El Congreso de la República, ¿presencial o virtual?

Un gran debate político y constitucional se abrió después de tres semanas de que el Congreso Nacional se abstuviera de iniciar sus sesiones reglamentarias, lo cual se justificó al principio, por las cuarentenas obligatorias pero que hoy se ve  como una grave falla democrática. Los 108 senadores y los 172 representantes, ¿pueden ejercer control político al Gobierno y aprobar leyes de manera virtual o están obligados asistir, en persona, al Capitolio? Entrevistas con el senador Jorge Enrique Robledo, quien se opone al Congreso virtual. Y con la representante Juanita Goebertus, que lo impulsa.

Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador
05 de abril de 2020 - 02:00 a. m.
El senador Jorge Enrique Robledo y la representante a la Cámara Juanita Goebertus. / Archivo El Espectador
El senador Jorge Enrique Robledo y la representante a la Cámara Juanita Goebertus. / Archivo El Espectador
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Senador Jorge Enrique Robledo

“¿CAMBIAR LAS LEYES CON UNAS PERSONAS REGADAS POR EL PAÍS?”

En las democracias, los Congresos no tienen que pedir permiso para sesionar. Tampoco en Colombia ¿Por qué se enredó la apertura de sesiones ordinarias que debieron iniciarse el 17 de marzo pasado, hace ya tres semanas?

Acierta el presidente del Senado, Lidio García, al citarnos a sesión presencial el próximo 13 de abril porque, por Constitución, el Congreso se reunirá sin necesidad del permiso de otro poder. Es más: el constitucionalista Carlos Restrepo Piedrahita enfatizaba que los países son democráticos o no, dependiendo de si sus Congresos pueden o no reunirse “por derecho propio”. Y también es cierto que el senador García se equivocó al no convocarlo a sesión presencial el pasado 17 de marzo, sobre todo por el control político que deben tener los decretos de Emergencia Económica y por cuanto al explicar su decisión, él dijo que actuó así “porque acompañamos y acatamos al señor presidente Iván Duque en su declaratoria de emergencia sanitaria”.

En su opinión, con esa afirmación, ¿el presidente del Senado, violó la independencia del poder Legislativo?

No tanto. Pero sí contribuyó con la confusión al respecto.

¿Sabe usted si el presidente Duque terminó expidiendo el decreto que “autoriza” al Congreso a sesionar virtualmente para darle gusto a varios parlamentarios? Ante las críticas, el Gobierno dejó saber que los presidentes de Senado y Cámara son quienes no han querido citar. Parece que las dos interpretaciones son ciertas ¿Qué opina?

Seguramente lo son porque a los Presidentes de Colombia les ha gustado injerir en los asuntos del Congreso y porque cunde la idea errada de que poder Legislativo es subalterno del Ejecutivo. Pero en todo caso, el presidente Duque se metió en lo que no debía al carecer de autoridad política y legal para hacerlo. Y con mayor razón, si fue para darle un falso piso de legalidad a la violación de la Constitución y de la Ley 5ª del Reglamento del Congreso que en ninguna parte autorizan las sesiones virtuales.

En todo caso, algunas comisiones de la Cámara se han reunido virtualmente aunque de manera informal ¿Por qué usted se opone a que el Congreso delibere y decida mediante teletrabajo? ¿No es mejor que un Capitolio cerrado?

Esas reuniones no son sesiones propiamente dichas pues  el reglamento del Congreso no las avala como tales. Apenas alcanzan a ser charlas por internet entre colegas. Y que carezcan de fuerza legal no son “meros formalismos” porque la democracia es un asunto de las formas de decidir, mejores que las del autoritarismo o las dictaduras. De otra parte, la Unidad de Asistencia Técnica Legislativa del Congreso conceptuó que, como no hay norma que lo autorice, lo que se apruebe virtualmente no tendrá fuerza de ley. Si el Congreso, además, no se ha reunido de manera presencial, no es porque no pueda hacerlo sino porque no habían querido citarlo. Ahí están trabajando personalmente los Congresos de Estados Unidos, Alemania, Italia y Corea. Y carece de presentación argüir que los congresistas no debemos reunirnos por miedo a contagiarnos mientras que miles y miles de compatriotas trabajan a todo riesgo, entre ellos, la fuerza pública, el sector salud,  incontables trabajadores de los servicios y el transporte.

Es verdad que algunos juristas sostienen que el trabajo virtual del Congreso no está contemplado. Pero hay otros que opinan que, en casos excepcionales (como una pandemia), se puede acudir a medidas extraordinarias ¿En qué basa usted su posición de que las sesiones no presenciales son inconstitucionales?

