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La estrategia de los "trapitos al sol"

Las campañas de Santos y Zuluaga se atacan con revelaciones de efectos judiciales, pero los implicados no son ajenos a esas candidaturas

Redacción Política
08 de mayo de 2014 - 04:24 a. m.
El presidente Juan Manuel Santos y el candidato Óscar Iván Zuluaga.  /  El Espectador
El presidente Juan Manuel Santos y el candidato Óscar Iván Zuluaga. / El Espectador

A falta de debates públicos y confrontación de ideas entre candidatos, buenos son los escándalos. Esa parece ser la lógica que impera hoy en la campaña electoral entre los aspirantes que puntean en las encuestas, en una realidad política que prueba que la incertidumbre frente a la primera vuelta tiene a unos y otros al borde de un ataque de nervios. Para la muestra tres episodios de resonancia mediática: los ecos del caso Interbolsa, las vueltas de J.J. Rendón y Germán Chica y el extraño hacker que trabajó en la campaña de Óscar Iván Zuluaga.

Lo paradójico es que los tres episodios se tocan en el tiempo y, como en una moneda de dos caras, resisten una evaluación desde los frentes antagónicos, es decir, desde las campañas del presidente Juan Manuel Santos y de Óscar Iván Zuluaga, avalada ésta por el expresidente Álvaro Uribe. Con un punto de partida ineludible: en 2006, Uribe ganó la reelección y la plataforma política para conseguirlo fue la creación del Partido de la U, en su momento liderado por Santos y Zuluaga, quienes se convirtieron en ministros de su segundo gobierno.

Eran otros tiempos. Uribe, Santos y Zuluaga estaban del mismo lado. El director de la campaña de la U, que reunía sus intereses comunes, era Germán Chica Giraldo, quien desde 1994, cuando ingresó a la Fundación Buen Gobierno de Juan Manuel Santos, fue uno de sus asesores de cabecera. Todos se vieron beneficiados con el apoyo que llegó a darles el controvertido estratega político Juan José Rendón. La prueba fue el rotundo triunfo alcanzado por la U en las legislativas de 2006 y, por supuesto, la reelección de Uribe dos meses después.

Con el paso de los días, Chica y Rendón se volvieron socios, mientras Uribe, Santos y Zuluaga compartían gobierno. Los dos últimos como ministros de Defensa y Hacienda. En 2010, luego del hundimiento del referendo reeleccionista, todos volvieron a encontrarse, esta vez en la campaña a la Presidencia de Juan Manuel Santos. El asesor Chica fungió como director de estrategia política y J.J. Rendón llegó a apagar incendios cuando la campaña parecía complicarse con la candidatura de Antanas Mockus y la llamada Ola Verde.

Santos ganó y Chica entró al Gobierno como alto consejero político para manejar las relaciones de la Casa de Nariño con los congresistas, cargo en el que estuvo hasta agosto de 2011, cuando se fue a dirigir la Federación de Gobernadores, donde siguió ayudando a Santos a consolidar su mandato en las regiones. En ese momento, iniciativas como la Ley de Víctimas y el Marco Jurídico para la Paz ya tenían distanciados a Uribe y a quien fuera su ministro de Defensa. A la vuelta se perfilaba el nudo de la discordia: los diálogos de paz con las Farc en La Habana, Cuba.

Un año después, a finales de 2012, cuando Santos y Uribe ya trinaban dardos en contra, estalló el escándalo de Interbolsa por operaciones bursátiles fraudulentas. Pronto se supo que fue un descalabro financiero anunciado y que desde el gobierno Uribe había señales de malos manejos. No obstante, en su momento la resonancia política obró por cuenta de los personajes de Interbolsa cercanos a Santos o que trabajaban con su gobierno. En principio, porque dos de las cabezas visibles del escándalo, Rodrigo y Tomás Jaramillo, fueron donantes de la campaña del hoy presidente.

Además quedó claro que, de una u otra manera, habían tenido nexos con Interbolsa el entonces ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, su viceministro, Germán Arce; el director de Prosperidad Social, Bruce Mac Master; el consejero de Paz, Frank Pearl, y los funcionarios Diego Herrera y Diana Valderrama. La Procuraduría anunció investigaciones cuyos resultados se desconocen. Lo que ahora cobra vigencia, aunque en su momento se dijo, es que Uribe y Óscar Iván Zuluaga también tienen velas en el entierro de Interbolsa.

Esta semana, en el furor de la campaña, los liberales, que apoyan a Santos, aseguraron que Zuluaga fue responsable en parte, como ministro de Hacienda de Uribe, del descalabro de Interbolsa, porque paró las investigaciones que en su momento adelantaba el superintendente financiero Augusto Acosta contra la firma comisionista. En concreto, lo acusaron de haberlo sacado del cargo. Zuluaga se defendió diciendo que fue un relevo normal porque llegaba un nuevo ministro. Lo cierto es que el caso Interbolsa abarca los tiempos de unión y de divorcio.

De igual manera ocurre con los dos escándalos de moda. En su edición del pasado domingo, El Espectador reveló que J.J. Rendón y Germán Chica transmitieron a principios de 2011 una propuesta de narcos para someterse a la justicia y que por esa gestión habrían recibido US$12 millones. Ahora, mientras los dos personajes se acusan mutuamente y se deslindan de los intereses reeleccionistas, desde las campañas de Santos y Zuluaga se tiran dardos por quienes otrora fueron grandes estrategas de sus gestas electorales.

A manera de colofón apareció un tal Andrés Sepúlveda, capturado el pasado martes porque realizaba operaciones de espionaje informático a los diálogos de paz y al mismo presidente desde una oficina en el norte de Bogotá. Lo grave es que el sujeto trabajaba para la campaña del Centro Democrático, de Zuluaga, quien lo reconoció atribuyendo el escándalo a una campaña de desprestigio del santismo. El ministro del Interior, Aurelio Iragorri, habló de que la justicia está llegando al “zar de las interceptaciones”. Ahora se sabe que el hacker también trabajó para Rendón y Chica (quien ayer renunció a la Federación de Gobernadores) cuando éstos eran socios.

En otras palabras, según los entendidos, los escándalos en la actual coyuntura política, al menos en lo que respecta a la polarización entre santismo y uribismo, no parecen ser la mejor estrategia. La razón principal es que los tiempos en que ambos sectores corrían por las mismas aguas ya se acabaron, pero dejaron un rastro conjunto que puede amargarlos a ambos. El punto de choque sigue siendo el proceso de paz de La Habana, discordia que ya tendrá tiempo suficiente para seguir generando enfrentamientos entre antiguos aliados.

Por Redacción Política

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