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La semana que termina fue la muestra de que los tiempos legislativos están apretando al Gobierno y a sus bancadas. Tan es así que el uribismo sufrió su primera derrota desde que regresó al poder. La Comisión Primera del Senado dejó herido de muerte el proyecto de reforma constitucional que crearía una sala especial para juzgar a los militares dentro de la Jurisdicción Especial de Paz. Una propuesta que encarnaba el caballito de batalla del Centro Democrático contra el Acuerdo de Paz, pues siempre aseguraron que el peor costo de lo pactado en Cuba era igualar a las Fuerzas Armadas con la guerrilla.
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La propuesta, de autoría de la senadora Paloma Valencia, contaba con el impulso del expresidente Álvaro Uribe y el exvicepresidente Germán Vargas Lleras. Así lo anunciaron el día de su radicación en la Secretaría del Senado y se tomó la fotografía de representantes del uribismo acompañados por los de Cambio Radical. Pero de nada sirvió el apoyo de las dos bancadas más grandes en el Congreso, pues las fuerzas en esta comisión no le dan una ventaja holgada al Ejecutivo.
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La derrota del uribismo empezó con la ausencia del senador José Obdulio Gaviria, quien estará al margen del tejemaneje legislativo en lo que resta del año, por cuestiones médicas. Y este voto dejó al Gobierno a la deriva en la célula legislativa. Quedan siete semanas para que se termine el semestre y, como las reformas constitucionales requieren que sean aprobadas en los cuatro debates de ley antes de diciembre, tienen los días contados para poner los cimientos de su proyecto político.
Tanto es el afán que desde que el Gobierno Duque inició, esta es la primera semana en que sesionan desde temprano y hasta altas horas de la noche e, incluso, se estrenaron legislando un jueves en la nueva era política. Además, se vio al expresidente Uribe, quien se ha mantenido distante de las movidas estratégicas en el Capitolio, haciéndoles lobby a los miembros de la Comisión Primera para que apoyaran la iniciativa cuando empezó su agonía. Incluso tuvo que recurrir a su voz de autoridad para persuadir a los senadores liberales de que lo acompañaran.
La sesión del miércoles fue especialmente intensa porque, por un par de horas, tuvieron los votos requeridos para aprobar la iniciativa. Pero se le atravesó al Gobierno la experiencia de Roy Barreras, quien dirigió una meticulosa estrategia de constricción del acto legislativo uribista. Mientras Uribe se afanaba para conseguir los votos que le dieran la mayoría, Barreras llamó refuerzos políticos, inscribió a los senadores Iván Cepeda, Aída Avella y hasta a la representante Juanita Goebertus para que tomaran la palabra y sostuvieran la sesión, mientras los dos votos liberales cavilaban.
El tiempo corría y la citación a la plenaria amenazaba con quitarle oxígeno al proyecto de reforma. Y en los mentideros políticos se dice que el propio expresidente César Gaviria metió mano para tirar línea a sus senadores, quienes desaparecieron de la sesión y desbarataron la mayoría del uribismo. En ese momento tampoco se hizo presente Germán Varón, senador de Cambio Radical. Frente a la premura, la senadora Paloma Valencia pidió declarar la figura de suficiente ilustración, pero el veterano legislador Barreras la apeló y dio el tiempo para voltear las cargas.
Así las cuentas, la ventaja la llevaban los opositores al proyecto que, nueve contra siete, habían logrado sorpresivamente la mayoría. Por un momento, la Unidad Nacional renació en el Capitolio, los gestos de tensión de Valencia fueron la tranquilidad de Barreras y con la certeza de que tenía las mayorías, el senador de la U pidió votar la iniciativa. El uribismo, en desventaja, echó mano de la Presidencia del Senado y de la Comisión, abrieron el registro de la plenaria y convocaron a la Comisión Primera del Senado a una inusual sesión el jueves a las ocho de la mañana.
El Centro Democrático se la jugó por un breve plazo para reconquistar los votos liberales o de alguno de los dos senadores de Cambio Radical que se negaban a apoyar a Uribe: Rodrigo Lara y Temístocles Ortega. Muy a las ocho de la mañana se abrió el registro de la comisión. Eso sí, Paloma no encontró el respaldo de los funcionarios del Gobierno: ni la ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez; ni el de Defensa, Guillermo Botero; ni mucho menos los miembros de la cúpula militar asistieron a la sesión. El uribismo tuvo que enfrentarse, debilitado en fuerzas, a unos opositores que se fortalecieron con su angustia.
El quórum tambaleaba con la ausencia de los tres senadores liberales Miguel Ángel Pinto, Fabio Amín y Luis Fernando Velasco. Tampoco asistieron Angélica Lozano, Iván Name, de la Alianza Verde; Temístocles Ortega, de Cambio Radical, ni Gustavo Petro. En el estertor de la sesión, Alexander López, del Polo, interpuso la moción de archivo del proyecto. La asistencia era insuficiente, faltaba un voto. En esas, Rodrigo Lara se registró, pero de inmediato salió del recinto. Entonces vino la escena que nadie imaginó: Paloma Valencia y los senadores conservadores le rogaban al senador a la entrada de la Comisión que conformara el quórum, así votara en contra de la iniciativa. Fueron varios minutos de tensión, pero Lara se mantuvo en su posición radical y el uribismo lloró amargamente el voto ausente de José Obdulio Gaviria.