Además del respetable concepto que ya cité, mis análisis y los de mis asesores se apoyan en los artículos 138, 140, 149 y 215 de la Constitución y en la Ley 5ª, que exigen reuniones y votaciones presenciales. El Congreso puede cambiar hasta de recinto, pero para encontrarse allí y decidir en conjunto, dicen las normas. Y esto tiene de fondo político fundamental, que el Congreso no es una suma de congresistas sino un colectivo que, nada menos, representa a toda la Nación. Desde que aparecieron los Congresos, si estos hubieran querido, habrían podido tomar decisiones utilizando señales humo, palomas mensajeras, cartas, telegramas y teléfonos. Pero las Constituciones de todos los países les ordenan reunirse para actuar.  Debido a que la crisis del Covid-19, seguramente avivará los autoritarismos, lo democráticamente sensato es no abrirle paso al uso de la tecnología para evadir la ley, en especial, en temas esenciales de política democrática.

De todas maneras, el mundo es cada vez más tecnológico y tiende a sustituir los trabajos tradicionales por los virtuales. No se puede ir contra la corriente, salvo, indudablemente, si los obstáculos son jurídicos.

Aunque discrepo de ellos, soy respetuoso de quienes piensan que en este caso puede decidirse virtualmente. Pero me parece un error mayúsculo trivializar el debate. Si la virtualidad se usara solo para el control político, sería menos dañina la violación legal porque en esos debates no se modifican las leyes económicas, sociales y políticas. ¿Pero cambiar la Constitución y las leyes con unas personas regadas por el país, con serias limitaciones para analizar, controvertir o llegar a acuerdos, con los fraudes además facilitados por la virtualidad? ¿Sí se les da así a las leyes su necesaria legitimidad política?

En su opinión, y ante la concentración del poder presidencial, ¿piensa que se creó en esta emergencia y de facto, una alianza entre el Gobierno y todos los partidos?

 A nivel global existe una fuerte tendencia a que el Ejecutivo someta al Legislativo. Y el presidente Duque ha tenido éxito en resucitar el Frente Nacional, algo negativo para el país. Siempre el peor gobierno es el que, a las malas ideas, les suma las mayorías en el Congreso. Ahora, pueden usar la pandemia como pretexto para la vieja manguala de los mismos con las mismas, hecho que también puede explicar que a ellos les guste la virtualidad, una forma de actuar que implica poder dar menos la cara. Si el atraso productivo nacional, la pobreza y la desigualdad tienen entre sus explicaciones las malas leyes que, por décadas, han aprobado las mayorías en el Capitolio, ¿se imagina hasta dónde podrán llegar virtualmente?

¿Usted ha intentado y, sobre todo, ha podido hablar con el presidente del Senado, el liberal Lidio García? ¿Sabe por qué se nota tan temeroso?

No he dialogado con el senador Lidio García. Pero a él y a Carlos Cuenca, presidente de la Cámara, los veo proclives a las reuniones virtuales pero nerviosos con las consecuencias que puedan traerles la violación de la ley. En el servicio público suele recordarse que quienes dan los conceptos no son los mismos que tienen que responder ante los jueces por sus ilegalidades.

Como el presidente Duque les prohibió a los mayores de 70 años salir de sus casas, ¿asistirá a la cita del 13 de abril en el Congreso?

Esa norma exime a quienes somos servidores públicos de elección popular. Luego, por esa razón y porque lo considero mi deber, allí estaré con mis colegas. Como es obvio, cumpliré esa cita sin la compañía de mis asistentes y escoltas y dentro de las medidas sanitarias que se determinen.

 

Representante Juanita Goebertus

“MIEDO JURÍDICO POR NO ENTENDER EL MOMENTO EXTRAORDINARIO”

Las circunstancias extraordinarias de la pandemia, ¿justifican que el Congreso esté suspendido y que no cumpla con sus funciones desde hace tres semanas?

Definitivamente no. En tiempos de emergencia en los que el Gobierno adquiere poderes extraordinarios - y todo indica que este no será corto -, cobra aún más importancia la función de control político del Congreso. Como dice la Constitución, nos corresponde valorar la conveniencia y oportunidad del estado de excepción, vigilar las medidas tomadas y, sobre todo, trasmitir las preocupaciones de las comunidades que representamos por los efectos sociales y económicos de la cuarentena.  Por ejemplo, preguntar por qué los recursos del sistema de salud van para las EPS, en vez de llegar directamente a los hospitales. Al Congreso le corresponde hacer esta y otras preguntas.

No obstante que hace un par de días, al fin, el senador Lidio García citó al Congreso para el 13 de abril, ¿cree que el Legislativo se ha subordinado al Ejecutivo?

