y no es otro que la inexistencia de una cátedra de historia en las aulas de clase. Y es que resulta inconcebible que no se entienda la relevancia de esta cátedra para fomentar un sentido de pertenencia y un reconocimiento de nuestras costumbres y nuestra identidad. Los niños y adolescentes crecen sin saber el nombre de nuestros presidentes, sin saber cuáles son los acontecimientos y los símbolos que definen nuestra nación y difícilmente se interesan por poseer conocimientos al respecto. Esto no solo tergiversa y entorpece la concepción de comunidad y nación, sino que también fragmenta la cultura y la conciencia colectiva al subestimar, e incluso ignorar, una virtud tan valiosa como poseer una población diversa, plural, empapada y diversificada por nuestras raíces, nuestras historias y nuestras etnias.

“Tenemos mucho que dar a Colombia para crear nuestra identidad, para reforzar nuestra identidad nacional y partir de conocer bien el pasado, explicar el presente y dibujar el futuro como una nación desarrollada con oportunidades para todos”. Con estas palabras, Mariela Vargas, historiadora y organizadora del Festival, define el objetivo y el anhelo con que varios empresarios decidieron apostarle a la historia, a un evento que resalte la importancia de observar desde múltiples puntos una multitud de sucesos que han sucedido a lo largo de los siglos y de la evolución del ser humano como especie pensante e inclinada hacia ideales de progreso.

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Del Foro de Presidentes de Bogotá, gremio que reúne a varios empresarios de la capital, nace la filosofía del crecimiento ciudadano, que se basa en regresarle a la sociedad más de lo que la sociedad les ha podido otorgar a cada uno de ellos. De esa manera, los 20 empresarios que lograron llevar a cabo el Primer Festival Internacional de Historia de Villa de Leyva quieren seguir constituyendo un enfoque social en sus empresas, logrando entonces el cubrimiento de los vacíos que ha dejado la educación y la misma sociedad por no encaminar a los más pequeños a interactuar y percatarse de los lugares que hablan del porvenir de la nación y de las huellas y evidencias que retratan el sendero de la historia. Es por ello que resulta de vital importancia el surgimiento de este tipo de espacios e iniciativas que se inclinan al acercamiento de las semblanzas, de la academia, de las voces expertas en determinados sucesos a todos los ciudadanos sin distinguir edad, credo, intereses, etc.

Cinco escenarios convocan a todos los asistentes a compartir con los expositores y a generar tejidos con los personajes y los hechos que allí se van a tratar. El Claustro de San Francisco, el Claustro de San Agustín, la Real Fábrica de Licores, el Hotel Mesón de los Virreyes, la catedral, el Restaurante Mercado Municipal y el Teatro Municipal son los lugares principales del Festival. La jornada de este sábado empezará a las 10:30 a.m. y terminará con un evento a las 8:00 p.m. Mientras que en la jornada dominical se llevarán a cabo tres eventos que inician a las 10:30 a.m. y finalizarán al mediodía.

El galeón San José, Juan de Castellanos, la generación del boom latinoamericano en París, la idea del progreso a lo largo de los tiempos, Napoleón Bonaparte, el príncipe de Monguí, Austria, el café y el giro de las tendencias sociales y políticas del año 1918 son algunas de las temáticas que se van a exponer y que advertirán a los asistentes sobre la influencia de ello en la metamorfosis del tiempo y del comportamiento de la población en un determinado espacio.

“En un país como Colombia, en el que nuestra identidad está todavía muy refundida, es necesario que demos a conocer la historia que no ofrece el pénsum ordinario de educación. Pero no solamente de una forma aburrida o simplemente en un recinto cerrado, académico, para 20, 30 o 40 conocedores del tema. Es necesario que la comunidad y todos nos volvamos ciudadanos. Es decir, dignos de vivir en la ciudad, pero a través del conocimiento, la cultura y eso va generando respeto”, afirma Mariela Vargas.

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A los organizadores no les interesa obtener ganancias del Festival, pues la preocupación de ellos se basa en aportar a la sociedad varios granos de conocimiento que puedan germinar nuevos comportamientos y valores que reintegren a la comunidad en torno a un crecimiento integral y asociado al respeto, la tolerancia y la memoria de nuestra idiosincrasia. El Festival, que se creó sin fines lucrativos, aspira a que el esfuerzo de los expositores y organizadores sea recíproco y se vea recompensado con espacios donde la gente asista masivamente y regrese a sus hogares dialogando con la historia y reflexionando sobre el rol individual en su entendimiento y participación. Y si bien la presencia y el respaldo de la academia es fundamental por su rigurosidad, la idea es que el ambiente del aula no se traslade, sino que se genere una atmósfera que esté, precisamente, asociada a la fiesta, la alegría del asombro por el aprendizaje y la emoción de adquirir nuevas ideas.

“Una amonita, que simboliza historia y que también tiene que ver con Villa de Leyva. Pero las amonitas no solamente se encuentran allí. En todo lugar donde hubo mar hay amonitas. Pero la amonita es una espiral, y la espiral es el principio de todos nosotros. El ADN, si se mira en un microscopio, está marcado por una espiral porque es creciente. Las espirales son sinfines y la historia es un sinfín en el que se recoge lo del pasado, se trae al presente para proyectarlo al futuro”, comenta Carlos Moreno, uno de los directores del Festival, sobre el logo del evento y sobre la forma en que su simbología encaja con la mirada que los organizadores tienen del ser humano y la historia.

Por Andrés Osorio Guillott

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