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La incertidumbre reina por estos días en Buenaventura. En las calles se escuchan rumores y se habla del incómodo silencio político. La captura del alcalde Bartolo Valencia Ramos ha dejado un escenario particular en el municipio a menos de dos meses de los comicios regionales en los que saldrá electo su sucesor.
El mandatario local fue detenido el pasado 31 de agosto, señalado de incurrir en celebración de contratos sin cumplimiento de requisitos legales y peculado por apropiación. Su caso parece un déjà vu en la política municipal, que sólo ha visto dos de los nueve alcaldes bonaverenses elegidos popularmente terminar sus mandatos sin líos judiciales. Para no ir más lejos, los últimos tres gobernantes, incluido Valencia Ramos, resultaron envueltos en escándalos por irregularidades en contratación, en todos los casos relacionados con los dineros de la educación.
Con esos antecedentes, el fantasma de la corrupción ronda la Alcaldía de Buenaventura, de ahí la importancia de las elecciones locales del próximo 25 de octubre. Sin embargo, el escenario político es bastante cenagoso. Sin alianzas a la vista, ocho candidatos se disputan la Alcaldía. Aunque tres de ellos suenan más en las calles, ninguno tiene ventaja suficiente.
Por un lado está el candidato del liberalismo, Bernabé Mosquera Román, quien fue presidente del directorio del partido en Buenaventura, además de secretario de Desarrollo Rural y Económico. Mosquera tiene en su contra que es visto como el heredero político de su copartidario Bartolo Valencia, cuya imagen iba de capa caída incluso antes de que se destapara el escándalo de corrupción. De hecho, en 2013 Bartolo había sido vinculado a la investigación por el asesinato del concejal liberal Stalin Ortiz, con quien había tenido algunas diferencias.
Por eso hay quienes creen que, a pesar de que Buenaventura ha sido tradicionalmente un bastión liberal, esta vez el caso de Valencia podría pasarle factura a Bernabé Mosquera, quien hasta hace una semana parecía ser el favorito, e incluso al mismo liberalismo, que, al parecer, quedó muy golpeado con la detención de su alcalde.
El contrincante más fuerte de Mosquera es el candidato del Partido de la U, Eliécer Arboleda, quien repite en su intento por llegar al máximo cargo municipal. Fue concejal en dos períodos, edil de la Junta Administradora Local y presidente de la U en el puerto. Tiene el respaldo de Dilian Francisca Toro, quien hizo en Buenaventura el lanzamiento oficial de su campaña para la Gobernación del Valle del Cauca.
Arboleda puede aprovechar la mala hora de Bartolo Valencia y del liberalismo para fortalecerse en el municipio y allanarle el camino a su madrina política para aumentar su poder. Aun así, en su contra podrían jugar otro tipo de respaldos, como el de algunos sectores cercanos al polémico exsenador Juan Carlos Martínez, condenado por parapolítica, aunque desde la campaña del candidato han negado tales apoyos.
El tercero en el podio es el exconcejal Héctor Julio Copete, avalado por las Autoridades Indígenas de Colombia (Aico), quien en 2011, con el apoyo del exsenador Martínez, se perfiló como favorito para ganar la Alcaldía, pero finalmente quedó en segundo lugar. Copete es visto como un candidato silencioso que ha ido creciendo en los últimos meses con algunas posibilidades, aun cuando no cuenta con una estructura política y económica fuerte.
Los otros candidatos han pasado un poco desapercibidos. La empresaria Evia Lucy Abonce representa a un Centro Democrático que tiene muy poco peso en la zona; Gustavo Ruiz Riascos, del MAIS, sigue siendo un candidato desconocido para los votantes, al igual que el exsecretario de Hacienda Édison Mosquera, avalado por la Alianza Social Independiente (ASI). El abanico de posibilidades lo completan el candidato de la Alianza Verde, Jaime Marínez, y Bernardino Abad, de Cambio Radical, uno de los pocos alcaldes del municipio que lograron terminar su mandato.
Aunque por el momento no se conocen propuestas de alianzas, ante el convulso escenario político que deja la detención del alcalde Bartolo Valencia se prevé que algunos candidatos busquen acercamientos para fortalecerse ante un electorado que cada vez se muestra más indiferente al momento de entregar su voto. Y es que la premisa en Buenaventura pareciera ser que, aunque pasa de todo, en el fondo no pasa nada, pues, a pesar de los escándalos, las denuncias y las investigaciones, las medidas nunca llegan. Problemáticas como la pobreza y la falta de empleo siguen siendo de hondo calado, y sin embargo se desdibujan ante el grave tema de seguridad y los alarmantes índices de violencia que han aumentado considerablemente en los últimos años y que se suman a los casos de desapariciones, asesinatos selectivos, casas de pique, cementerios clandestinos y desplazamiento forzado. La tarea, para quien resulte electo, será titánica.