Me temo que hay una combinación de varios factores: miedo jurídico por no entender que a momentos extraordinarios medidas extraordinarias, como serían las sesiones virtuales del Congreso; pero, también, un profundo presidencialismo de cuyo contexto parecería entenderse que es solo el Gobierno el que tiene que enfrentar la pandemia  y que poco o nada tiene que aportar el Congreso.

Usted es abogada y una de las congresistas que ha insistido en que el Congreso se reactive de manera virtual ¿Modificar tan drásticamente la forma como opera el poder Legislativo es legal y sobre todo, constitucional? El riesgo es alto…

Más de cien profesores universitarios han insistido en la constitucionalidad de sesionar de forma virtual. Ni la Constitución ni sus sentencias prevén qué pasa ante una pandemia. Sin embargo, el artículo 140 de la Constitución autoriza el traslado de la sede del Congreso a otro “sitio” y nada impide que este sea virtual. El artículo 214 prohíbe que el estado de emergencia interrumpa el buen funcionamiento de las ramas del poder público. Y el artículo 215 ordena al Congreso sesionar para pronunciarse sobre la emergencia, a más tardar dentro de los 10 días siguientes al término de la misma. Es decir, el 26 de abril. En todo caso las sesiones virtuales tendrían que cumplir con todas las reglas sobre quórum y mayorías que establece el reglamento del Congreso.

Hace pocos días el presidente de la Cámara, Carlos Cuenca, señaló que es indispensable que la Corte Constitucional dé el visto bueno a las sesiones virtuales pues de lo contrario, él correría un riesgo legal ¿Qué opina de esta prevención?

Lamento mucho la posición del presidente de la Cámara. Los momentos de crisis son los que muestran el verdadero carácter de los líderes. Según el reglamento de la Corte Constitucional, esta podría tomarse hasta el 9 de junio para decidir. Así que bajo la interpretación del representante Cuenca, el Congreso se quedaría todo el semestre sin ejercer control político. En este contexto excepcional, si interpretamos que la Constitución prohíbe las sesiones virtuales, estaríamos aceptando una tesis suicida porque dada la imposibilidad de reunirnos físicamente, la Carta nos estaría ordenando suprimir la separación de poderes, el sistema de pesos y contrapesos y, en últimas, la democracia. Contrario a lo que él ha afirmado, el presidente Cuenca corre riesgos legales pero por no citar a sesionar.

¿Por qué no sesionar presencialmente?

El Presidente de Senado anunció que convocará a sesión presencial el 13 de abril y el de la Cámara le pidió al presidente Duque modificar la resolución 450 del Ministerio de Salud que ordenó suspender los eventos con más de 50 personas. Si nos convocan, ahí estaré, pero en el recinto de la Cámara sesionamos 172 representantes, y en el del Senado, 108 senadores cuando todas las recomendaciones científicas apuntan a evitar grandes aglomeraciones. Para mí, el argumento de más peso no es la salud de los congresistas y de sus familiares sino la de las comunidades, en los territorios a los que regresan la mayoría de los representantes. Que los congresistas de las regiones sesionen presencialmente, es una irresponsabilidad con sus comunidades.   

Los congresistas que se oponen a sesionar virtualmente, aseguran que no hay plataforma que garantice equilibrio durante los debates y las votaciones. Usted conoce la sarta de triquiñuelas que practican los parlamentarios. Imagine lo que pueden hacer si solo se les ve en una pantalla….

Ningún medio es perfecto. En la vida real, hay congresistas que justifican su ausentismo a punta de decenas de excusas médicas. Esas trampas también las podrían hacer en una sesión virtual. Pero el riesgo de no sesionar afectando la separación de poderes y la democracia misma, es superior a esa posibilidad. La única vacuna contra la trampa en las instituciones es el escrutinio público y, por fortuna, las sesiones virtuales permiten publicar todo lo que allí suceda. Como hemos hecho para combatir arbitrariedades cometidas de manera presencial, también podremos demandar estos actos si se cometen de manera virtual.

En la Cámara, ustedes han tenido algunas sesiones virtuales pero “informales” ¿Cómo fue la experiencia?

Han funcionado muy bien. Yo he hecho sesiones en las que han estado conectadas, por (la plataforma de comunicación) Zoom, más de cien personas entre congresistas, asesores y sociedad civil. El Zoom Premium permite sesiones de hasta 500 personas. Como dijo Rodrigo Uprimny en una de las audiencias públicas virtuales: “yo he ido muchas veces al Congreso y ahí nadie se escucha. Aquí en cambio los vi a todos muy concentrados y sin interrumpir a los otros”.

¿El Congreso dispone o tiene presupuesto para contratar una o dos plataformas que soporten el volumen y calidad del trabajo legislativo? ¿La conexión de Internet y su velocidad de funcionamiento existen en todas las regiones en donde residen y están, seguramente, confinados los Representantes a la Cámara? Pienso, por ejemplo, en Chocó, Vaupés, Guaviare….

