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Ecos de un prematuro pulso presidencial

Además de acentuar los problemas en muchos sectores, la crisis por el COVID-19 ha dado pie para que varios políticos retomen la puja por el poder hacia 2022. Esta semana fue muestra de ello.

Germán Gómez Polo
05 de julio de 2020 - 01:40 a. m.
Sergio Fajardo, Rafael Nieto, Gustavo Petro, Federico Gutiérrez, Paloma Valencia y Camilo Romero. / Archivo El Espectador
Sergio Fajardo, Rafael Nieto, Gustavo Petro, Federico Gutiérrez, Paloma Valencia y Camilo Romero. / Archivo El Espectador
Foto: Archivo

La pandemia del COVID-19 se ha convertido en una excusa perfecta para el destape de precandidaturas presidenciales. Es cierto que en un comienzo la crisis le dio un aire al hoy primer mandatario, Iván Duque, que tuvo un repunte en la favorabilidad de su gestión -fenómeno conocido como “efecto bandera”, explicado por los estudiosos de la comunicación política-, pero solo esta semana los resultados de la encuesta Gallup Pol mostraron una nueva caída. Y aunque el país ha empezado a retomar muchas de sus actividades después de una larga cuarentena, pareciera que esa misma situación ha hecho más evidentes las fallas del Gobierno Nacional y, a la vez, es lo que ha caldeado aún más el debate político.

Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a Muchilanga (…) Y aquí va Colombia de nuevo, transitando una prematura campaña presidencial, faltando todavía dos años y cuando Duque ni siquiera ha llegado a la mitad de su mandato. Por ejemplo, de manera sorpresiva, uno que entró en el juego recientemente fue el exalcalde de Medellín Federico Gutiérrez, quien, tras salir de La Alpujarra, se había dedicado a asuntos familiares, pese a que sonó para ministro de Defensa. Y apareció con veneno en contra de Gustavo Petro, en una entrevista con Noticias RCN: “Es el coronavirus de la política, por donde va pasando va dejando estragos”, le dijo al líder de la Colombia Humana, quien, por cierto, se ha mantenido vigente en medio de la pandemia con sus constantes críticas a la gestión de Duque y de la alcaldesa de Bogotá, Claudia López.

Varios días después lo hizo el exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo, quien marcó distancia del uribismo cuando, en entrevista con El Tiempo, le sugirió al expresidente Álvaro Uribe que se retirara bajo el eufemismo de “pasar la página” y con el argumento de que el país necesitaba “otro tipo de liderazgos y otro tipo de política”. La respuesta del exmandatario llegó a las pocas horas, a través de Twitter, cuando calificó al líder de Compromiso Ciudadano como el “ungido” del expresidente Santos.

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Sin duda, se trata de un agarrón a tener en cuenta, pues aunque Fajardo siempre ha militado en los llamados sectores alternativos, hay quienes insisten en encapsularlo dentro del uribismo. Y no se puede negar que esa narrativa ha calado en una parte importante del electorado y que el mismo excandidato presidencial, a decir verdad, le ha dedicado muy poco esfuerzo para desmentirla. Por el contrario, ha mantenido un discurso de no confrontación y, por lo general, se reserva su opinión sobre muchos de los temas calientes en el país, convencido de que la política colombiana no se divide entre uribistas y antiuribistas.

Esa estrategia le ha servido, en parte, para atraer a quienes consideran que las opciones no son los extremos, representados, por un lado, en Petro, y por el otro, en el uribismo. Además, se podría inferir que no entrar en el choque diario ha beneficiado su favorabilidad frente a los ciudadanos, siendo uno de los pocos políticos vigentes que tiene una imagen positiva por encima de la negativa: 45 % frente a 22 %, respectivamente, según lo dijo la citada Gallup Poll.

Haciendo un viaje en el tiempo, ya en enero se daba el primer movimiento, con un sonajero exportado directamente de las elecciones regionales de octubre de 2019. Varios de los salientes mandatarios locales salieron cantados para la campaña, como el exalcalde de Barranquilla Álex Char, el mismo exalcalde de Medellín Federico Gutiérrez, la exgobernadora del Valle Dilian Francisca Toro y el exgobernador de Nariño Camilo Romero. Fue por los lares de este último donde el asunto empezó a tener forma: a finales de febrero, en una reunión de la Alianza Verde, se plantearon alternativas para la escogencia de un candidato único de los sectores alternativos. En la lista estaba, además de Romero, el exgobernador de Boyacá Carlos Amaya.

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Una segunda opción buscaba ampliar el espectro, planteando una consulta abierta en la que se incluyera a Jorge Robledo, Juan Manuel Galán, el exalcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández, el exministro Juan Fernando Cristo, Ángela María Robledo, además de Petro y Fajardo. Sin embargo, llegó el coronavirus y todo quedó frenado. De hecho, desde los sectores progresistas de Colombia Humana se ha empezado a promover una consulta, pero en la que solo participen Petro, Hernández y Romero.

Desde la derecha, el tema presidencial tampoco se ha quedado quieto y, aunque a dos años de las elecciones, aún no se vislumbra con claridad quién podría ser el sucesor de Duque, hay postulaciones y hasta autopostulaciones. También el pasado 25 de junio hubo un foro de posibles precandidatos a la Casa de Nariño, organizado por el Grupo de Pensamiento y Acción Foro Atenas, al que asistieron uribistas de la talla de las senadoras Paloma Valencia y María Fernanda Cabal, y el exviceministro Rafael Nieto Loaiza. Hablaron de propuestas generales, muy características de un debate presidencial: lucha contra la pobreza y la corrupción, bajar impuestos a las empresas y, por supuesto, unificación de las altas cortes.

Pero, en particular, llamó mucho la atención la presencia del general (r) Publio Hernán Mejía, quien, de manera oficial, presentó su precandidatura. “He tomado la decisión de lanzarme (...) lo hago a sabiendas de que no pertenezco a ningún movimiento o partido político y el único ideal es salvar a Colombia”, dijo. El pero es que Mejía, otrora comandante del Batallón de Artillería Número 2 La Popa, entre 2002 y 2003, tiene una condena de 14 años de prisión por su actuación en conjunto con el paramilitarismo en casos de falsos positivos y, además, patrullaje y provisión de armas y material de intendencia a estos grupos.

Contexto: La versión ante la JEP del coronel (r) Hernán Mejía, quien quiere ser presidente

El exoficial está sometido a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y en libertad condicional, sin embargo, bajo la luz de la Constitución, estaría inhabilitado para aspirar. Por supuesto, las interpretaciones jurídicas son diversas, en razón de su comparecencia ante el tribunal de paz, pero según algunos abogados expertos en derechos humanos, que fueron consultados recientemente por El Espectador, Mejía no tendría oportunidad en la política a menos que sea absuelto por la JEP.

Lo que es cierto es que el presidente Duque tiene hoy un peso extra sobre sus hombros. De la aprobación de su gestión y de lo bien que salga de la Presidencia dependerá la continuación de los sectores políticos afines a él en el poder. De lo contrario, es muy probable que en 2022 se abra la oportunidad de que llegue a la Casa de Nariño una fuerza alternativa con una clara separación del uribismo. Y un último detalle a tener en cuenta por todos aquellos que se creen hoy presidenciables: la experiencia muestra que campañas tan anticipadas no dan buenos resultados. Si no creen, pregúntenle a Vargas Lleras.

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