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En 2018, con la llegada de Iván Duque a la Presidencia, el país tuvo por primera vez un gabinete paritario. En ocho de las 16 carteras se nombró a mujeres. Sin contar que a final del año pasado Duque designó a una bióloga química en el nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología. Para muchos, este es un avance en equidad de género en la política; para otros, no se traduce necesariamente en un paso certero para garantizar la representación de la población femenina y sus preocupaciones, que incluyen derechos reproductivos y sexuales, economía del cuidado, acceso a salud de calidad, estudio, trabajo digno y superación de pobreza, entre otros temas.
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La llegada de las mujeres al poder, dicen algunos, no es del todo diciente si, por ejemplo, las que llegan a él siguen replicando los modelos perpetuados por el patriarcado y “porque muchas de las que están no saben de nuestra agenda”, dijo en su momento la presidenta de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM), Alejandra Mora. Por otra parte, Angélica Bernal, politóloga y autora de Las mujeres y el poder político: una investidura incompleta, manifestó en 2018 a El Espectador que, más que nombrar un gabinete paritario, “un compromiso real implicaría la creación de un Ministerio de la Mujer, una atención especial en el cumplimiento de la legislación ya existente en temas como la violencia intrafamiliar y la economía del cuidado, y apuntar verdaderamente a las políticas públicas que permitan construir de manera global una sociedad más equitativa”.
Con esto concuerda la concejala de Medellín por el movimiento feminista Estamos Listas, Dora Saldarriaga, aunque para ella es innegable que en las secretarías y gerencias se estén equilibrando los géneros de las cabezas de los despachos. Es más, desde su colectivo le pidió al nuevo alcalde de esa ciudad, Daniel Quintero, que conformara un gabinete paritario y el pasado 1º de enero, cuando anunció los nombres de su equipo, él les cumplió: de los 22 nombramientos, 11 son mujeres. “Hablando propiamente de Bogotá y Medellín, porque de las otras ciudades no conozco bien la posición de los mandatarios en términos de brechas, hay algo más allá que una aleatoriedad y es una posición política en cuanto a la paridad”, dijo.
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Esa posición política de la que habla Saldarriaga no es más que el compromiso y la decisión de los mandatarios de incluir a las mujeres en espacios de toma de decisión, como la formulación y el diseño de políticas públicas y la distribución de los recursos en los que se vean beneficiadas. Para Adriana Peña, especialista de género en la Misión de Observación Electoral (MOE), la disposición del presidente y de los nuevos alcaldes y gobernadores es una acción afirmativa para garantizar la cuota. “Estas determinaciones se vuelven necesarias en un país en el que la cultura patriarcal ha marcado cómo las mujeres participan en la política y, a veces, son las salidas que tenemos para poder acceder a la administración o llegar a cargos de elección popular”, ilustró.
Ahora bien, hay otro punto que toca la coordinadora de la Casa de la Mujer, Olga Amparo Sánchez, con respecto al casi equilibrio entre hombres y mujeres en estos gabinetes. “Es importante que se haya incrementado la participación de las mujeres en las administraciones locales. Esto contribuye a lo simbólico, a romper con el imaginario de que estamos hechas solamente para el espacio del hogar”, apuntó, a la vez que destacó otro paso en la conquista de la esfera pública: “Veo que hay un intento en muchos de los gobiernos para que lleguen mujeres preparadas, por mérito, disposición que fractura viejas prácticas en las que ser la ‘esposa de’ o ‘hermana de’ era suficiente para llegar a un puesto”.
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En ese “panorama alentador”, como lo describió Peña, hay algunos peros. Uno de ellos es el patrón en el que está encasillada la mujer. “Lo que observo es que a la mayoría las han ubicado en secretarías que prolongan medidas del cuidado y lo social, como la salud, la cultura o la educación. Todavía no damos el salto cualitativo que nos saque de esas labores del cuidado, como lo sería llegar a una secretaría de Gobierno o Hacienda, o todas aquellas que son consideradas privilegiadas para los varones”, apuntó Sánchez. Así mismo, la experta de la MOE obvió que se nombren rostros femeninos en los despachos para asuntos de género, haciendo la salvedad de que estos no sean los únicos otorgados, pues, a su juicio, “es importante que ejecuten en temas de hábitat y movilidad, porque también tenemos la capacidad para enfrentar estos retos”.
Por último, otro pero con miras hacia el futuro: se trata del verdadero compromiso de los mandatarios locales y departamentales con las mujeres. Nombrar gabinetes paritarios es solo un paso en esa tarea y queda un largo camino que materialice esta determinación. “No es suficiente, hace falta el reconocimiento de nuestros derechos. Que se nos garantice la diversidad sexual, económica y política. Hacen falta políticas macroeconómicas y sociales que eliminen las desigualdades. Hay que salir de ese imaginario de que el único problema es la violencia, hay otros aspectos vulnerados”, explicó la coordinadora de la Casa de la Mujer. Esto se logra, por ejemplo, “cerrando las brechas de género, especialmente en términos de pobreza, acceso al estudio, a un trabajo digno, a una salud de calidad”, apuntó la concejala de Medellín. También se suma lo que ellas llaman el cambio de enfoque de la seguridad, priorizando la atención a la violencia sexual, a los feminicidios y a los acosos. “Que nos garanticen la seguridad, no solo en lo público, sino en el espacio privado”, concluyó Sánchez.