El expresidente de la Cámara Alejandro Chacón ha dicho que la Cámara de Representantes cuenta con una plataforma que permite sesionar a 240 personas simultáneamente. A pesar de ello, la directora administrativa de la Cámara afirmó que ya le hizo una solicitud presupuestal al ministerio de Hacienda. En mi opinión,  no necesitamos la plataforma perfecta ya. Podemos actuar de manera prudente y gradual sesionando mediante Zoom, Microsoft Teams, Google Hangouts o cualquiera de las herramientas disponibles; hacer debates de control político y votar de viva voz con la cámara de video encendida, que es al final de cuentas la manera en que los secretarios nos reconocen para saber cómo votamos.

Pero en dónde no haya internet, el representante a la Cámara de esa región queda por fuera de la decisión y de la votación….

Es cierto que hay regiones del país que tienen gravísimos problemas de conectividad. La ministra de las TIC (ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones) se comprometió, en la Comisión Primera de la Cámara, a ayudar a todos los congresistas a mejorar su conexión para poder sesionar virtualmente. Este es también el problema que sufren millones de personas en la ruralidad que no tienen cómo trabajar, estudiar, ni acceder a medicina desde sus casas.

Claro que sí pero la dimensión jurídica del problema no es igual: imagine usted que se le cercene el derecho de participación y votación a quien representa un departamento solo porque no puede conectarse.

Las condiciones están lejos de ser perfectas. Pero todos los congresistas tienen un teléfono inteligente dotado por el Congreso y pagado por todos los colombianos. Es perfectamente posible que, incluso en casos de mala conexión de datos, puedan participar en una sesión a través de llamada. Pero insisto, es fundamental que el ministerio de las TIC cumpla con su promesa de mejorarles la conectividad a todos los congresistas. Ojalá que ese compromiso se extendiera a los jóvenes  y a las escuelas rurales que hoy están pidiendo acceso gratuito a WhatsApp durante la cuarentena para poder estudiar.

Robledo: “El trámite virtual no garantiza que no haya fraude ni trampas”

“El tema del Congreso virtual es mucho más complicado de lo que parece. Sobre esto puede haber muchas opiniones a favor y en contra.  Lo que sí me parece muy lamentable, es que la discusión se minimice. Un Congreso tiene dos funciones principales qué cumplir: una, el control político. Son los debates que hacemos contra los corruptos, la ladronera, las cosas indebidas, las maniobras, las trampas etc. Y esto, incluso, podría hacerse  de manera virtual. El tema central del debate no está ahí. Lo que pasa es que en los Congresos también aprobamos leyes. En estos casos, el Congreso virtual se vuelve una reunión de alta peligrosidad. No, es la negación de la reunión. No se reúne el Congreso virtualmente. Aprobar leyes es otra cosa: es de gran complejidad y de gran riesgo... Si el Congreso de Colombia, con los trámites corrientes, con un mínimo de garantías, aprueba pésimas leyes y ha hecho de este, un país tan atrasado, ¿qué nos puede pasar con leyes virtuales que son de mucho más alto riesgo porque su trámite es menos garantista? De entrada, la mermelada va a operar en toda su extensión y con todas las facilidades. Los  ministros ni siquiera van a tener que pasar por el Congreso a sobarles el lomo a los congresistas…”.

Goebertus: “Lástima que el presidente de la Cámara lance acusaciones temerarias”

Carlos Cuenca, presidente de la Cámara, aseguró que “la doctora Juanita Goebertus anda promocionando” una red, Renata, y añadió que si él lo hiciera, dirían que “está detrás de una comisión”. Entiendo, desde luego, que usted lo hace de buena fe pero es verdad que hay que evitar las suspicacias.

 Renata (Red Nacional Académica de Tecnología Avanzada) es una entidad sin ánimo de lucro y de carácter público-privado que opera la red de alta velocidad para datos académicos y de investigación en Colombia. Es tal la estabilidad que ofrece, que tiene entre sus afiliados a entidades como Agrosavia, Cenicafé, el IDEAM, el Banco Mundial y universidades privadas como los Andes, y públicas como la UIS y la UTP. Pero no tengo ningún interés en que sesionemos con una u otra plataforma. Mi único foco es que cumplamos con nuestro deber constitucional, para lo que los colombianos nos pagan. Para eso no requerimos comprar una plataforma sofisticada. Solo necesitamos voluntad política. Es una lástima que el presidente de la Cámara se dedique a lanzar acusaciones temerarias en vez de estar a la altura de la mayor crisis global de este siglo.

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Por Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador

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